En la
etapa previa al 24 de marzo de 1976, la sociedad encasillada en la clase media
o media alta, esperaba ansiosa el golpe al gobierno constitucional de Isabel.
Muy pocas veces se dice que faltaban meses para que se eligiera a un nuevo
presidente en forma democrática, pero el “terrorismo” de Estado comenzado allá
por el 55, reforzado en los 60 y furioso en los 70 tenía otros planes para la Argentina. Bajo la excusa de
“aniquilar” la guerrilla, la dictadura cívico militar que se autodenominó "Proceso de
Reorganización Nacional", llevó adelante una política de terror. Durante
la misma, la "desaparición" de personas fue una de las formas predominante
a través de la cual se ejerció la represión política. Fueron 30.000
personas de todas las edades y condiciones sociales sometidas a la
privación de su libertad, a la tortura, a la vejación y muerte. Fueron,
también, centenares las criaturas secuestradas con sus padres o nacidas en los
centros clandestinos de detención a donde fueron conducidas las jóvenes
embarazadas. El funcionamiento de maternidades en los campos clandestinos de
detención, la existencia de listas de familias de militares en
"espera" de un nacimiento en esos centros clandestinos y las
declaraciones en los juicios, testimonian la existencia de un plan de
apropiación de niños.[1]
Cañada de Gómez como siempre digo, no fue la excepción,
desde el día que el Teniente Coronel Morresi toma en forma conjunta la Municipalidad con la Jefatura de Policía,
sucedieron muchísimas crueldades en la ciudad. Siempre con la atenta
complicidad de algunos civiles que acompañaron, sobre todo la etapa fundacional
del Proceso, lugares claves tanto en el municipio como en la policía. Se sabe
muy bien, que las órdenes llegaban desde Inteligencia de Rosario. Se supone que
desde allá partieron las disposiciones de los atentados realizados a muchos
cañadenses perseguidos, como el asesinato a Fanny Giordano, la bomba que le
ponen a Roberto Garín y a Luis Cervigni en sus respectivas casas, los disparos
a Raúl Brasca, y la detención a los
familiares de “Cali” Gabriel y de Juan Carlos De Altube, entre otros.
El caso que voy a escribir hoy, no creo que haya sido
alguna vez investigado por los “grandes” críticos a mis letras o por el “dueño”
de la historia local. Este caso es la sospechosa bomba que explota en el
domicilio del oficial Blanco, que cumplía funciones en nuestra Jefatura. Corría
el mes de marzo y el otoño al igual que la Dictadura comenzaba a dejar sus huellas, en un
operativo sorpresa se descubre que el número de motor y el número del chasis de
un Peugeot 504 coincida con el de un secuestrado en la provincia de Buenos
Aires. Ese automóvil pertenecía al Oficial Blanco, por eso, el agente debió
cumplir algunos días de arresto. Demás esta decir, que los jóvenes agentes que
actuaban en la investigación comenzaron a temer por sus vidas. Era Jefe de la Unidad Regional X Alejandro Robinet,
un comisario que dentro de su círculo tenía el respeto de sus pares. El mismo
Jefe inició las investigaciones, desde el comienzo el motor del auto estuvo en
custodia en un taller mecánico de la ciudad. La orden era que nadie, que no sea
el mismo Jefe, iba a ir a retirar ese motor. Al tiempo que Blanco recuperó su
libertad, y alertado del lugar donde estaba escondido el motor del auto, fue al
taller amenazando al titular del lugar que si no le daba el motor correría
riesgo su vida. Y así fue, con la complicidad de otro mecánico que trabajaba en
la Jefatura ,
se llevaron el motor hasta el frente de su vivienda ubicada en Antártida
Argentina al 1400. Como pudieron, ubicaron el motor dentro del vehículo y los
minutos hicieron estallar el Peugeot.
El estallido fue muy grande, los vecinos salieron todos a
la calle. Inmediatamente llegan los bomberos y la policía para ver que había
sucedido. Lamentablemente para Blanco, solamente un pedazo de auto quedó en
pie, y justamente era la chapa donde estaba el número del motor del mismo. Esa
chapa fue encontrada por los agentes que investigaban el anterior caso. Muchos
de esos agentes sufrieron persecuciones, amenazas, ellos sabían que el Oficial
Blanco jugaba feo y que por su conexión con fuerzas superiores, estaba entre
los que decidían quién vivía y quién moría en nuestras tierras. El caso quedó
en la nada como todos los que ocurrieron durante la dictadura en Cañada de
Gómez.
1 comentario:
¡MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA! Pero, ¿dónde la pedimos con esta dictadura disfrazada de democracia? ¿o podemos conservar la esperanza con determinados jueces y fiscales al servicio de la Patria?
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