Pueblo Argentino es una pequeña localidad
fundada en 1866 a la vera de su nueva estación de trenes ubicada a casi 400 km
de la parisina Buenos Aires. En este pueblo que parece detenido en el
tiempo las calles de tierra, resbaladizas por la humedad persistente, se
enredan entre casas de adobe y techos de chapa, cubiertos con musgo y
enredaderas. La iglesia, con su torre antigua y campanario desentonando en la
quietud de la noche, domina la plaza central llamada San Martín, donde la gente
se congrega en las tardes para conversar y compartir algunos mates con sus
compañeros y amigos. Cerca de allí, la emblemática Vuelta al Perro, un rectángulo perfecto de calles donde no sólo se
utiliza para dar vueltas sino donde en sus veredas los perros descansan en la
sombra, simbolizando la calma de la vida local. Por las noches, los bares
nocturnos se iluminan cálidamente, y el aroma a madera vieja y vino tinto llena
el aire frío de invierno. La humedad en el ambiente hace que todo tenga un
aroma particular, una mezcla de tierra, nostalgia y la promesa de historias que
solo el tiempo y la buena compañía pueden contar.
