El Centro de Educación Rural Nº 552, antes
denominado Escuela Nacional Nº 223 o Escuela Provincial Nº 6223 «25 de mayo»,
popularmente conocida como Escuelita Marinsalta, fue creada en
octubre de 1924 y habilitada el 28 de febrero de 1925. Comenzaron con 50 alumnos que aprendieron a
leer y escribir en un salón construido por los hermanos Marinsalta, quiénes
cedieron al Honorable Concejo Nacional de Educación.
Esta escuela, como muchas otras de su época, fue
emplazada a través de la recordada Ley Lainez, que llevaba el número 4874 y
fuera creada por Manuel Lainez a raíz de la gran cantidad de niños analfabetos.
Estas escuelas fueron distribuidas por aquellos lugares de mayor tasa de
analfabetización. En el año 1906 contaban con 28152 alumnos y en 1934 llegó
hasta 325000. Este proyecto tenía el apoyo del Consejo Nacional de Educación.
Recordemos que nuestro país en 1904 gastaba en la totalidad de la instrucción
primaria 8.450.000 pesos para educar 435.000 niños; esos niños costaban
alrededor de 18 pesos por año, mientras que cada soldado del ejército nacional
costaba 1.600 pesos al año con la supresión de cada soldado en el presupuesto
de Guerra, se podía educar a 100 niños más. Esta ley contribuyó eficazmente en
la lucha contra el analfabetismo y permitió que muchas provincias
(especialmente las de incipiente organización institucional) pudieran tener las
escuelas que con recursos propios hubiesen tardado años en formalizar.
Antonio Marinsalta nacido en Maceratta en 1877 decide venirse
hacia nuestro país hacia comienzos del siglo XX, desde su llegada se dedicó a
la agricultura hasta que en 1924 adquiere unas 40 hectáreas a José
Koller. Sobre esos terrenos, junto a su hermano Domingo instalan su
carnicería. Durante los primeros dos
años, prestó las instalaciones para el desarrollo de la escuela hasta se
terminó de construir el actual edificio. La construcción del mismo fue superior
a los $15.000 de entonces y no sólo contó con la colaboración de Antonio y
Domingo, sino con la mayoría de colonos que habitaban la zona. Cuando Antonio
Marinsalta muere en 1936, la escuela ya contaba con cuatro salones, la casa del
director y la cooperadora le había adquirido media hectárea de terrenos de su
propiedad.
Su primera directora y primera impulsora del
establecimiento fue la maestra Ángela Ciancio de Pacheco, quién junto a otras
docentes como Haydee Olguin de Di Rosa, María Lescano y Ángela Albizzatti
fueron las encargadas de enseñar las primeras letras a los cientos de niños
asistían diariamente al colegio. La primer cooperadora estuvo presidida por
Andrés Olivero acompañado de Juan Dovetta, Domingo Marinsalta, José Martignon,
Constatino Craia, Francisco Monteiro y Nicolás Giordano, todos ellos
iniciadores de un camino que siguieron otros hijos de nuestras tierras
agrarias. Entre los docentes destacados podemos citar a María Sánchez de Porta,
Ángel Castellán, Ana de Righetti y Amalia Fabbro. Cabe destacar que bajo la
dirección de Ángel Castellán se realizaron obras de infraestructuras muy
importantes en la escuela y en zonas aledañas como la construcción y arreglos
de puentes, la puesta de una balanza, como así también la inauguración de la Biblioteca Popular
Alfonsina Storni. Sin olvidar la labor de los otros docentes que llevaron adelantes
innumerables proyectos educativos y de integración con distintas escuelas de la
ciudad, como el Proyecto 7 en tiempos de Amalia Fabbro. La sala de jardín de
infantes fue inaugurada en la gestión de Ana Anselmo de Righetti estando a
cargo de la misma Patricia Cavalieri.
Ubicada en una zona estratégica, que por
entonces comunicaba a las localidades de Villa Eloísa con Cañada de Gómez donde
en su pista de baile, construida sobre terrenos donados por la familia Stefoni,
actuaron las grandes orquestas de la región y del país. En su cancha de fútbol
se realizaron grandes torneos de verano, donde la emoción y la pasión hacían de ese lugar el centro de
atención de todos los amantes de esa disciplina. Hoy apenas tiene 7 alumnos,
resiste al olvido de una sociedad contaminada por el consumismo y que gracias a
la colaboración de sus cooperadores, de su actual docente Sandra Jara y de ex
alumnos, sigue en pie, como enfrentando al viento, una escuela que fue orgullo
de muchos colonos y que al llegar a sus primeros 90 años puede sentirse feliz
por haber sido cuna de grandes personas.
“Se hace nomás el baile, no hay lluvia que los
pare, así que bailadores, habrá que prepararse!!! Con horarios antiguos vendrán
de todas partes, no quedará lugar donde poder sentarse. En el medio del campo
casi como un señuelo, como una quijotada luchando contra el tiempo, como si
esta escuelita, rodeada de progreso, no quisiera entregar sus aulas al
silencio...”
Campo Risso, letra de Ramón Luna y música de
Federico Reschini
1 comentario:
¡Un gran saludo a Sandra Jara, la maestra que mantiene en pie la educación de esos 7 alumnos! ¡Gracias a todos los colaboradores de la Escuelita Marinsalta! ¡Por el derecho a la educación de todos los chicos argentinos!
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