El 14 de enero de 1930 Carlos Gardel cantó en un Teatro
Verdi colmado, junto a los guitarristas José María «Indio» Aguilar y Guillermo
«Negro» Barbieri. En una charla que Elede Damiano mantuvo con quién esto
escribe recuerda que a Gardel llegó la misma tarde del 14 a la Estación Cañada
de Gómez, donde ante la presencia de un grupo de niños un grupo de ellos se
ofreció a llevarle las maletas al cantor hacia el Hotel Universal y él mismo
Gardel le entrego una propina sumamente abultada por aquellos años. También por la tardecita, después de un breve
descanso se lo vio caminar por el centro de la joven ciudad. También Elede
destaca la enorme generosidad de Gardel, que el llegar al teatro encontró una
buena cantidad de jóvenes que no tenían dinero para ingresar, fue el mismo
Gardel quién los hizo entrar para que no se perdieran el espectáculo.
Gardel cantó con la elegancia que lo caracterizaba, con
elegante frac, después cambio su vestuario con un traje de gaucho y enamoró a
los cañadenses con una veintena de canciones. Gracias a la acústica que tiene
el Verdi, una de las mejores del país, la voz de Gardel se escuchó hasta en la
calle, donde al abrir las puertas Matrone, quién gerenciaba el Teatro, una
multitud colgada de árboles, de los balcones de la casa de Albertengo y en la
vereda misma fueron también testigos de la presencia de nuestra estrella
nacional. En nuestro Museo contamos con una copa, que esa noche utilizó Gardel
en el Bar Barón, ubicado en Rivadavia y Moreno, donde se tomó un vermut Cívico.
Otros testigos recuerdan haberlo visto en la Confitería El Molino de Martorell,
Lavalle y Moreno o bien en La Perla ubicada en Lavalle 941.
El 15 de enero de 1930, un día después de la visita de
Gardel, la ciudad recibía el Dr. Alfredo Palacios que por aquel entonces era el
presidente de la Unión Latinoamericana y miembro del Consejo Superior de la
Universidad de La Plata. Palacios en 1904 se convirtió en el primer legislador
socialista de la historia, en 1912 fue reelegido pero renuncia en 1915, después
de haber sido expulsado del socialismo por batirse a duelo y fue reincorporado
en 1928 al partido. Su visita fue organizada por la Biblioteca Rivadavia y al
igual que Gardel, su presencia también colmó la sala del Teatro Verdi, cuya
disertación se tituló Problemas de América Latina.
Justo Peralta pensaba tener un verano tranquilo, las
elecciones comunales de finales del ´29 le daban un respiro ante la crisis
económica. La lista radical yrigoyenista encabezada por Juan Cravero, Manuel
Martínez Pombo y Carlos Peverelli habían obtenido 939 votos, los demócratas
progresistas con Hugo Romegialli, Federico Neuhaus y Salvador Sabella
consiguieron el segundo lugar con 718 y la lista de los alvearista con Miguel
Magallanes, Joaquin Castells y Enrique Goñi 439 votos. Pero algo imprevisto iba
a suceder. El 8 de enero renuncia el presidente del Concejo Luis Dalledone
haciendo gravísima acusaciones contra el intendente Peralta. Las mismas fueron transcriptas
por el periódico La Nota pero lamentablemente alguna mano extraña arrancó las
hojas de ese día en la colección completa que se encuentra en la Biblioteca
Rivadavia y tampoco cuenta el Museo con un ejemplar de ese día. Entre los
pedazos existentes pudimos leer que la principal acusación vertida por
Dalledone y apoyada por el ex concejal Ardigó fue el contrato con la Compañía
de Luz Eléctrica inclusive tratando de «farsa» la respuesta del intendente ante
el reclamo. Pero una semana después, La Nota publicó una severa nota contra el
Ejecutivo Municipal titulada Reclamamos un Intendente…
«Sufrimos, sentimos,
observamos como lo más respetable de nuestro sentir nos impulsa a reclamar que
la justicia de los hombres sea más benévola y complaciente porque no merecemos
tamaña desconsideración y miseria, pero retrocedemos porque somos cobardes.
»Tenemos la evidencia para
proceder con razones bien fundamentadas, porque pesa sobre el Intendente
Municipal un proyecto de enjuiciamiento presentado por el ex concejal Ferruccio
Ardigó que probará una desequilibrada administración, pesan cargos de verdad
irrevocables expuestos en su renuncia por el ex concejal y presidente Sr. Luis
Dalledone, sin que hasta estos momentos se haya atrevido a desmentir aquellas
acusaciones porque no sería posible refutar cargos tan claros y terminantes,
sin que un nuevo juicio de veredicto público le recayera con tamaña osadía.
»El intendente no nos merece
confianza, le falta honestidad y moral administrativa, oímos comentar en todas
partes y en cualquier momento, porque sus procedimientos reúnen un cúmulo de
delitos y prevenciones, que únicamente podrían apañarlo aquellos fanáticos que
no llegan a comprendernos porque suponen que hay finalidades mezquinas o
políticas en nuestra prédica»[1].
En las actas de Concejo Deliberante local, apreciamos que la
renuncia de Dalledone fue rechazada por el cuerpo legislativo por unanimidad,
formando una Comisión integrada por Romegialli, Cravero y Magallaanes que se
trasladó hasta el domicilio de Dalledone para convencerlo que la desestime.
Finalmente en la sesión del día 13 de enero se acepta la renuncia y asume en su
reemplazo Florencio Varni quién también es ungido presidente del cuerpo.
Justo Peralta |
Una vez regularizada la situación en el Concejo, el
intendente Peralta decide actuar ante la abusiva suba del precio de la carne en
las carnicerías locales y envía al Cuerpo Legislativo una ordenanza para la
autorización de puestos de ventas de carne a precios populares. Peralta
fundamentaba su idea en que «es obligación del Departamento Ejecutivo tomar
medidas y disposiciones concurrentes a cooperar con los postulados del partido
al que se debe y de los que no puede apartarse que son el del bienestar general
y de ayuda a la convivencia social de forma que sea más llevadera la pesada
carga de la lucha por la existencia, y en especial, a la clase necesitada»[2], otra
demostración más de la profunda humanidad que tenía el mandatario local hacia
la crisis económica que reinaba en la ciudad. Los puestos de carnicerías
populares fueron instalados en Bv. Ocampo y Pellegrini, local cedido por el
Comité Dr. Hipólito Yrigoyen; Bv. Ocampo y Sarmiento, cedido por el directorio
del Banco Provincial de Santa Fe; Brown 691, cedido por Miguel Viglione; Bv.
Balcarce 493, cedido por Ángel Gavioli y en el local de Juan Bonadie en calle
Progreso, hoy Iriondo.
Los primeros días de febrero se corría el rumor del
desplazamiento de Julio Peña como Jefe de Policía del Departamento Iriondo y
entre los candidatos a sucederlo se encontraban Garro y Belotti, éste último
con un paso previo en el lugar. Pero el 25 del mismo mes, se conoce la noticia
que Justo Peralta era el elegido, dejando la intendencia y tomando la jefatura
departamental como alguna vez fue su padre Cirilo. Inmediatamente comenzaron en
danza los posibles nombres a reemplazarlo en el ejecutivo municipal, recordemos
que era potestad del gobernador con la aprobación de la legislatura provincial
el elegir a los intendentes municipales. Dos personas estaban en el rumor político
de serlo, el primero de ellos el Escribano Alejandro Abaca quién se encontraba
trabajando en su registro en la localidad de Rosario y el segundo el Dr. Elías
Scheteingart. A propósito de esto, La Nota anunció que éste último había sido
el elegido expresando que…
«…por obra y gracia del último
revoltijo político, según informaciones el número puesto parece haber quedado
convertido en jefe del irigoyenismo(sic) en Iriondo, descontando aquello de que
el irigoyenismo (sic) por ser tal, no admite más jefe que Irigoyen (sic), de
ahí que don Elías fue llamado telegráficamente a Buenos Aires a recibir órdenes
del señor ministro Elpidio González, al que previamente se las habría
transmitido el presidente. El candidato para intendente, según adelantábamos en
nuestras páginas, era don Alejandro, pero a último momento, sus propios amigos
se encargaron de bocharle y… no es más candidato, y hasta, según hemos podido
colegir de ciertas actitudes, habría renunciado del irigoyenismo. No es, pues,
todo armonía entre los nuevos oficialistas y, o poco sabemos de estas, o no
tardarán ellos mismos en hacerse pedazos provocando nuevas disidencias»[3]
Ante la ausencia de un intendente a cargo y la negativa de
entregarle el mando al presidente del concejo por parte del gobierno
provincial, en la primera sesión del mes de marzo renuncia Florencio Varni como
autoridad máxima del cuerpo legislativo y como edil de la ciudad. Junto con él,
también dimiten Cravero y Magallanes quedando sin quórum necesario para su
funcionamiento el Concejo Deliberante. Estos dos últimos fueron reemplazados
por sus suplentes los señores Carlos Peverelli y Joaquín Castells, quiénes al
momento de asumir y elegir al nuevo presidente declararon que «han asistido a
la sesión a los efectos de su incorporación y que se encuentran dispuestos a no
intervenir en asuntos algunos por cuanto se encuentran desorientados…»[4], por
ende, en esa sesión no puedo llevarse a cabo. Finalmente, a los pocos días,
Peverelli renunció siendo quizás el concejal que menos tiempo duró en el cargo
y fue sustituido por Manuel Martínez Pombo, quién junto al resto eligió a
Alfredo Augsburger como Presidente del Concejo Deliberante. Cabe agregar, que
desde esta fecha hasta el 11 de junio, día en que sesionó por última vez, el
Concejo nunca funcionó como corresponde primero por falta de quórum y después
de rencillas partidarias que venían anunciando el trágico final de septiembre.
Alejandro Abaca, intendente municipal en 1930 |
Inesperadamente, el gobernador Gómez Cello, declinó la
posibilidad de designar a Scheteingart como intendente municipal y ese lugar
fue ocupado por quién desde un principio era el indicado, el Escribano Abaca.
Entre las primeras decisiones al mando del Ejecutivo fue vetar el presupuesto
que se había aprobado en la vieja composición de ediles. El resto de las autoridades
en esos tiempos eran Otto Usinger como Jefe del Registro Civil y mantuvo a los
mismos secretarios que Peralta en el municipio.
Mientras tanto la crisis económica afectaba a la empresa de
la ciudad, por ejemplo la fábrica de fideos Chiaverano Hnos se presenta a una
convocatoria de acreedores en el juzgado del Dr. Mc Guire dando una clara señal
de lo mal que la estaban pasando las industrias en la región. También nuestra
ciudad contó con un nuevo aeroplano adquirido por Francisco y José Rey, el
mismo era para turismo y pertenecía a la Havilliand Moth Cipsi. El mismo fue
traído a la ciudad por Juan Arfinetti quién aprovechaba sus primeras horas de
vuelo con el título de aviador. El Hotel Italia, propiedad de Oreste Conni,
inauguraba su nueva sede en Lavalle 742, donde se hallaba la Jefatura Policial.
Por su parte se anunciaba el retiro de la vida política del Dr. Gonzalo
Beresiartu y su partida a Capital Federal. Quién titubeo en criticarlo
duramente fue Valbuena, rival dentro del radicalismo…
«Personas allegadas al Dr.
Beresiartu le atribuyen la decisión de abandonar definitivamente sus
actividades políticas y retirarse a vivir plácida y despreocupadamente en
Buenos Aires. Y aseguran esos propaladores del chisme, que tal decisión la toma
amargado por la inconsecuencia partidista, la felonía, el abandono de que es
víctima ahora por sus aliados y compinches de hace poco menos de un mes…
»… El viejo político ladino
debe ser lo suficientemente ducho y lo suficientemente sufrido, para no delatar
su sentimiento verdadero y para no quejarse porque hoy hagan con él, lo que él
ha venido haciendo con otros desde que actúa en política.
»Si por eso fuera, hace rato
que tendrían que haberse retirado de la política muchos aliados suyos de otra
horas, no muy lejanas, a quiénes abandonó porque no le dieron todo lo que pedía
para satisfacer a su servidumbre política de entonces, algunos de los cuales ya
han tenido la audacia y la habilidad suficiente para independizarse de él y
pasar a ser casi patrones.
»El hombre, el que no hace dos
años todavía con las ínfulas propias del triunfador orgulloso de su éxito
repartía o regalaba favores, al ser interrogado por uno si habría remociones y
cesantías en el magisterio, contestó con gesto de perdonavidas distinguido:
esté tranquilo, que en el magisterio no vamos a tocar a nadie. Pero Doctor,
replicó el otro, me han dicho que a Valbuena… Ah, sí, a Valbuena si, lo piden
los amigos… Y usted comprenderá… Los mismos amigos que hoy le han dado el
esquinazo, decíamos que no habrá sido por las ingratitudes sino que el hombre
se habrá dado cuenta que ya no tiene chance política y que conviene más una
retirada a tiempo que una batalla perdida, como diría por ahí cierto amigo…
Estamos por creer que eso de retirarse de la política es una mentira
convencional…»[5]
Como vemos en el texto, Nemesio Valbuena aprovecho la
ocasión para devolverle algunos viejos rencores hacia el Médico de los
Pobres como conocemos al Dr. Beresiartu, un gran benefactor de la ciudad.
No mucho podemos hablar de la gestión de Alejandro Abaca, la
que apenas duró seis meses, meses donde los reclamos por deudas atrasadas y el
mal estado de las calles eran comunes escucharlas. Y muy poco tenemos que decir
de la misma, ya que como decíamos anteriormente el Concejo estuvo paralizado,
pero tampoco tuvo margen para trabajar cómodamente en el sillón principal del
municipio.
Durante 1930 hubo un gran movimiento Pro Nacionalización de
la Escuela Normal, donde hubo numerosas asambleas populares presidida por personajes
notables de la ciudad, cuya solicitada en los medios expresaba…
«Cumpla con el deber
ciudadano. No deje de concurrir mañana a la gran Asamblea Popular Pro
Nacionalización de la Escuela Normal, que se realizará en el Teatro Infantil,
Rivadavia 960, poniendo en evidencia su espíritu progresista, su interés por el
adelanto de la ciudad y el afán porque se eleve el ambiente cultural. Si tiene
usted hijos, por sus hijos, tal vez futuros maestros que habrán de educarse en
el mencionado establecimiento; si no los tiene por los de los otros, que más
noble, más humanitario será su adhesión»
En ese acto tomó la palabra Miguel Barrios, médico de
señoras y niños cuyo consultorio se emplazaba en Rivadavia 1257, manifestó…
«La nacionalización de la
Escuela Normal se hará por obra del mismo pueblo. La vida de los pueblos, no ha
de ser única y exclusivamente mercantilistas, es necesario variar su aspecto,
infiltrar nuevas ideas, cooperar con nuevos sentimientos al engrandecimiento de
los mismos, como medio factibles de hacerlos grandes y dignos de ser admirados.
Justa y digna es, pues, esta magna reunión de esta noche, que involucra un
sentimiento popular, en bien de un anhelo común, cual es la nacionalización de
nuestra Escuela Normal»[6]
Justo Peralta otra vez estuvo en el ojo de la tormenta en el
medio más masivo de esos tiempos como el periódico de Nemesio Valbuena cuando
se denunció un serio conflicto con los colonos cañadenses. En realidad los
arrendatarios estaba en un conflicto similar al Grito de Alcorta con los
propietarios de las tierras y Peralta no quería ese Grito en su terruño.
Entre los líderes de ese movimiento se encontraban Felipe Menozzi, Americo
Badaloni, Luis Pistelli y Luis Lipori. Cabe agregar que Peralta, Jefe de
Policía departamental, en esos días se
encontraba en la ciudad de Buenos Aires y en el conflicto estuvo presente su
secretario Juan B. Pellegrini
«Desde hace tiempo los colonos
de esta zona mantienen un conflicto con los terratenientes por negarse estos a
hacer la rebaja, insignificante puede decirse de $8 por hectárea, en el precio
de los arrendamientos, que es una ínfima
parte de lo que año tras año han venido aumentándoles, amparados por la falta
de una buena ley de protección para los trabajadores de la tierra… Algunos de
estos, comprendiendo la justicia que asiste a los colonos en sus reclamaciones,
con un más amplio espíritu de humana solidaridad, ya han firmado el arreglo propuesto,
quedando en pie el conflicto circunscripto solamente a los campos de Moreno y
de Del Sel, trabajados por unos cientos sesenta colonos. Es un movimiento pacífico
y legal; el interés del dueño o sub arrendador de la tierra, frete al interés
de que la trabaja, y ellos dos son los que, sin influencias extrañas, y menos
de carácter extorsivo, por conveniencia mutua deben armonizarse.
»No parece entenderlo así la
jefatura de policía local, cuyo secretario, no sabemos si por inspiración
propia, pretende inmiscuirse en el asunto ajeno por completo a su incumbencia
desde que no hay alteración del orden, para proteger los intereses de los
señores Del Sel y Moreno, atentando contra los de los colonos y de la
Federación Agraria a la que niega personería y ha llegado hasta a calificar de
estafadora.
»Pretende el secretario de la
Jefatura de policía que los colonos acudan a esta solucionar su conflicto, con
su mediación, la que según sus manifestaciones, piden los terratenientes que,
como el secretario, niega a la Federación Agraria el derecho de intervenir en
el conflicto, por intermedio de sus delegados. Pero no para ahí su intromisión,
sino que aprovecha toda oportunidad para echar sombras, empeño vano, sobre la
institución mencionada que reúna en su seno más de veinte mil colonos,
aconsejando a los que aquí están en conflicto que se desliguen de ella, que les
está defendiendo; y a los que quisieron oírle manifestó que a uno de los
colonos en huelga, que se cambio de campo, le habían estafado cien pesos…»[7]
El secretario Juan Pellegrini, respondió a la semana que…
«Procedí de consecuencia, y
cité de comparendo a los ya nombrados, a quienes impuse de la necesidad de que
ese movimiento agrario se disolviese dentro de la mayor normalidad y sin
violencia que obligara a la policía a intervenir en su carácter de tutora del
orden y la libertad de trabajo que esta implícitamente consagrada en nuestras
leyes»[8]
Finalmente el conflicto se arregló sin la necesidad de la
utilización de la fuerza pública y los colonos firmaron un documento que expresaba
entro otros puntos «pedir el campo en arrendamiento por medio de un contrato
colectivo, ofreciéndose a su propietaria la suma de cuarenta y cinco pesos
moneda nacional por cuadra cuadrada; autorizar a la Federación Agraria
Argentina para que los represente y firmar en garantía lo pactado, un pagaré a
razón de 45 pesos moneda nacional el cual solo se cobrará en el caso de que el
firmante no cumpliese con todo lo establecido en este convenio…»[9].
El 24 de mayo abrió su puerta Tienda La Imperial,
fundada por Luis Rodríguez y Cresencio Cejas, en la esquina tradicional de
Lavalle y España. El 1 de julio abrió sus puertas el Banco Agrícola de Cañada
de Gómez, cuyo directorio estuvo encabezado por Eduardo Sonnet presidente;
Domingo Albertengo vice; Miguel Mondino secretario; Ottorino Beltrame, Luis
J.Koller, Alfredo Albertengo y Carlos Perassi vocales. El 4 de julio en la
confitería La Perla se constituyó el Círculo de Ajedrez, que
posteriormente se transformara en el actual Club El Circulo Social y Deportivo,
quedando su primera comisión directiva integrada por el Dr. Enrique Padula
presidente; Julian Baulíes vicepresidente; Francisco Torné secretario; Natalio
Albertengo tesorero; Dr. Santiago D´Onofrio, Dr. Arnaldo Migoni, C. Catella,
Arturo Augsburger y Dr. Félix Pagani vocales. El 23 de agosto se realizó un
mitin del Partido Comunista en conmemoración de los mártires Sacco y Vanzetti.
Gaspar Ciliberto reemplazó como Jefe del correo Benjamín Chiarlone.
Seguramente hay un antes y un después del año treinta en la
historia argentina. Fue el año donde por primera vez se quiebra el orden
constitucional, donde el Ejército Argentino con la complicidad civil se
arrogaba el poder de decidir sobre la voluntad popular de elegir a sus
gobernantes, un período que duraría sesenta y tres años dejando un saldo enorme
de víctimas, donde tan sólo un gobierno legítimamente elegido pudo culminar su
mandato, aunque truncado el segundo, que él fue el del General Juan Domingo
Perón. Y nombro solamente a éste porque los ocurridos entre 1932 y 1943 fueron
gobiernos manchados por el fraude y la proscripción en la lamentada Década
Infame.
¿Que Yrigoyen estaba débil?, puede ser. ¿Qué el contexto
mundial no nos favorecía?, puede ser. ¿Qué la feroz interna desatada en el seno
radicalismo amenazaba al Caudillo?, también es cierto. Pero nada justificaba lo
ocurrido el 6 de septiembre cuando el Teniente General José Félix Uriburu tomó
por asalto el poder derrocando al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen.
Los tiempos previos a esa jornada no eran los mejores para una gestión, el
radicalismo bajo su mística de religión cívica se identificaba como una causa
que se oponía a la oligarquía que había gobernado al país hasta 1916. Eran los
representantes de un pueblo obrero, universitario, surgido de familias
inmigrantes y de trabajadores que apostaron en Argentina una prosperidad que
Europa le negaba. Yrigoyen era la expresión máxima de esa ya había sabido
despertar en la campaña electoral de 1928 una gran expectativa acerca de lo que
podía realizar, «los gobiernos de Yrigoyen y de Alvear fueron, junto con el de
Urquiza, los que hasta 1930 más utilizaron la vía de la intervención federal en
diecinueve ocasiones. Todas las provincias, salvo Santa Fe, fueron intervenidas
por lo menos una vez, algunas hasta tres veces durante el primer gobierno de
Yrigoyen»[10],
lo cual «no deja de ser una paradoja, la principal fuerza propulsora de la
democratización política apeló a una práctica institucional que, de hecho,
ocluía la posibilidad de afirmar y profundizar la democracia. Por añadidura,
cuando el radicalismo tuvo el control del Parlamento, básicamente el de la Cámara
de Diputados, no vaciló en aplicar la tiranía del número para rechazar
los diplomas de legisladores representantes de la oposición e incluso cuando
procedían de escisiones del tronco partidario, como en los casos de los
elegidos por las producidas en Mendoza (lencinismo) y en San Juan (cantonismo)»[11]
Pero cómo pudo caer un gobierno que el 2 de marzo de 1930
ganara las elecciones con casi el 42% de los votos, seguido muy lejos por el
Partido Conservador con el 16%. Podemos citar siete puntos clave que
desembocaran en el golpe…
«1) La crisis económica
mundial de 1929, tuvo inmediatas repercusiones en la economía argentina. Los
ingresos de la Aduana disminuyeron debido a la disminución del comercio
internacional, quebrando numerosas empresas y comercios. El peso nacional
perdió valor, disminuyeron las exportaciones y las importaciones, y esto fue
acompañado por una baja en los salarios y por una creciente desocupación.
»2) Los problemas económicos
enfrentaron al gobierno de Yrigoyen con todos los grupos sociales que lo habían
apoyado. Las principales entidades que agrupaban a los terratenientes y
exportadores se aliaron contra Yrigoyen y buscaron el apoyo de grupos del
Ejército.
»3) En 1929 todo el sistema de
control del gobierno radical, dependía de seguir manteniendo alto el gasto
público. Ante la crisis, Yrigoyen disminuyó su ritmo hasta que llegó un momento
en el que resultó insuficiente para sostener la estructura creada. Los sueldos
de la administración pública comenzaron a atrasarse y no se creaban nuevos
cargos estatales. En los meses previos al golpe, el gobierno redujo aún más el
gasto e intentó despedir a empleados públicos. Todo esto provocó el derrumbe
del apoyo de las clases medias al gobierno.
»4) El descontento militar con
la administración yrigoyenista, producida por el desplazamiento de aquellos
militares que habían acompañado la gestión de Alvear y por el sistema de
ascensos y promociones por el que muchos se sentían perjudicados.
»5) El avance de una corriente
de opinión antidemocrática que ponía en duda los beneficios del voto universal
y que advertía sobre la necesidad de gobiernos fuertes como única garantía de
orden cuando los desbordes provocados por líderes demagógicos (como ellos
calificaban a Yrigoyen) volvían ingobernables a los sectores populares. En
síntesis, ante la crisis, el sistema liberal democrático era incapaz de
revertir la situación.
»6) El avance del discurso
nacionalista, que definía a la democracia como la dictadura incontrolable de la chusma y de los demagogos. Con influencias de la derecha autoritaria
europea, estas ideas adquirieron rápida difusión en algunos medios de prensa,
en sectores medios y altos y en algunos sectores del Ejército. Grupos como la Liga
Republicana crearon un clima de violencia en las calles para generar la
idea de desgobierno. Lentamente fue tomando forma la idea de presentar al
Ejército como el instrumento más preparado para superar la crisis y regenerar
los valores perdidos por la demagogia imperante.
»7) El Congreso había dejado
de ser operativo como cuerpo legislativo, y en esto le cabía una gran
responsabilidad a los legisladores yrigoyenistas»[12]
Uriburu, el primer golpista del siglo XX en Argentina |
Dos hombres fueron claves en el Golpe del Treinta, el
primero de ellos Uriburu, salteño nacido el 20 de julio de 1868 y perteneciente
a una familia de posición social y económica prominente, inició su carrera
militar en 1885 ingresando como cadete en el Colegio Militar. Con el grado de
subteniente era uno de los jefes de la Logia de los 33 Oficiales que participó
en la organización de la Revolución del Parque en 1890. En 1907 fue nombrado
director de la Escuela Superior de Guerra y luego de un viaje de estudios de
tres años en Alemania ascendió a general de división. En 1922 fue designado
inspector general del ejército, por el presidente Marcelo T. de Alvear e
integró el Consejo Supremo de Guerra desde 1926 hasta que Yrigoyen lo hizo
retirar por haber alcanzando la edad reglamentaria. El otro, Agustín Pedro
Justo, entrerriano nacido el 26 de febrero de 1876, hijo de un exgobernador de
la provincia de Corrientes, inició su carrera militar a los 11 años al ingresar
en el Colegio Militar de la Nación. Todavía cadete, integró la columna de los
sublevados en la Revolución del Parque y fue arrestado.Retomó su carrera al
ser amnistiado y, paralelamente, estudió ingeniería civil en la Universidad de
Buenos Aires. De orientación política afín al radicalismo antipersonalista,
opuesto al sector partidario de Hipólito Yrigoyen, tuvo buena relación con el
presidente Alvear, que en 1922, cuando tenía el grado de coronel, lo nombró
Ministro de Guerra. Cabe mencionar que Justo no aceptó ningún cargo en el
primer gobierno dictatorial, a pesar de haberle sido ofrecida la
vicepresidencia, puesto que ocupó Enrique Santamarina, del Partido Conservador.
El resto del gabinete estuvo conformado por Matías Sánchez Sorondo como
ministro de Interior; Ernesto Mauricio Bosch en Relaciones Exteriores; Enrique
Simón Pérez en Hacienda; Ernesto Padilla en Justicia; el general Francisco
Medina en Guerra; el almirante Abel Renard en Marina; Horacio Beccar Varela en
Agricultura y Octavio Sergio Pico en Obras Públicas.
Sobre el papel de Perón en este golpe, muchos de quienes
viven de la distorsión histórica han querido poner como protagonista al
entonces Capitán como figura importante en el armado del mismo. El mismo Perón
se encargó de explicar que recordaba a Yrigoyen como «el primer
presidente argentino que defendió al pueblo, el primero que enfrentó a las
fuerzas extranjeras y nacionales de la oligarquía para defender a su pueblo. Y
lo he visto caer ignominiosamente por la calumnia y los rumores. Yo, en esa
época, era un joven y estaba contra Yrigoyen, porque hasta mí habían llegado
los rumores, porque no había nadie que los desmintiera y dijera la verdad»[13], agregando que «Nosotros
sobrellevamos el peso de un error tremendo. Nosotros contribuimos a reabrir, en
1930, en el país, la era de los cuartelazos victoriosos. El año 1930, para
salvar al país del desorden y del desgobierno no necesitamos sacar las tropas a
los cuarteles y enseñar al Ejército el peligroso camino de los golpes de Estado.
Pudimos, dentro de la ley, resolver la crisis. No lo hicimos, apartándonos de
las grandes enseñanzas de los próceres conservadores, por precipitación, por
incontinencia partidaria, por olvido de la experiencia histórica, por
sensualidad de poder. Y ahora está sufriendo el país las consecuencias de aquel
precedente funesto»[14]. Por eso, poner a
Perón a la altura de Uriburu o Justo, es sólo un aporte más a la gran mentira
de los que niegan haber participado en las últimas dictaduras cívicos militares
sin hacerse cargo de las nefastas consecuencias dejadas. Seis días después de
arrebatar el poder ejecutivo, el dictador Uriburu fusila en Rosario sin juicio
previo al albañil anarquista Joaquín Penina.
No sólo Crítica agitaba sus tintas en contra del gobierno
radical, en Cañada de Gómez La Nota de Nemesio Valbuena, un alvearista, tituló
el 12 de setiembre El País se libró
del irigoyenismo, el pueblo está de fiesta. En un párrafo de la nota
central podemos ver el telegrama que desde Cañada de Gómez enviaron apoyando el
golpe…
«Setiembre 7 de 1930. A S.E.
el Presidente de la Nación, General José Uriburu, Casa de Gobierno, Buenos
Aires.
»Vecinos de Cañada de Gómez se
permiten felicitar a S.E. y demás miembros de la Junta de Gobierno por su
acción altamente patriótica, como jefes superiores de nuestro glorioso Ejército
que al asumir el mando de la Nación derrocando a la dictadura que imperaba,
aseguran al país el goce de los derechos y garantías constitucionales.
»Firmado: Cap. Pedro Astargo,
Nemesio Valbuena, Pedro Canet, Juan D. Feno, Carlos Canet, Donato Feno, Juan
Comba, Dardo Pastrana, Juan Puñet, Alberto Rovere, Enrique Goñi, José Bossi,
Atilio Gallatto, Eudoro Chena, Emilio Alzugaray, Ricardo Berella (siguen las
firmas)»[15]
En la provincia de Santa Fe quién encabezó el golpe en la
misma fue el teniente coronel Benito Oiz, y desde el 6 de septiembre hasta el
22 de diciembre ocuparon el cargo de interventores Julio Cárrega, Rodolfo
Márquez, Diego Saavedra, Alejandro Bunge y Guillermo Rothe. Éste último nacido
en Villa del Totoral el 10 de diciembre de 1879. Graduado como abogado en la
Facultad de Derecho cordobesa, fue concejal de Córdoba en 1907, Juez Civil y
Comercial en 1908, Fiscal de Estado al año siguiente, presidente del Tribunal
Superior de Justicia en 1929 y dos veces diputado nacional 1912-1916 y
1918-1922 por el Partido Demócrata Nacional.
El 18 de septiembre se disuelve el Concejo Deliberante, que
no sesionaba desde el mes de junio y en esos días Abaca, que esperaba órdenes
de los interventores y no dejó la intendencia hasta designaran a su
reemplazante, le entregó al Inspector de Obras Sanitarias José María González
la entrega efectiva de los terrenos y servidumbres para la construcción de la
Usina de Aguas y Cloacas. El día 23 del mismo mes, se recibe un telegrama del
Capitán Abel Rodrigañis y el ministro de Gobierno Richieri, donde le indicaba
al intendente saliente que debía cubrir ninguna vacante en la administración
municipal. Por haberse agotado el presupuesto del año treinta se suspendió la
copa de leche a partir del 1º de octubre y finalmente el día 9 de octubre,
treinta y tres días después del golpe, es destituido el intendente Abaca siendo
reemplazado por David Miles quién asume junto a Alfredo Saybene como
secretario, Florentino Castro como Juez de Paz, Raúl Berreta Moreno Jefe de
Policia, Benjamín Chiarlone como oficial mayor, Victor Ricca tesorero, J.
Hernán Petersen contador, Dr. Luis Prenoli asesor letrado, Ing. César Torriglia
asesor técnico y Francisco Torné en obras públicas y catastro.
David Benito Miles era hijo de Enrique y Rosa Paso. Su padre
nació en Burminghan, Inglaterra, el 25 de marzo de 1862. Se radicó en nuestro
país en 1881 dedicándose plenamente a tareas agropecuarias trabajando en los
campos de la familia Paso, descendientes del legendario Juan José que fuera
integrante de la Primera Junta, en los dos Triunviratos, miembro del Congreso
de Tucumán y una figura de peso en la política nacional entre 1810 y 1833.
Mientras Enrique era uno de los hombres de confianza de los Paso, conoce a Rosa
una de las hijas de familia, con quién se casa y tienen nueve hijos de los
cuales dos de ellos fueron destacados polistas argentinos. Estamos hablando de
Juan Bautista y David, nuestro protagonista en este capítulo de la historia
cañadense.
El primer intendente de una dictadura en Cañada de Gómez
junto a su hermano, integraron el equipo Las Rosas junto a Willy Benitz
y Carlos Land que obtuvieran el Campeonato Nacional de 1919. Juntos también
integraron los equipos campeones de North Santa Fe en 1916 y 1917 y Juan
en 1923 integró el equipo de Las Rosas que ganara por última vez el máximo
torneo de polo. En 1922 la Selección Argentina de Polo «obtuvo los abiertos de
Inglaterra y los EEUU, en sus propios reductos, en una doble hazaña mundial
nunca superada, que fuera conformada por una selección argentina en su primera
gira al exterior, integrada por Juan B. Miles, Juan D. Nelson, David B. Miles y
Luis L. Lacey, hasta ese momento prácticamente desconocidos en el orden
internacional»[16].
En 1924 el deporte argentino consigue su primera medalla de oro olímpica con Los
Cuatro Grandes del Sur como se conoció a ese equipo de polo, que un 12 de
julio, Juan Bautista Miles junto a Arturo Kenny, Juan Diego Nelson y Enrique
Padilla, siendo suplentes Guillermo Brooke Naylor y Alfredo Peña Unzué
obtuvieran el máximo anhelo en un Juego Olímpico. Es preciso agregar que David
Miles, protagonista del memorable equipo de la Gira del '22 e integrante del
equipo olímpico, comunicó un mes antes de la partida que, por razones
imprevistas, no podía viajar a París. Cuatro años después, Juan Miles integra
el equipo Meadow Brook, obteniendo nuevamente el Abierto de Estados
Unidos.
Preciso es citar, que el 5 de octubre se inauguró la 2ª
Exposición Agrícola, Industrial y de Productos de Granja con la presencia del
ministro de Instrucción Pública y Fomento provincial Dr. Atilio Dell´Oro
Maini.Aquella jornada que presidió el todavía intendente municipal AlejandroAbaca
y la comisión organizadora era encabezada por el Cav. Ottorino Beltrame. Por la
noche de esa jornada se realizó un banquete en la Sociedad Española.
Pero como era la Cañada de esos tiempos, Francisco Trujillo
nos relata que…
«El progreso edilicio
disminuye su ritmo y los barrios que ayer crecían se estancan bruscamente en el
transcurso del año que dio la revolución septembrina... El pueblo corrió loco
tras él (Uriburu) pisoteando bárbaramente al ídolo del veintiocho, al autor de
las ocho horas de trabajo. Aquel acontecimiento encarnó aquí a nuevos personajes
que salieron de todos los rincones con el ánimo de corregir lo malo y efectuar
todo aquello que no se hizo jamás.
»Se dijo que los depuestos
robaron el erario público y defraudaron al pueblo por no cumplir las promesas
mil veces vertidas en los programas y en todas las tribunas levantadas en el
país antes de las elecciones; por todo eso y lo demás, el castigo aplicarían
sin atender las súplicas de nadie...»[17]
Entre las primeras medidas de Miles, fue la de tomar un empréstito
para el municipio de $25000 a 180 días con el 5% en el BPSF para afrontar las
deudas del municipio. Colaboraron con el mismo los vecinos Carlos Perassi,
Domingo y Alfredo Albertengo, Juan Borgogno, Eugenio Vázquez, Eduardo Sonnet,
Voegeli y Bessone, Andrés Frey, Agrícola Ganadera Koller, Moisés Sironi,
Antenor Beltrame Ltda. Se prohibió el juego de azar en la ciudad y se promulgó
la ordenanza de matanza de perros vagabundos, quiénes al ser capturados en la
vía pública y no siendo reclamados en las veinticuatro horas iban a ser
envenados. Sólo en el primer mes de puesta en marcha, unos treinta caniles
fueron asesinados por el municipio.
El fútbol ya era el deporte más popular en las tardecitas
cañadenses, el torneo de este año se vio manchado por la decisión de la Comisión
Directiva de suspender el campeonato y definirlo entre los ocho primeros de la
tabla en el día del fallo. El puntero en ese momento era el Club Atlético
Carcarañá, que al oponerse decidió abandonar el mismo, por no cumplirse lo
pactado al comienzo del mismo. Además de Cremería, participaron Belgrano de Las
Rosas, Sport Club Cañadense, Unión Central de Cañada de Gómez, Nacional de
Amrstrong, Newell´s Old Boys, San Martín de Tortugas, Argentino de Las Parejas,
Atlético Montes de Oca, América, Correa, Everton Argentinos Jrs., Sportivo Las
Parejas y Defensores de Armstrong. Las finales se jugaron a un solo partido en
cancha del que más puntos habría obtenido y la final se jugó en la cancha del
Prado Español donde Everton hacía de local. El título fue para Sport Club que
derrotó a América 4 a 2 e integraban el plantel Celeste Cupulutti;
Jomini y Chiara; Peralta, Avalis y Beltramone; Valdez, Garaggiola, Perrone,
Romano y Gaite.
En el fútbol argentino se desarrolló el cuarto y último
torneo organizado por la Asociación Amateurs Argentina de Football, ya que al
año siguiente la entidad se dividió en dos, la disidente Liga Argentina de
Football, que blanqueó el profesionalismo, y la Asociación Argentina de
Football ─Amateurs y Profesionales─, entidad oficial que siguió disputando certámenes
supuestamente amateurs. En el mismo los clubes se enfrentaron en una rueda de
todos contra todos, desde el 23 de marzo de este año al 12 de abril de 1931,
con un paréntesis entre el 29 de junio y el 17 de agosto, por la disputa del
Mundial de Uruguay, y un receso durante el verano. El campeón fue el Club
Atlético Boca Juniors, por sexta vez en su historia. En la Liga Rosarina se
disputó la vigésima cuarta edición de la Copa Nicasio Vila que obtuviera el Club
Atlético Rosario Central. Pero la noticia del mundo futbolístico sin lugar a
dudas fue la disputa de la Copa Mundial de Fútbol en la República Oriental del
Uruguay donde el 30 de julio de 1930, en el Estadio Centenario de Montevideo,
nuestra selección perdió la final frente al anfitrión 4 a 2. Recordemos que
ambas selecciones fueron las finalistas del torneo de fútbol olímpico de
Ámsterdam 1928. El plantel albiceleste conducido por Juan Tramutola estuvo
integrado por los arqueros Ángel Bossio y Juan Botasso; los defensores Fernando
Paternoster, Rodolfo Orlandini, Ramón Muttis, José Della Torre, Adolfo Zumelzu
y Alberto Chividini; los mediocampistas Edmundo Piaggio, Luis Monti, Pedro
Suarez y Juan Evaristo; los delanteros Francisco Varallo, Carlos Spadaro, Alejandro
Scopelli, Guillermo Stabile, Carlos Peucelle, Natalio Perinetti, Roberto Cerro,
Manuel Ferreira, Mario Evaristo y Atilio Demaria.
Las películas argentinas que se estrenaron en 1930 fueron Adiós
Argentina, Mario Parpagnoli, Musical sin sonido, drama; Añoranzas,
Eduardo Morera, Cortometraje musical; Canchero, Eduardo Morera, cortometraje
musical; La canción del gaucho, José A. Ferreyra, drama musical; El
cantar de mi ciudad, José A. Ferreyra; El carretero, Eduardo Morera,
cortometraje musical; Correos y telégrafos de la Nación, Federico Valle,
cortometraje documental; Defiende tu honor, Nelo Cosimi, drama; El
drama del collar, José Bustamante y Ballivián y Arturo S. Mom, drama; Enfundá
la mandolina, Eduardo Morera, cortometraje musical; ¡Leguisamo solo!,
Eduardo Morera, cortometraje musical; Mano a mano, Eduardo Morera, cortometraje
musical; Padrino pelao, Eduardo Morera, cortometraje musical; Pancho
Talero en la prehistoria, Arturo Lanteri; El quinielero, Eduardo
Morera, cortometraje musical; Tengo miedo, Eduardo Morera, cortometraje
musical y Viejo Buenos Aires, adiós, Horacio Coppola, documental.
Entre los hechos más importantes sucedidos en el mundo, el 13 de enero Mickey Mouse debuta en las tiras
cómicas y en Brasil, el 3 de noviembre, tras el golpe militar de la Alianza
Liberal, Getúlio Vargas es nombrado presidente. En el ámbito literario, durante
el treinta Federico García Lorca publica
Poeta en Nueva York y Así que pasen cinco años; León Trotsky, su autobiografía
Mi vida; Sigmund Freud, El malestar de la cultura; José Ortega y
Gasset La rebelión de las masas y el Teatro Del Pueblo hace apertura del
primer teatro independiente de Latinoamérica.
Nacieron en este año, el 6 de enero Oscar Camilión, abogado
y diplomático argentino; el 10 de febrero Sergio Villarruel, periodista argentino;
el 14 de marzo Jorge Barreiro, actor argentino; el 17 de marzo José Migliore, piloto
argentino de automóviles; el 14 de mayo Juan Carlos Saravia, cantautor
folclórico argentino, líder del grupo Los Chalchaleros; el 22 de mayo Agustín
Tosco, dirigente sindical argentino; el 28 de junio Taty Almeida,
escritora y activista argentina por los derechos humanos; el 2 de julio Carlos
Saúl Menem, político argentino, presidente entre 1989 y 1999; el 5 de agosto Neil
Armstrong, astronauta estadounidense, primera persona que pisó la Luna; el 6 de
agosto Ana María Pedroni, escritora argentino-guatemalteca; el 25 de agosto Sean
Connery, actor escocés y el 23 de septiembre Ray Charles, cantante y pianista
estadounidense.
[10] Persello, Ana Virginia (2001). Los gobiernos
radicales: debate institucional y práctica política. Buenos Aires. Editorial
Sudamericana. p. 59/99.
[11] Ansaldi, Waldo (2001). La trunca transición del
régimen oligárquico al régimen democrático. Buenos Aires. Editorial
Sudamericana. p. 15/57.
[14] Roberto Etchepareborda, Yrigoyen, tomos I y II, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1983.
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