Yrigoyen, Perón, Illia y Fernández de Kirchner


El petróleo se descubrió en nuestro país, más precisamente en Comodoro Rivadavia, durante la gestión de José Figueroa Alcorta en 1907. A raíz de este hecho se dicta la primera ley de regulación de la explotación, que prohibía su privatización y su concesión.  De esta manera de asienta un primer hecho estatista que es antecesora de Yacimiento Petrolíferos Fiscales, YPF.


Pero el gran impulsor de YPF es el radical Hipólito Yrigoyen, cuando en 1922 crea la entidad a pocos días de que asuma su sucesor Marcelo T. de Alvear, quién nombra el 16 de octubre al General  Enrique Mosconi como su primer Director General, cargo que ocupó hasta el golpe de estado producido en 1930.
Desde su fundación, la empresa realizó todas las actividades que fuesen necesarias para la explotación de petróleo, incluyendo incluso la fundación o rápido engrandecimiento de pueblos cercanos a zonas con reservas de petróleo, como la citada Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut, Las Heras, Cañadón Seco, Caleta Olivia en Santa Cruz o Plaza Huincul en Neuquén.
De acuerdo con la doctrina del General Mosconi y de Hipólito Yrigoyen, la empresa tuvo el monopolio legal del petróleo durante toda su existencia como Sociedad del Estado, a pesar de que también existía una considerable participación en la industria de las multinacionales Shell y Esso. De todos modos, su producción siempre superó con creces la del sector privado, lo que de hecho era el objetivo buscado por Mosconi: el fisco debía contar con una gran empresa, para poder hacer frente a reclamos individuales que fueran contra el interés general del país.
La Década Infame que gobernó desde 1931 a 1943 dejó a YPF con una importante debilidad institucional y el gobierno de Juan Domingo Perón buscó el oxígeno necesario en empresas extranjeras para incrementar la producción, hecho frustrado por la oposición de distintos sectores incluso del propio peronismo.
Según un informe escrito por Fernando Dachevsky, del Grupo de Investigación de la Historia Económica Argentina-CEICS, llamado “Las verdades del petróleo peronista” expresa que:
El crecimiento de la petrolera estatal tenía un límite muy concreto: la falta de capital. A su vez, hacia la segunda mitad del gobierno peronista, el mercado interno no podía ser satisfecho sólo con YPF y, por lo tanto, comenzó a agravarse la negatividad de la balanza comercial. Luego de la crisis de 1949, se evidenció que las exportaciones generales no podían hacer frente a la creciente necesidad de importaciones, dentro de las cuales el petróleo ocupaba un lugar creciente.
El problema era la falta de capital y Perón era plenamente conciente de las debilidades de la industria local para poder financiar las inversiones necesarias. Así lo afirmaría en la mencionada sesión del Congreso de la Nación: “la cuestión no radica en la falta de combustibles, sino en los medios para localizar y extraer de nuestro subsuelo toda esa enorme riqueza potencial”.
Para resolver la cuestión, Perón arreglaría con la Standard Oil de California la realización de un contrato por el cual, en términos generales, la empresa ponía el capital necesario e YPF se comprometía a comprarle la producción. Pocos meses después de presentado el proyecto, el gobierno de Perón caía y el contrato con la Standard Oil se frustraba. Sin embargo, Frondizi suscribió contratos petroleros similares, con varios capitales de distinta procedencia. El resultado: la producción local se expandió como nunca antes, casi cuadruplicándose en sólo 10 años.
Ahora bien, durante el gobierno de Arturo Frondizi había una grave situación petrolera en Argentina, existía un consumo de quince millones de toneladas de petróleo, pero en el país sólo se producían cinco millones, por lo tanto debía importar diez millones de toneladas para llegar a abastecer de petróleo el país. Todo esto representaba el valor de una tercera parte del producto de las exportaciones. Una de las primeras metas del gobierno de Frondizi fue la de producir todo aquello que se importaba. La explotación de petróleo y su autoabastecimiento fue uno de los primeros logros: las reservas de petróleo aumentaron casi en un 50%, pasó de 390.000.000 a 590.000.000 de toneladas de reservas en todo el país y también se quintuplicó la producción de gas.
En el invierno de 1958, dispuesto a promover la inversión extranjera pero sin contar con YPF, y con medios para aumentar la producción en Argentina pero sin divisas para importar petróleo, resolvió negociar con una subsidiaria de Standard Oil un contrato de explotación petrolífera. Fue muy criticado por ello, ya que iba en contra de lo que había postulado en su famoso libro Petróleo y política, escrito antes de su asunción presidencial en 1954. Esto generó algunas manifestaciones y tensiones en algunos sectores peronistas. Félix Luna dijo sobre el tema: «más que un reproche político, se trataba de un reproche moral».
Como consecuencia, el 24 de julio del año 1958 el presidente brindó un discurso ante el país, explicando los problemas y las consecuencias que tenía el seguir importando petróleo. El gobierno así anunció «la batalla del petróleo», cuyo objetivo era el de lograr el autoabastecimiento petrolero como sea. En su discurso dio la razón de su giro ideológico, consistiendo sencillamente en que en Argentina no había «ni un gramo de oro para YPF», y que habría que atraer los capitales extranjeros para explotar el hidrocarburo, aunque las petroleras se llevasen parte de las ganancias del sector. A continuación, una cita del discurso del 24 de julio de 1958, en la cual explica el porqué de su giro ideológico.
«Cuando asumimos el gobierno, las reservas de oro ascendían a 125 millones y medio de dólares, y el conjunto de oro y divisas a poco más de 250 millones de dólares. Del 1 de mayo al 31 de diciembre de [1958] habrá que cumplir con compromisos por valor de 645 millones de dólares en el exterior. No disponemos, por lo tanto, ni de un gramo de oro en el Banco Central para YPF».

Aunque las políticas petroleras trajeron resultados positivos en poco tiempo, sus políticas fueron duramente criticadas, ya que en los primeros meses salió más caro extraer el petróleo argentino que comprar petróleo extranjero (unos 350 millones de dólares), a causa de la compra de la maquinaria necesaria para ello; pero más tarde, cuando se empezaron a perforar los pozos, se pudo ver la diferencia de poder explotar petróleo en el país a tener que comprarlo. Pero había otro problema, que fue más polémico: Frondizi había escrito, antes de su asunción presidencial, el libro Petróleo y Política con una gran postura antiimperalista, en el cual, entre otras cosas, decía que YPF era capaz de lograr el autoabastecimiento de petróleo para el país, sin tener que pedir ayuda en el exterior. Su acción de contratar empresas estadounidenses para la exploración y extracción de petróleo era todo lo contrario a lo que había expresado en este libro. Se trataba de crear fuentes de trabajo en el país, y de extraer el petróleo de una manera racional.
Esta política petrolera estaba basada en lo que Frondizi y Frigerio llamaron «nacionalismo de fines», contrapuesto al «nacionalismo de medios». El primer «nacionalismo» instaba en alcanzar los objetivos por cualquier medio, mientras que el segundo se centraba en los medios a cómo conseguirlos.
El siguiente presidente democrático Arturo Illia rompería los contratos firmados por Frondizi en 1958, y según expresa Osvaldo Álvarez Guerrero, en su libro “Arturo Illia, la ortodoxia republicana”:
Luego de una amplia amnistía política, el 15 de noviembre de 1963, Illia firmó los decretos 744 y 745, que derogaron los contratos petroleros, declarados “nulos, de nulidad absoluta, por vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación”. Al recordar aquella decisión, Illia aseguró que en una tensa conversación privada respondió al subsecretario de Estado norteamericano, Averel Arriman, enviado por el presidente Kennedy, cuando lo amenazó con la suspensión de la ayuda económica al país: “Creo que es un error del gobierno de Estados Unidos (...) La actitud del gobierno argentino es irreversible (...) No tenemos más nada que conversar, hemos terminado la entrevista”. Los contratos habían sido otorgados por decreto y por decreto fueron anulados.
Preciso es citar también lo expresado por Arturo Illia:
“En el plan de largo plazo se fijarán las prioridades de inversión en el sector público y las medidas a tomar para el aliento de la actividad privada. Nuestra acción tenderá a afirmar las posibilidades del país, dueño de su presente y con plena capacidad para trazar su destino; mejoraremos, con plena autonomía, los resortes fundamentales de nuestra política económica tal como reiteradamente lo hemos expresado. Petróleo, energía eléctrica, transportes, siderurgia y servicios públicos son actividades en las cuales el Gobierno ha de jugar un papel fundamental a través de la inversión y de su explotación, y hemos de ser persistentes en la obtención de altos niveles de eficiencia por parte de los organismos estatales. (...) En materia de política de petróleo cumpliremos lo prometido reiteradamente. Los contratos que fueron suscritos a espaldas de la ley y de los intereses económicos del país serán anulados. Yacimientos Petrolíferos Fiscales será -de acuerdo con la mejor tradición argentina- la entidad rectora de nuestro desarrollo energético.”
Cómo verán, fue muy difícil mantener una política petrolera a largo plazo. Siempre los intereses privados o partidarios predominaron ante el bienestar general de los argentinos. A tal punto que en los malditos noventa, se implementó el mayor vaciamiento estatal de nuestra historia, entre ellos la venta de YPF a grupos económicos.
Ayer, 16 de abril de 2012, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tomó la decisión más importante desde la creación de la empresa. Recuperar el 51% del capital de la misma.
Criticada por la prensa maldita, por una oposición ciega, que vive cómodamente en sus mansiones o en sus empresas, que ideológicamente viven enfrentados no sólo al gobierno sino a su propia vida, la cual viven odiando y criticando todo lo que sucede.
Ayer dije en mi muro de la red social Facebook y en la de Twitter, que iba a realizar una reseña acerca de la historia de YPF y sobre todo enfocado en los gobiernos de estos cuatro presidentes. Por supuesto que se desató una ola de debates como me tienen acostumbrados mis amigos y seguidores.
Pero dejó algunas preguntas a modo de tarea para que cada uno de ustedes piense:
Si un gobierno reconoce que una cosa se hizo mal, lo revierte, y realiza la tarea que corresponde ¿Por qué lo atacamos con tanto odio?
Si durante muchos años se reclamó la soberanía de YPF ¿Por qué ahora estar en contra? ¿Por qué fue una justicialista quién tomó la iniciativa?
Si de lo único que se puede escuchar de muchos, es tirar arriba de la mesa el pasado menemista de algunos de nuestros gobernantes. Nadie de ustedes se hace cargo de De la Rúa, de Frondizi, de Alfonsín y muchos menos, porque son cobardes y no se animan a hablar, de haber estado cómodos en la dictadura militar.
Hoy reivindico la decisión de este gobierno por nacionalizar nuevamente YPF, como festejé la decisión de estatizar las jubilaciones, de la Asignación Universal por Hijos, porque hechos como estos nos pone iguales de condiciones ante una masa económicamente predominante, asfixiante y explotadora, que siempre destruyó al obrero, al trabajador, a las amas de casas, a las empleadas domésticas, a los alumnos en las escuelas públicas…
Falta mucho por hacer, pero creo que este es el rumbo…
Y amigos, no se quejen de llenos, recordemos y tengamos memoria




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