Por Horacio Bustingorry
Son
pocas las interpretaciones que se detienen en lo más sustancioso del
último gobierno de Perón. Desde la izquierda han planteado que el
sentido de esa gestión fue la salvaguarda del sistema capitalista, en
riesgo por la fuerte activación del campo popular. Más matizada fue la
lectura de quienes integraron la Tendencia, pero su conclusión terminó
siendo la misma. Esas lecturas fueron formuladas de manera contemporánea
a los sucesos y siguen siendo el punto de partida de muchas de las
interpretaciones académicas sobre el periodo. Lo que está ausente en
esas miradas es el profundo proyecto popular que Perón encarnó.
Quienes abrevan en el antikirchnerismo
oponen el rol pacificador del último Perón a la lógica confrontativa de
Montoneros. A éste espacio lo ligan directamente con el kirchnerismo y
por lógica transitiva contraponen a Perón con el proyecto K. El planteo
es ridículo porque el General no fue un adalid del consenso sino el
líder de un proyecto de liberación. Contra quienes quieren ver al último
Perón como un pacificador sin más, cabe decir que su programa implicaba
un fuerte disciplinamiento del gran capital, y que recibió
contestaciones de la embajada norteamericana, buena parte del
empresariado y las corporaciones agropecuarias. En su último discurso
del 12 de junio de 1974, Perón cargó duramente contra la oligarquía por
boicotear su proyecto.
En ambas interpretaciones lo que impera es
un negacionismo del verdadero proyecto de Perón. Si se indagara en las
medidas impulsadas por su último gobierno saldrían a la luz las enormes
coincidencias que tienen con el proyecto kirchnerista. Medidas que han
servido de inspiración para las políticas K, pese a que estas últimas
todavía no alcanzaron el grado de profundidad planteado en el programa
del FreJuLi. Veamos:
El rol interventor del Estado en
los mercados agropecuarios y la redistribución de la riqueza a través de
las retenciones a las exportaciones tienen sus antecedentes en
las leyes 20.535/73 y 20.573/73 que otorgaron amplia facultades a las
Juntas de Carnes y Granos, respectivamente. En aquél entonces el Estado
también intentó poner en producción las tierras ociosas, problema ya
perimido por la alta productividad actual del agro argentino.
El proyecto industrializador y las políticas de control de las importaciones
pueden referenciarse en la Ley 20.545/73 de Protección al trabajo y
la producción nacional, y la Ley 20.557/73 de control de las Inversiones
extranjeras, conteniendo esta última fuertes restricciones al envío de
remesas y siendo por esa razón, muy resistida por Estados Unidos.
La política de Patria Grande y el no acatamiento a los dictados del Imperio
que hoy sustenta el kirchnerismo nos retrotraen a los acuerdos
comerciales con el bloque socialista cuyos hitos fueron Cuba en febrero
de 1974 y Polonia y la URSS en mayo de ese año.
La reforma financiera propugnada
por Carlos Heller a través de la Ley de Servicios Financieros tiene
como antecedente inmediato la Ley 20.520/73 de Nacionalización de los
depósitos bancarios. A diferencia del proyecto parcial de Heller, la ley
setentista ponía bajo orientación del Estado todo el crédito bancario.
La reforma impositiva, materia
pendiente del kirchnerismo, fue sintetizada en la Ley 20.629/73. La
normativa gravaba el capital y la riqueza y permitía una real
distribución de la riqueza.
La política de control de precios y la labor de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio Interior
es una readaptación de las facultades que adquirió el Estado en los 70
a través de la Ley 20.680/73. El texto autorizaba fijar precios
máximos y sancionar a las empresas que realizasen maniobras
especulativas.
En materia laboral son
varios los logros del kirchnerismo. La reapertura de paritarias, la
derogación de la Ley Banelco y su reemplazo la Ley 25.877 que rehabilitó
la convocatoria al Consejo del Salario retoman algo del espíritu
original de la LCT 20.744/74, sin alcanzar, sin embargo, los niveles de
protección al trabajo que implicaba aquélla normativa
En el rubro de seguridad social y salud
hay avances innegables pero falta una política global como la 20.748
del Sistema Integrado de Salud. Más profunda fue la incorporación de
nuevos jubilados y la sanción de la Ley de movilidad jubilatoria que
supera ampliamente a la Ley 20.118/75
Por último, el avance estatal reflejado en el rol regulador del Estado y las estatizaciones
parciales son un logro que remite a los 70, aunque sin alcanzar la
actividad sistemática y planificadora de aquéllos años. La coordinación
de las distintas áreas del Estado se había delegado en un
mega-organismo, la Corporación Nacional de Empresas del Estado (CNEE),
entidad creada por la ley 20.558/73
Es cierto que el proyecto de Perón tuvo
corta duración y ciertos ribetes de derechización política. Sin embargo,
la profundidad de sus medidas no tiene parangón hasta la fecha. Frente a
los que levantan a Perón pero silencian su práctica, proponemos
rescatar su último gobierno, con los aspectos problemáticos, pero sobre
todo en su rol de conductor de un proyecto de liberación, sustentado en
un capitalismo nacional, antiimperialista y popular. El mismo proyecto
que retomó el kirchnerismo, y que hoy más que nunca necesita su
profundización.
Fuente: Agencia Paco Urondo
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