LA CAÑADA DE LOS GÓMEZ 1750-1866

La Plaza, el antiguo Templo con la edificación del actual, c.1915



La historia de una ciudad se ha escrito de varias maneras. No es mi intención competir con nadie y muchos menos ser más que otro. Cada uno desde sus ideales defiende un estilo de historia, en las cuáles cada una de ellas debe ser fundamentada para ser reproducidas, de lo contrario estamos hablando de leyendas urbanas o tradicionales.


Cañada de Gómez tiene en su historia muchos vacíos, que con el tiempo se hacen difíciles de llenar. En algunos momentos ocupamos hojas y hojas de temas que no hacen al espíritu lugareño sino más bien ocupar espacios para que la vida de nuestra patria chica sea más enciclopédica. El ritmo de vida, de estudios y de leer que tienen hoy nuestros hermanos hace que los textos sean más contundentes y no tan explicativos. Sin llegar a perder el arte de narrar, de darle vida a las letras, es mi intención contarles a ustedes como desde la llegada de Miguel Gómez hasta el nacimiento de ese niño que acaba de llegar, fuimos construyendo entre todos una ciudad llamada Cañada y su apellido es Gómez. Y cómo cada uno de nosotros nos sentimos hijos de ellas, nos apropiamos de su identidad, por eso el título de este trabajo.

Antes de comenzar con esta historia quiero hacer referencia que los pueblos originarios de estos lugares eran los corondas, los querandíes, los carcaráes y los timbués, siendo estos tres últimos los más cercano a la actual ciudad. Siendo los querandíes los más avanzados culturalmente, eran pueblos nómades que vivían de la caza del venado,  ñandú y guanaco. Utilizaban el cuero de los animales como vivienda y mantas con las cuáles se vestían, tenían cestería y cerámica; mientras que sus armas tradicionales eran el arco, la flecha, la bola y los dardos.

Fueron muchas las versiones acerca del origen del nombre de nuestra ciudad, pasando por el recordado viejito criollo de apellido Gómez hasta pasar por la oficinas de los estamentos estatales más importantes del país no se encontraron rastros algunos de esos Gómez que dieron el nombre de esta Cañada. Recién a mediados del siglo XX cuando visitó nuestra ciudad el Dr. Marcelo Delpech Gómez, quién se presentó como uno de los descendientes de esos Gómez que allá por el año 1750 fundaron la Estancia Cañada de Gómez. Cabe recordar que dicha familia, en tiempos donde el país se debatía entre dos modelos, unitarios o federales, ellos optaron por el primero. Por tal motivo fueron molestados, e inclusive sus ranchos fueron destruidos por los soldados federales del Brigadier Estanislao López. En un texto perteneciente al libro de Emilio Delpech titulado Una vida en la Gran Argentina, cuya edición se conserva en el Museo Histórico Municipal Elías Bertola, expresa lo siguiente:

«El Capitán Miguel Gómez y doña Gregoria Guardia fueron los fundadores de la estancia Cañada de Gómez en el año 1750, sobre una extensión de once leguas. José Ciriaco Gómez, hijo del anterior, casado con María Josefa Pereda, trabajó en ese campo poblado por el padre. Posteriormente fue molestado por el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, quién le confiscó las haciendas, quemándole los ranchos de estancia, teniendo que emigrar toda la familia a Buenos Aires.»[1]

No todo era amor y odio entre la familia y los federales, ya que con el Gobernador de Buenos Aires Brigadier Juan Manuel de Rosas había un pequeño parentesco ya que la prima del Restaurador, María del Pilar López de Osornio estaba casada con José Ramón Gómez.

Hablando de Rosas en los años de fortaleza del caudillo bonaerense quién gobernaba en la provincia de Santa Fe, el Teniente Coronel Juan José Pascual Echagüe, envío tropas a revisar estas zonas. En una de las cartas enviadas al mandamás santafesino y fechada el día 27 de octubre de 1842, la misma dice que «hoy a las doce del día se me ha presentado el Comandante interino de la Guardia de la Esquina, trayéndome el parte verbal, y dice lo siguiente: Que el 25 pasó él en persona hasta la Cañada de Gómez, donde le dijo uno de los tres vecinos, único que hay en aquel punto que acababan de irse siete individuos de allí, para las Totoras…»[2] Aquí vemos quizás la primera documentación oficial de que en nuestra zona ya existían algunos criollos o gauchos viviendo mucho antes de la llegada de los habitantes atraídos por el ferrocarril.

Sin profundizar en el tema, otra de las denominaciones antiguas de esta zona era el Desmochado Abajo, como se conocía a ambas márgenes del Río Carcarañá entre Córdoba y el Coronda. La nuestra viene a razón que estábamos en el desmochado aguas abajo del Carcarañá. Nuestro relieve bien podría haber sido una espesa pradera ubicada equidistante entre dos caminos importantes de la época colonial. El primero de ellos es el Camino de las Carretas que atravesaba la Posta de San Francisco de las Totoras, hoy Bustinza, que posteriormente fuera utilizado por el riojano Timoteo Gordillo en su servicio de transporte entre las postas de Rosario y Córdoba quién a su vez en sus memorias cita a una Posta Cañada de Gómez de la cual no se tiene referencia oficial alguna del lugar donde existió. Por su parte el segundo camino, es el Del Sur, más tradicional e histórico donde funcionaba el servicio de correo que unía al Río de la Plata con el Alto Perú, Chile y Lima. El lugar más cercano a nosotros que atravesaba la Guardia de la Esquina, actual San José de la Esquina, donde existía una posta desde el 1726. Cabe mencionar que toda esta región era particularmente insegura por los ataques de malones que llegaron a secuestrar a muchas mujeres de los ranchos habitados y solían asaltar a las diligencias que pasaban en ambos caminos.

Ahora bien, llegamos al primer de los hechos más importantes de nuestra historia local que a su vez está asociado con la sangrienta lucha de la conformación del estado. En la entonces Confederación Argentina, presidida por Santiago Derqui, Unitarios y Federales se enfrentan el  17 de setiembre de 1861 cerca de la estancia de Palacios junto al arroyo Pavón, provincia de Santa Fe. Las tropas federales eran conducidas por Justo José de Urquiza, mientras las unitarias estaban al mando de Bartolomé Mitre. Los federales obtenían una victoria contundente pero inexplicablemente Urquiza abandona el combate. Muchas son las versiones de la decisión del entonces ex presidente, pero ninguna tienen la firmeza de ser la real. Lo que si sabemos es que muchos de sus subordinados no la entendieron y decidieron replegarse para esperar nuevas órdenes de Urquiza y volver al combate. Entre ellos el General Benjamín Virasoro que con su tropa al mando se alojó en estos lados, en un punto medio entre nuestra ciudad, Correa y Bustinza. Durante la noche del 22 de noviembre de 1861 mientras descansaban y en la oscuridad de la noche, son atacados cobardemente por tropas unitarias comandadas por el uruguayo Venancio Flores y el sicario Ambrosio Sandes. Asesinan a más de 300 personas, otras 150 resultan prisioneras y entre los que pueden huir se encontraban Leandro Alem, José y Rafael Hernández. En el Museo cañadense conservamos una foto de Ambrosio Sandes, un uruguayo que desde muy joven fue protagonista de las devastadores guerras internas de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata. Bajo las órdenes de Fructuoso Rivera participó en la Guerra Grande. Posteriormente perteneció a los soldados de Justo José de Urquiza en la batalla de Caseros donde fue derrotado Juan Manuel De Rosas, uniéndose al general Hilario Lagos en el sitio de Buenos Aires a fines de 1852. Además de ser un soldado sin límites, también le interesa la parte económica y no dudó un instante en pasarse al Ejército Unitario, aunque por un tiempo regresó a Uruguay para apoyar el gobierno de Venancio Flores, pero fue expulsado por haber intentado forzar al Congreso por medio de una rebelión. Al volver a nuestras tierras participa en el Ejercito Porteño en la batalla de Cepeda (1859), en la que fue herido y dado por muerto. Su carácter hizo que no dudara de ir a la batalla de Pavón dos años más tarde y de allí ser uno de los protagonistas de la Matanza de Cañada de Gómez. Siempre obedeciendo las órdenes de su superior Venancio Flores, y junto a Paunero, Arredondo, Rivas y otros más fueron los encargados de la limpieza de criollos que se realiza por el Ejército Porteño entre 1861 y 1862, siendo una de las páginas más negras de nuestra historia, no por desconocida menos real.  Hay que poner al país a un mismo color eliminando a los federales era el objetivo de Mitre y Sarmiento como líderes. Para finalizar esta descripción de Sandes cabe agregar que fue el autor del asesinato de Chacho Peñaloza en la localidad riojana de Olta.

Para finalizar sobre la Matanza y su crueldad preciso es citar a Juan Andrés Gelly y Obes, quién fuera ministro de Guerra del general Mitre, cuando le informó al gobernador delegado Manuel Ocampo que «el suceso de la Cañada de Gómez es uno de esos hechos de armas que aterrorizan al vencedor… esto es lo que le pasa al general Flores, y es por ello que no quiere decir detalladamente lo que ha pasado. Hay más de 300 muertos, mientras que por nuestra parte sólo hemos tenido dos muertos… Este suceso es la segunda edición de [la matanza de] Villamayor, corregida y aumentada… Para disimular más la operación confiada al general Flores se le hizo incorporar toda la fuerza de caballería de la División de Córdoba enemiga.»[3]

Posteriormente a este trágico hecho de la historia nacional, asume el gobierno de la nueva República el Gral. Bartolomé Mitre comenzando así la etapa de los presidentes fundadores, como sus seguidores decidieron llamarla, y dando por finalizado el sueño de un estado federal muy a pesar que en nuestra Constitución Nacional se la cite como tal pero jamás fue respetada esa decisión. Sin lugar a dudas que Mitre asume la presidencia de un país devastado económicamente y moralmente. El historiador Norberto Galasso en su trabajo titulado De Perón a Kirchner, nos relata que

«Felipe Varela, en un manifiesto, habla de que en esos años de 1862 a 1864 se mató a 50 mil personas en el noroeste. Posiblemente exagere un poco el manifiesto, porque los manifiestos políticos a veces exageran, pero fíjense la importancia que tienen 50 mil personas sobre una población de un millón y medio de habitantes. Nosotros hablamos de 30 mil desaparecidos en relación con una población de más de treinta millones.»[4]

A la crueldad del gobierno mitrista hacia sus rivales políticos debemos sumarle el apoyo y participación en el genocidio del pueblo paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza junto con Uruguay y Brasil, destrozando el que por entonces era el país más moderno y rico de Sudamérica como el Paraguay. A pesar de eso fue el encargado de la organización estatal reformando la función de la Aduana, beneficiando el comercio con Europa bajando impuestos al comercio exterior; en 1866 llevó adelante la reforma constitucional que restableció la facultad de la Nación de establecer y percibir los derechos a la importación. Organizó y puso en funcionamiento a La Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina que comenzó sus tareas el 15 de enero de 1863. Su política educativa estuvo orientada a la extensión y unificación de la enseñanza secundaria, con la idea de extender las ideas liberales entre los jóvenes que pudieran acceder a ella; se fundaron colegios nacionales en Salta, Tucumán, Mendoza, San Juan y Catamarca, y se nacionalizó el Colegio Nacional de Buenos Aires.[5]​ Retomó el proyecto ferroviario iniciado en la presidencia de Urquiza creando así las líneas que unían Rosario con Córdoba, también durante su gobierno fue habilitado, el 15 de noviembre de 1867, el Ferrocarril Andino, siendo así el primero del Estado Nacional argentino. Permitió enlazar las provincias de San Juan, San Luis y Mendoza con la ciudad de Rosario, usando las vías del Ferrocarril Central Argentino.

Y así fue, que durante este gobierno, un 1º de mayo de 1866 naciera la Estación Cañada de Gómez, tema que relataremos en el próximo capítulo.




[1] Delpech, Marcelo: Una vida en la Gran Argentina, Buenos Aires, Peuser, 1944.
[2] Archivo General de la Provincia de Santa fe, nota de Agustín Fernández, “Archivo del Gobierno Tomo 9, Años: 1842 a 1846.
[3] Archivo Mitre, IX, página 277
[4] Norberto Galasso, De Perón a Kirchner, Apuntes sobre la historia del peronismo. Editorial Punto de Encuentro. Año 2011
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Bartolom%C3%A9_Mitre

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