Moyano demostró hoy que lo que tiene para pretender seguir al frente de la CGT es muy escaso. La ciudad funcionando normalmente fue una cachetada durísima para quien tiempo atrás creía tener en sus manos el control de la actividad gremial del país. Hubo clases, bancos, subtes, colectivos, trenes y se pudo pasar en colectivo normalmente a 5 cuadras de Plaza de Mayo. TN calculó en 25.000 los asistentes, generando un bochornoso disenso de Ernesto Tenembaum desde Radio Mitre, porque para él por lo menos hubo 35.000 almas. En cualquier caso, una pobrísima asistencia para un acto de quien aspira a proyectarse como contendor del kirchnerismo.
El discurso fue una sucesión de contradicciones. No se entiende como alguien que instigó un bloqueo salvaje para desabastecer de combustible al país el miércoles 20 de junio cuando ya incluso tenía preacordado el arreglo de la paritaria el martes 19 se presente como un dialoguista no correspondido.
Ahora vuelve la realidad y deberá enfrentar los números de su escasa representatividad para intentar retener la conducción de la CGT. Cuesta creer que si no logró torcer un solo gremio para sumarlo al paro pueda contarlos como propios para su reelección. Tuvo que hacer malabares para que no lo acompañaran sectores claramente reaccionarios y ni siquiera logró que asistiera a la plaza la fracción de la CTA opositora.
Hugo Moyano ha iniciado hoy su despedida como Secretario General de la CGT y se va de una manera penosa, apañado por quienes lo han denostado de la peor manera. Hay varias maneras de irse, varias formas de procesar el ocaso. La peor, sin dudas, es ésta: irse llevado en andas por el enemigo, por la oligarquía, por De Narváez, Macri y Pando.
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