NEMESIO VALBUENA |
Cuando uno
navega en los archivos del Museo Histórico Municipal, puede sorprenderse con
historias que estuvieron ocultas a lo largo del tiempo. Es como un laberinto
donde día tras día uno descubre a nobles personas que se dedicaron a escribir
los inicios de la ciudad, sin temor de contar en los momentos en que fueron
protagonistas, con aciertos y errores. Uno de esos pintorescos personajes es
Nemesio Valbuena, un español que dejó sus huellas en el periodismo, la política
y en las letras de la vida cañadense.
Nació en la
provincia de León, España, un 19 de diciembre de 1894 y llegó a nuestro país el
6 de enero de 1909, naturalizándose argentino en 1917. Abrazó las ideas de un
radicalismo lírico e ideológico que venía a cambiar el país de la mano de
aquellos hombres que decidieron enfrentar a una república oligárquica y
conservadora desgastada de la astucia del Zorro
Roca y compañía. En 1923 siendo presidente Marcelo Torcuato de Alvear la UCR sufre una de las primeras
de las tantas divisiones que tuviera el partido fundado por Alem a lo largo de
su vida. Por un lado se fueron los Personalistas
que adherían a Hipólito Yrigoyen, y por otro se fueron los Alvearistas formando el Antipersonalismo,
y con este grupo adhirió finalmente Nemesio Valbuena inclusive desde sus
editoriales en los medios que trabajó y dirigió lo hizo notar. Desde La Nota , el periódico que fundó
en 1926, fue muy duro con las gestiones radicales de la etapa fundacional de la
ciudad, donde con un sútil estilo describió las penosas decisiones que tomaron
aquellos hombres como así también, en pleno comienzo de la obra del pavimento
no le tembló la mano en denunciar acuerdos turbios entre los gobernantes y las
empresas de entonces. Como ejemplo, en una de sus columnas anónimas titulada Desde la Barra , supo expresar que «Señores, no se alarmen: todavía queda la
caja de fierro»[1], en el momento de hablar
de las finanzas municipales en 1928. Diez años después, cuando se sancionó la
ordenanza que daría comienzo a la modernización urbana de la ciudad, en La Nota pudo leerse «...no parecen haberlo entendido así los
graves señores que manejan nuestra Municipalidad, cuando sin conocimiento
público, en sesiones secretas, como entre gallos y media noche, han dictado una
ordenanza de pavimentación, que no solamente comprometerá las rentas de la
comuna por muchos años, sino también las privadas del vecindario...»[2]
Ahora bien,
que mejor saber del propio Nemesio el relato breve de su vida. En una carta
dirigida a Enrique González, Jefe de informaciones del Interior, con fecha 18
de noviembre de 1973, el mismo Valbuena describe que
«Me inicié
en el periodismo en el año 1919, en la revista semanal El Alba, ingresando en su imprenta como tipógrafo, oficio que
aprendí en la imprenta del semanario El
Pueblo de Rosario, pasando luego a ser redactor y más tarde director por
ausencia temporaria de su director fundador, Leoncio de la Barrera , que aún sigue
editándola.
»Pasé luego
a ser director propietario del semanario El
Heraldo, que adquirí a su fundador Guillermo Conejo, subsistiendo hasta
1924, abril, en que me trasladé a esta ciudad para hacerme cargo de la
dirección de los Talleres de Manualidades de la Escuela Normal de Maestros Juan
Francisco Seguí.
»En estos
talleres, con la colaboración del director de la Escuela Normal , profesor Rafael
Figueroa, improvisamos una pequeña imprenta para impartir conocimientos al
alumnado; fundamos la revista escolar mensual El Estudiante, que imprimíamos con tan precarios elementos y
subsistió hasta 1929, cuando azares de la política, me privaron de mi puesto en
la Escuela.
»En 1926
fundé el periódico semanal La Nota , que llegó a
ser diario, haciéndolo imprimir en una pequeña imprenta local, hasta que pude
instalar, en 1928, imprenta propia, adquiriendo una vieja Marioni y una no
menos vieja linotipo, la primera que llegó a esta ciudad, modelo Nº 4, que ya
había trabajado muchos años en La Nación , según
referencias de la casa vendedora, de las que iba desprendiéndose al adquirir
modelos nuevos. Subsistió La Nota
hasta 1947 en que, para vivir tranquilo (otra vez la política), me vi precisado
a desprenderme del periódico, y de la imprenta, que desapareció como muchos
otros en es época; yo escribía en idioma radical y no era el idioma del partido
gobernante.
»Nunca tuve
utilidades haciendo periodismo, por vocación, como se hacía en aquellos tiempos
en campaña; mi periódico duró tanto tiempo porque salvaban la situación los
demás trabajos que se hacían en la imprenta. No obstante tener mi periódico,
fui corresponsal de los diarios La Tierra , 1927, y La Acción ,
1930, de Rosario.
»Tardé en
desacostumbrarme al olor de la tinta de la imprenta, pero pude orientar mi vida
en otras actividades, actuando en el comercio y la industria, siendo en la
actualidad gerente de un importante establecimiento metalúrgico, Cerraduras y
Herrajes Mario S.A.
»En lo
social y cultural, puedo decir que fui de los primeros dieciocho socios del
Rotary Club local, institución internacional de servicio, en lo que sigo
actuando en la categoría de veterano activo. Socio protector de la Biblioteca Bernardino
Rivadavia; socio fundador de la Biblioteca Florentino
Ameghino y de la Asociación Cultural ;
socio vitalicio del Club Social; socio fundador de El Círculo, Social y
Deportivo, del que soy socio honorario desde 1948; socio fundador de la Sociedad Tiro Federal del Aero
Club; la Asociación Española
también me cuenta en sus registros, así como en los de varios clubes
deportivos, a cuyo desenvolvimiento siempre me fue grato contribuir.
Estimado
Jefe de Corresponsales; confieso que estoy un poco viejo para andar atrás de
noticias y atender como Ud. Quisiera esta corresponsalía. Así lo hablamos con
el representante administrativo de ese diario, señor Antonio C. Ferro, ya en
mayo de 1971 en ocasión de su grata visita...»[3]
La familia de Nemesio Valbuena estaba integrada
por su esposa Teresa Comba y sus hijas Leda y Diana, a los que posteriormente
se sumaron sus yernos Miguel Mardoni y Héctor Zanetta quiénes hasta el momento
de morir le habían regalado la sonrisa de nietos Diana María y Leonardo
Mardoni. Entre sus amistades podemos citar a los doctores Gabriel y
Tonella, a Omar Lassaga, a Manuel Andrada y a don Vicente Leoni quién dirigió
la obra histórica Cañada de Gómez, hoy,
donde Valbuena escribió los Aportes
Históricos que dieron comienzo a ese libro editado por el Centro Económico
en 1963.
Quizás aquella carta que
escribiera don Nemesio en 1973, donde expresa de sentirse un poco viejo sea que él mismo sintiera que su
cuerpo ya estaba para otras cosas, de cuidar a sus nietos, de disfrutar de la
vida jubilatoria sin preocupaciones.
VALBUENA JUNTO A UN JOVEN JOSÉ RAMACIOTTI |
El 4 de abril de 1976, a los 81 años, murió
de un infarto quién fuera hasta ese entonces el periodista más longevo de la
ciudad. Aquel radical que desde los medios, como alguna vez lo hizo Mitre
cuando fundó La Nación ,
intentara desde sus páginas aportar algo a los destinos de la ciudad. Escribió
las fuentes más importantes en las que muchos historiadores hoy buscan para sus
trabajos. En Estrella de la mañana, José Ramaciotti, hoy con sesenta años
dirigiendo el medio que él mismo fundó, expresó que la «muerte de don Nemesio
Valbuena enluta como en muy pocas ocasiones a nuestro Diario(...) Perteneció a
la época dura del periodismo. Con menos medios. Con una economía trabada. Con
la técnica en pañales. Se gastó en jornadas sin premio, que no llegaron a
lijarle nunca del todo, todas las aristas del periodista que mantenía
intactas.(...) Ojalá cuando nos vayamos, alguien pueda decir de nosotros y
decir nuestro nombre en el momento del último adiós, con tanto respeto, con
tanto pesar.»[4] Dos años más tarde, con
motivo del Día del Libro, la Escuela Normal
Nº 207 Juan F. Seguí, la
Asociación de Ex Alumnos y la Biblioteca Pablo
Pizzurno le rindieron un homenaje a Valbuena inaugurando la Sección de Periodismo Escolar Nemesio Valbuena.
En aquella jornada Dante León Morales, director de la Normal ,
expresó que «siento orgullo que un hombre de la talla civil de don Nemesio
Valbuena haya pertenecido a la planta docente del establecimiento»[5]
Nemesio Valbuena junto a Elías
Bertola conforman, junto a Juan Bima, Mario Maero y Vicente Leoni, el primer grupo
de hombres que no le temieron a escribir la historia de la ciudad. Hombres
cultos, progresistas y transparentes, que a través de sus letras dejaron
plasmadas las bases de aquella Cañada que nació bajo los hierros del
Ferrocarril, con aroma a tierra húmeda en el trigal de sus campos.
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