COPA AMERICA DE 1957, LOS CARASUCIAS DE ARGENTINA CAMPEONES



En el amplio contexto de más de un centenario de presencia constante y luminosa, una de las conquistas más inapelables para sus rivales y celebradas en suelo propio fue la del Campeonato Sudamericano de 1957 por el opíparo llenado del casillero de los tres verbos soñados: ganar, golear, gustar.

"Los Carasucias" se mentó y así quedaron grabados ad infinitum al conjuro del chispeante y brillante juego de un equipo poblado de juveniles de sumo talento.

Y no fue, ni de lejos, conste, el producido de una preparación pacientemente diseñada, ejecutada y macerada.

No eran aquellos, por cierto, los años de una Selección Nacional derivada de sólidos entramados institucionales.

(En realidad, en ese sentido, el genuino antes y después data de 1974 con la llegada de César Luis Menotti).

Se improvisaba mucho afuera de la cancha (en las mesas de las decisiones de trazo grueso) y se improvisaba mucho adentro de la cancha: para bien o para mal.

De tal suerte, esa suerte de moneda al aire mostró su lado más generoso a través del encastre de las piezas de una Selección de las que mereció trascender una montaña de almanaques.

Una Selección evocada con admiración y nostalgia por los futboleros criollos hoy otoñales y fuente de curiosidad de las nuevas generaciones.

"Carasucias" por imperio de cinco chispeantes delanteros apuntalados por maduros en el punto justo de cocción: Oreste Omar Corbatta, Humberto Dionisio Maschio, Antonio Valentín Angelillo, Enrique Omar Sívori y Osvaldo Cruz.

Corbatta (21 años), Maschio (24), Angelillo (19), Sívori 21 y Cruz (26), más Néstor "Pipo" Rossi (22) como mediocampista de contención, Federico Vairo (27) y Ángel Schandlein (26) en los laterales, Pedro Dellacha (29) y Juan Carlos Giménez (30) en la zaga y en el arco Rogelio Domínguez (25).

Completaron el plantel Antonio Roma, Alberto Benegas, Osvaldo Guenzatti, Héctor Guidi, David Iñigo, Juan Alberto Castro y Héctor De Bourgoing.

Aquella Selección irrepetible en sus dos vertientes, en su modo admirativo y en su modo estricto, puesto que esos once futbolistas volvieron a coexistir en un mismo equipo, derrotó por 8-2 a Colombia el 7 de marzo: por 3-0 a Ecuador el 17; por 4-0 a Uruguay el 20; por 6-2 a Chile el 28 y por 3-0 a Brasil el 3 de abril y ya campeón apenas si cayó tres días después en la despedida, con Perú, pero con una alineación de suplentes.

El "Cabezón" Sívori fue premiado como el mejor jugador del torneo, Humberto Maschio con nueve anotaciones compartió la condición de artillero máximo junto con el uruguayo Javier Ambrosio, pero ni Sívori ni Maschio, tampoco Angelillo, jugarían para la Selección en el Mundial de Suecia.

El interventor de la AFA, Raúl H. Colombo, decidió prescindir de los jugadores argentinos en el exterior (Sívori en la Juventus, Maschio en Bologna, Angelillo en Inter), Argentina fue camino de la peor catástrofe de su historia (cayó 6-1 con Checoslovaquia) y el Mundial 58 se lo llevó el mismo Brasil que un año antes los "Carasucias" habían aplastado en Lima: el Brasil del "Jogo bonito" y Pelé.

Pero esa fue otra historia.


Fuente: Telam

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