Tercer domingo de octubre. Adriana madre.

En el día de la madre, vaya mi homenaje a las madres que sufrieron las torturas, violaciones y robos de sus bebés.
Este es una poesía escrita por Jorge "Talio" Peloni, un gran amigo mío y de mi viejo...

“Íbamos a gran velocidad por la ruta que une La Plata con Buenos Aires cuando nació mi bebé. El auto paró en la banquina enfrente de los Laboratorios Abbot, por lo que decían ellos. Mi nena nació bien, pero se cayó del asiento en donde yo estaba acostada con las manos atadas atrás y los ojos vendados. Quedó tirada en el suelo colgando del cordón umbilical. No me la querían dar, Señor. Yo estaba totalmente desnuda, con la nena colgando del cordón y llena de sangre. Era de noche. Me tuvieron tres horas así, con mi bebé en el suelo del auto y yo sin poder hacer nada por recogerla. Luego llegó el Dr. Bergés, cortó el cordón y se fue. Luego de un rato, alguien la puso encima de mi vientre.”
Testimonio de Adriana Calvo de Laborde, en el Juicio a las Juntas Militares. Año 1985.

Su panza se mueve, su vientre palpita
son nueve los meses, está por nacer.
Le pide al Señor que venga sanita,
quizás se dé el gusto de verla crecer.
Que ame la vida y se sienta libre,
que pueda pensar, que quiera soñar
¿Habrá un mundo nuevo? Pronto ha de saber.

Su cuerpito irrumpe y quiebra el silencio
un llanto estridente, parece un clarín.
Adriana ha parido y un manto de suerte
ya cubre a la niña. La vida ha vencido
otra vez a la muerte.

Verde esperanza sus ojos
como el padre ha de tener
¡Caramba!, qué dulce, qué inquieta, qué bella,
… Adriana imagina… no la dejan ver.
Sus manos atadas detrás de la espalda
hacen que no acune a su nuevo ser.
¿Por qué, soldadito, no libras sus manos?
piensa que tu madre también fue mujer.

Tal vez algún día –muy pronto quizás–
el poder insaciable ya no pise mas
al padre que lucha, al púber que sueña,
la niña que nace, la madre que engendra,
y florezcan rosas en sus corazones.
¿Acaso es difícil?, ¿Por qué no soñar?.

Los meses pasaron, el alba clarea,
las dejaron libres después del horro.
Tuvo ella la suerte que cien madres no.
No importa ni el cómo, ni el dónde ni el cuándo
Adriana y su niña ya libres están.
Se ven muy cansadas, parecen perdidas,
el retorno a casa está allí nomás.

La Dra. Adriana Clavo de Laborde fue secuestrada en julio de 1977 por las Fuerzas Armadas. Mientras permaneció detenida dio a luz un bebé, y luego de varios meses fue liberada y tuvo la suerte de poder retener a su hijita. Con el advenimiento de la democracia, Adriana Calvo prosiguió junto a su marido con su profesión de Investigadora Médica en la Universidad de La Plata, e integró desde entonces varias organizaciones de Lucha por los Derechos Humanos hasta su reciente fallecimiento en diciembre de 2010.

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