Juani Brussino en acción, jugador fundamental en esta campaña |
Fue la final donde dos cañadenses se enfretaban mano a mano. Juan Ignacio Brussino en Quimsa, Leonardo Mainoldi en Boca Jrs. Esta vez, Brussino ganó la partida, los santiagueños ganan la Liga Nacional por segunda vez en su historia.
Dicen que la tercera es la vencida. Puede parecer una frase hecha, pero Quimsa siempre se afianzó a esas palabras para llenarse de confianza para romper la racha. Es que el conjunto santiagueño venía de dos derrotas consecutivas en las Finales de la Liga Nacional de Básquet (en la 20/21 vs. San Lorenzo y en la 21/22 vs. Instituto) y quería sacarse la espina que tenía clavada. Y ese momento tan esperado, por el que todo el club venía luchando hace más de tres años sin parar, llegó en la noche del viernes 16 de junio, cuando superó a Boca por 77-51 (4-1 el global) y logró dar la vuelta olímpica frente a su gente que colmó el estadio Ciudad de Santiago.
Quimsa demostró haber sido un equipo completo. Con todos los condimentos para poder consagrarse. Se notó el gran trabajo en la planificación, en el armado del plantel y en la toma de decisiones. De hecho, a pesar de haber participado en la Champions League Americas y de haber sido uno de los clubes con más viajes a lo largo de la temporada, no sintió el desgaste físico y lo ganó desde la resistencia. Entendió las Finales como una maratón y, en ese sentido, fue sacandole piernas a un Boca que arribó a la definición sin piernas y con soldados caídos. Y todo esa diferencia se vio reflejada en el Juego 5 de la serie, en el que hubo un único equipo en la cancha.
Análisis del partido
Salvo por el 9-9 del comienzo, en el que parecía que se iba a tratar de un partido parejo y palo por palo, Boca se desinfló como un globo pinchado. Y en el primer cuarto ya se vio las credenciales del campeón: los dirigidos por Leandro Ramella se hicieron fuerte en el poste bajo con un grandísimo Eric Anderson, MVP de las Finales. El pívot estadounidense, que contó con la ayuda de Ramírez Barrios, volvió loco a la defensa visitante, puesto que no encontraron la forma de pararlo. Así, con 24 puntos y 6 rebotes fue la gran figura de la noche.
Si bien Carlos Duro logró que su equipo ajustara en defensa y secara -momentáneamente- el ataque rival, la realidad es que careció de efectividad en el aro contrario. Boca solo encontró puntos de la mano caliente de Schattmann, dado que el resto del plantel no conseguía sumar ni siquiera desde la línea de libre. Por el contrario, la Fusión contó con un extra: la segunda base. Los suplentes jugaron durante siete minutos seguidos en el segundo cuarto, mientras que el Xeneize no podía darle descanso a los titulares.
Leo Mainoldi, la experiencia en Boca Jrs. |
Sin embargo, el gran golpe de nocaut por parte de Quimsa apareció al regreso del descanso largo. Los santiagueños encontraron en los tiros desde el perímetro una solución al ajuste de Boca y, para colmo, hasta los pívotes estuvieron precisos desde la línea de 6,75m. Para colmo, el Xeneize no logró rescatar rebotes ofensivos (solo cuatro en todo el encuentro) y, poco a poco, se fue desinflando. Claro, sus intentos terminaban en la nada y en las contras, encima, (casi) siempre reponían desde abajo del aro.
Los últimos 10 minutos estuvieron de más. Quimsa lo fue llevando con comodidad, nunca sintió el peso del partido y no festejó antes de tiempo. En tanto, Boca, sin ideas ni juego, careció de reacción para poder darle emoción a unas Finales a las que el telón se les bajó antes de tiempo.
Quimsa salió campeón (por segunda vez en su historia) y volvió a festejar el éxito de una campaña soñada, pero también de un proyecto a largo plazo que no para de dar resultado.
Fuente: Ole
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