El secreto de mis ojos Conversaciones con Emidio Capanna, un testigo de nuestra historia. Séptima nota




»Continuando de este a oeste, por  Lavalle al 500, se ubicaban la Cochería Campagnucci , hoy cochera y la Cooperativa Popular de Pan; en Lavalle y Oroño, el almacén Mary, hoy Mercado Perrone; en Lavalle al 600 la sastrería Tancredi y una fábrica de cromados; en Lavalle al 700 el Club Social; en Lavalle al 800, la sastrería de Tomassi y Salcedo, hoy venta de artículos del hogar de Juan Butassi, la sastrería Debernardi hermanos, hoy óptica Lorbaz; la relojería Calderó; el Círculo Católico de Obreros hoy Asociación Nazareth; el local de venta de revistas Grisale, hoy Casa Comarf, el Bar Sitjar, luego fábrica de pastas de Serrano, donde hoy se encuentra La Unión Sport ; en Lavalle al  900, la Librería de Adolfo Strajelevich, Joyería y Relojería Ribotta, hoy Rocky Café; la Peluquería de  damas y lustrado de zapatos de Biscoglio; en Lavalle y Pagani, la Tienda Central de Pérez Vázquez y Casariego, hoy Casa de deportes Rossetti; en Lavalle al 1000, la casa de fotografía Bossio, la Relojería Tula y el Correo, donde hoy se encuentra Galería Batisttelli, la Sede Social del Sport Club Cañadense, la Farmacia Palchik , la Tienda Barato Argentino, luego Casa Arteta a posteriori Casa Galver, hoy Casa Pardo venta de electrodomésticos, peluquería Sánchez-Contreras y el famoso Quiosco del Manco Chini; en Lavalle al 1100, la Imprenta Gusmano , hoy fábrica de pastas El Porvenir, el taller y venta de bicicletas de Horacio Abregú, hoy Unidad Básica, la talabartería de Drab, hoy pollería Drab, florería Rossi, la carnicería de Tosero, y el bar de Darío Crescini, con una cancha de bochas; en Lavalle al 1200, el corralón de construcción Casa Palmano, hoy papelera Bertolini; la Maternidad Cagnín , donde hoy se encuentra el Hospedaje Genga; en Ocampo al 600, la  Pensión Lorenzetti , hoy tintorería Capriotti; en Ocampo al 800, el Banco Provincial de Santa Fe, Venta de repuestos del automotor de Fantuzzi; Distrito Militar N° 35, actual Sociedad Italiana, Jefatura de Policía, Banco de la Nación Argentina ; en Ocampo al 900, se ubicaba la cerealera de Enrique Maier, actualmente Banco Credicoop, la Venta de combustible de Young Hermanos, hoy Relojería Krauchuk; en Ocampo al 1000, la  Cochería Sironi ; en Ocampo al 1300, la fábrica de Pachiotti, novedosa por la construcción de muebles esmaltados; en Ocampo y Pellegrini, la Imprenta Iérmoli.»
 
Otra imagen que tiene latente Emidio es la antigua fachada de La Helvética …
 
»Conocí La Helvética , que había fundado en 1904 don Abel Romegialli, cuando su edificio abarcaba sólo treinta metros de frente sobre boulevard Centenario, tenía siete años y llevaba en el sulqui a Alfredo Cavalieri a trabajar allí. Yo la miraba de afuera y veía que tenía fragua a fuelles. Luego se convertiría en la fábrica de acoplados más grande de nuestro país. No puedo dejar pasar por alto lo importante que ha sido y es esta fábrica dirigida por su titular, Mario Romegialli, es decir, don Ricardo… »
 
Emidio entre tantas cosas que hizo en su vida, no pudo escapar a la vida de ferroviario como miles de cañadenses. Y de su paso por los rieles recuerda que…
« Era tan lindo ver a los trenes  pasar que mi sueño era poder estar más cerca aún de estos, y un día ocurrió que este sueño se hizo realidad... Allá por el año 1948, comencé a pedir el ingreso al ferrocarril, las solicitudes no eran respondidas favorablemente. En ese momento uno debía pertenecer a determinado partido político para poder ingresar. No obstante ello, cierto día me hallaba jugando a las bochas, deporte que aún practico, cuando se acercó el señor Dante Antonucci y me preguntó si quería trabajar en el Ferrocarril, a lo que respondí afirmativamente. Mis inicios en la ciudad de Rosario, de 1951 a 1955, comenzaron en el galpón de máquinas de la Estación Rosario Norte. Como todo principiante, durante los primeros tiempos, me dedicaba a la carga y descarga de carbón, luego pasé a la sección mecánica y fui nombrado mecánico por mi dedicación y habilidades.
 
»Viajaba diariamente de Cañada de Gómez a Rosario, saliendo a las cuatro de la mañana y regresando a las veinte, hasta que un día solicité el traslado a mi querida ciudad. Pero los comienzos no fueron fáciles, ya que no fui bien recibido por los compañeros por haber hecho una buena carrera en tan poco tiempo, condición que otros con más años de servicio no habían logrado. Al tal punto que querían hacer un paro, cosa que no podían realizar, ya que habían aplicado el estado de sitio por la situación política que atravesaba el país. Con el tiempo estas asperezas se fueron limando porque llegaron a reconocer en mí a un verdadero compañero... En un comienzo mis jornadas de trabajo eran de ocho horas repartidas en cuatro y cuatro, es decir por la mañana y por la tarde. Mi sección era en Tracción, en ajustaje de locomotoras listas para iniciar su recorrido. Con el tiempo solicité trabajar de turno, que significaba horario corrido, lo que me permitía realizar otras tareas fuera del ferrocarril,  hasta que logré mi propio negocio de venta de alimentos balanceados para animales, trabajo que realicé hasta mi jubilación.

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