EL NUNCA MÁS CAÑADENSE... ACÁ TAMBIÉN PASÓ... Sexta parte

Roberto Garín y Ana María Figueroa, ambos abogados y militantes de los Derechos Humanos.
Figueroa, actualmente es Presidenta de la Cámara de Casación.

En 1976, cuando Patricia Feeney llegó a la Argentina en misión especial de Amnistía Internacional, Amnistia Internacional aún no tenía sección argentina, la misma fue creada 1987. Pero, en el primer año de la dictadura, Amnistía sólo tenía 15 años de existencia pero una historia muy ligada ya a la pelea por los presos de conciencia, los encarcelados por su forma de pensar, contra el apartheid sudafricano y contra la tortura. La visita de Amnistía Internacional de 1976 es menos recordada que la encarada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979, pero según Feeney generó un hecho importante, instaló en el mundo, y sobre todo en algunas capitales europeas, el nivel de atrocidades masivas que estaban cometiendo los militares argentinos. El informe posterior a la visita, de 1977, deja en claro en aquel momento que ni la represión ni el golpe fueron una maniobra defensiva sino parte de un plan y revela el nivel extendido de naturalización de la tortura. Tanta, que uno de los entrevistados demostró saber cuánto tiempo duraban las marcas de la picana.[1] En un reportaje realizado por Martín Granovsky, para Página 12 el 23 de marzo de 2014, Feeney expresa que

En 1976, cuando Patricia Feeney llegó a la Argentina en misión especial de Amnistía Internacional, Amnistia Internacional aún no tenía sección argentina, la misma fue creada 1987. Pero, en el primer año de la dictadura, Amnistía sólo tenía 15 años de existencia pero una historia muy ligada ya a la pelea por los presos de conciencia, los encarcelados por su forma de pensar, contra el apartheid sudafricano y contra la tortura. La visita de Amnistía Internacional de 1976 es menos recordada que la encarada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979, pero según Feeney generó un hecho importante, instaló en el mundo, y sobre todo en algunas capitales europeas, el nivel de atrocidades masivas que estaban cometiendo los militares argentinos. El informe posterior a la visita, de 1977, deja en claro en aquel momento que ni la represión ni el golpe fueron una maniobra defensiva sino parte de un plan y revela el nivel extendido de naturalización de la tortura. Tanta, que uno de los entrevistados demostró saber cuánto tiempo duraban las marcas de la picana.[1] En un reportaje realizado por Martín Granovsky, para Página 12 el 23 de marzo de 2014, Feeney expresa que

«Sentí miedo por primera vez. Antes de llegar a la Argentina pensaba que iba a experimentar temor, pero nunca tanto. Y también me marcó para siempre el contacto con los familiares de las víctimas. Me sentí muy cerca de sus esperanzas. Me sentí muy cerca de sus angustias. Llevé encima sus esperanzas y sus angustias durante muchos años, y en buena medida por eso me comprometí con la idea de contribuir a crear una comunidad de derechos humanos en el mundo... Sucede que muchos de los desaparecidos eran de mi generación. Y sus padres, con los que yo hice contacto y en muchos casos lo mantuve, ya murieron. (...) El objetivo de los militares argentinos era cumplir con sus objetivos evitando la protesta abierta. Nosotros sospechábamos algo de eso, pero lo que vimos en la realidad fue mucho más impresionante. Por eso la Junta Militar argentina recibió el apoyo de tantos gobiernos. Por eso le llevó tiempo a la comisión de Derechos Humanos de la ONU construir el caso argentino.»[2]

Todos esos hechos investigados por los organismos internacionales de Derechos Humanos durante la primera etapa dictatorial, también fueron ocurriendo en la Cañada de los Gómez, y continuando con la historia de Roberto Garín, tras estar detenido durante casi un mes y medio, en 1977 sufre dos atentados, en realidad el primero de ellos no llegó a cometerse gracias a la valentía de su padre José. Otras las personas que fue importante en salvar la vida de Roberto fue su madre Leticia, quién después de encontrar la negativa de muchos abogados, ella misma y con la ayuda de un empleado judicial, en la esquina de los tribunales rosarino, escribió con su puño y letra el Habeas Corpus con el cuál legalizaron la detención de su hijo. Otro testimonio de Leticia, es la carta que envío al Jefe del Segundo Cuerpo del Ejército en Rosario, Leopoldo Fortunato Galtieri, y que más adelante detallaremos sobre la misma. Pero en ella, Leticia describe como fue el primer intento de asesinato a su hijo,

«Llegado Enero, mes de feria, como suele hacer todos los años, proyecta una gira para visitar a apreciados amigos. El 4 de dicho mes, a las 1.40, se detiene a pocos metros de nuestro domicilio, sobre la vereda de enfrente, un automóvil Peugeot 504, color tomate, con las patentes tapadas con tela, del cual descienden tres individuos que, con los rostros cubiertos y metralletas en manos, se introducen por un pasillo de acceso al garage del inmueble y quedan apostados contra el muro. Advertidos de tan desagradables e inesperadas presencias por mí esposo, desde una ventana de la planta, les ordena que se retiren inmediatamente y nos grita que llamemos con urgencia a la policía. Al oír esto, los desaprensivos individuos salen en desenfrenada carrera, ascienden al vehículo y desaparecen a toda velocidad.»[3]

Sobre aquel día Roberto recuerda que «yo ya estaba alterado, mi situación personal no era buena yo sabía que de alguna forma iban a atentar contra mi persona sabíamos lo que estaba pasando en el país y en esta zona, una represión bastante intensa que se ve a fines del `76, mi vida y mi profesión se desarrollaban viviendo de noche y durmiendo durante el día.  A la una y cuarenta de la mañana escucho que empujan  la puertita de enfrente de mi casa. Abro la ventana de arriba donde yo dormía, veo a tres hombres contra la pared enmascarados, los tres con la metralla para ser utilizada. Automáticamente despierto a mis padres, prendemos todas las luces de mi casa, mi padre muy osado y audaz se asoma y les grita que están haciendo, sinvergüenzas, retírense, mándense a mudar, y dirigiéndose a mi mamá le dice hable por teléfono a la policía. Cosa que mi madre hace sin obtener por supuesto ningún resultado.»

Al fracasar ese atentado, este grupo parapolicial, que queda demostraron que no tenían la experiencia de los grupos de tareas de los grandes centros urbanos, se asustan y huyen. Según nos relata Garín, se escaparon en contramano por Belgrano, doblan en calle Brown y siguen hasta Sarmiento, doblan a la izquierda hacia Rivadavia, llegan a  Oroño y ahí frente al garage de la vivienda[4] donde vivía la familia de Horacio Brasca le tirotean la casa con balas de 9 mm, esta familia salva milagrosamente sus vidas por la mala puntería de estos genocidas. Roberto Garín al respecto afirma que «todos estos operativos estaban dirigidos por el Jefe de Servicio de Informaciones de Cañada, Raúl Blanco. Tengo la seguridad absoluta de que quien manejaba ese Peugeot 504 era Luis Morassi, que más tarde  junto a otros fue procesado por otros ilícitos y no por los atentados que cometieron contra ciudadanos honestos de nuestra ciudad. Así como los falcón verdes eran los que hacían los secuestros de los grupos de tareas en Buenos Aires, acá en Cañada eran los Peugeot 504.» Finalmente, después de este hecho, Garín se dirije hasta la localidad de Maciel donde fue alojado por una tía y desde allí rumbo a  Concordia donde lo cobija el Dr. Roque Mario Tito, ex compañero de la facultad y militante del Partido Intransigente por un lapso de veinte días, volviendo a la ciudad en el mes de febrero, días antes del asesinato de Fany Giordano.

1977 transcurría normalmente para el resto de los cañadenses, el Centro Económico comienza la construcción de su actual edificio, se desarrollan los torneos deportivos programados, Adreca inaugura su planta industrial, la cooperativa mixta se instala en la esquina de la ex Casa Boston, en Buenos Aires fallece Horacio Fernández Méndez, Sport gana la Copa Gobernador de la provincia al vencer a Argentino de Firmat 95 a 75, Palito Magallanes es campeón nacional de box, se habilita el nuevo edificio del Colegio Nacional Florentino Ameghino y el mundo lloraba las muertes de Elvis y Chaplin[5]. Por su parte los cines de la ciudad estrenaba Brigada en Acción de Ramón Bautista Palito Ortega; los Superagentes en La Aventura explosiva; Enrique Carreras en Así es la Vida o Jacinta Pichimahuida se enamora de Enrique Cahen Salaberry según el guión de Abel Santa Cruz. Macako´s era el centro regional de diversión, aunque algunas fuentes manifiestan que Galtieri solía venir entre semanas a divertirse a escondidas.

Para la familia Garín, nada de eso la distraía del temor a que Roberto perdiera la vida en manos del Terrorismo de Estado. Y en marzo de ese ´77, rozó la muerte sus vidas



[1] Página 12, 23 de marzo de 2014
[2] Página 12, 23 de marzo de 2014 
[3] Carta de Leticia Lucía Cagnin de Garín a Leopoldo Fortunato Galtieri, 23 de marzo de 1977
[4] Actualmente se encuentra un local de perfumería, en Oroño al 300
[5] Reseña de cuatro décadas, hacia el fin del milenio. Eduardo Navarro, año 2003

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