Cirilo Peralta, Juez de Paz en Cañada de Gómez. Archivo del Museo Histórico Municipal |
En la historia chica de la ciudad ocurrieron
muchos hechos de crueldad que fueron contaron de manera light por algunos de
los historiadores de siempre. Quizás por amistad con la familia, o por querer
ser consecuentes con las familias patricias cañadenses, esas circunstancias que
marcaron fuertemente nuestra vida pueblerina hoy pueda quedarse en el olvido de
unos papeles.
De los archivos del Museo Histórico Municipal,
hemos rescatado un trabajo realizado por Ezequiel Gallo, titulado Conflictos socio-políticos en las
colonias agrícolas de Santa Fe (1870-1880) y presentado al Instituto Torcuato
Di Tella en agosto de 1973 describe los pormenores de un comisario y juez de
paz cañadense Cirilo Peralta…
El conflicto de Cañada de Gómez en 1876
La colonia Cañada de Gómez había sido fundada
en 1870 por una empresa británica de tierras, subsidiaria de la Central Argentine
Railway propietaria del importante ferrocarril que unía las ciudades de Rosario
y Córdoba. Fundada sobre tierras muy aptas para los cultivos cerealeros y
atravesada por el ferrocarril, Cañada de Gómez prometía convertirse, desde el
comienzo, en una de las colonias más exitosas de la provincia.
Efectivamente, asó lo señalaba el informe de la
comisión de inmigración en 1875, que la consideró una de las más prósperas de
Santa Fe. Para esa época, la colonia contaba con 6.500 hectáreas
sembradas y con más de 500 habitantes, unos 300 localizados en la zona rural y
200 en el pueblo, que comenzaba a desarrollarse alrededor de la estación del
ferrocarril. De estos 2000, varios, aunque residentes en el pueblo, eran
agricultores. En la zona rural existían 35 familias de origen suizo, 20
italianas, 12 argentinas, 7 francesas, 6 ingleses y 2 alemanas. En el pueblo,
parecen haber predominado los inmigrantes italianos, aunque se carece de cifras
precisas al respecto.[1]
Como el resto de las colonias, Cañada de Gómez
sintió el impacto de la crisis económica. También como el resto, el mismo
estuvo matizado por una serie de conflictos de diversos tipos. El que aquí nos
ocupa se desencadenó por un episodio no demasiado excepcional durante aquellos
años. De esta manera describe las causas del hecho el cónsul británico:
«El Juez de Paz de Cañada de Gómez es el
carnicero de la colonia, y la persona que emplea para el reparto de la carne es
el agente de policia de la comisaría local. En el mes de agosto éste
representante de las fuerzas del orden embistió con su carro a un colono
italiano que transitaba a caballo. El policia bajó del carro sable en mano y
procedió a revivir al colono desvanecido por la caída, aplicándole un violento
“planazo” en la cabeza. Condujo luego a la sangrante víctima a la comisaría,
donde el Juez de Paz decidió recluirlo encadenado en una de las celdas. En esa
posición me han asegurado, el colono permaneció por 12 horas durante las cuales
ni se le curaron las heridas ni se le permitió beber agua”[2]
Una versión parecida, aunque más truculenta,
surge de los informes de los representantes diplomáticos italianos[3].
Otra descripción similar de los hechos fue brindada por el diario La Capital de Rosario, que
publicó abundante información acerca del suceso.[4]
La población italiana del lugar reaccionó
rápidamente enviando una nota de protesta con más de 100 firmas al gobierno
provincial. Al mismo tiempo, se solicitaba, en términos enérgicos, la remoción
de Cirilo Peralta del cargo de Juez de Paz.[5]
Los italianos de Cañada de Gómez procedieron también a informar de los sucesos
a sus representantes diplomáticos. Uno de ellos, el cónsul Petich de Rosario,
tuvo una activa participación tratando de lograr satisfacciones para los
reclamos de sus connacionales.
El gobierno italiano, por su parte, alertó a
los comandantes de las dos cañoneras italianas que se hallaban en el puerto de
Rosario, para que prestara toda la ayuda requerida por Petich.[6]
El juez de paz de la localidad, a su vez, elevó
un informe al gobierno, en el que desmentía las acusaciones y sugería la
existencia de una suerte de “complot anti-argentino” organizado por algunos
residentes italianos. Según Peralta, los colonos italianos habían organizado
una violenta demostración frente al juzgado, en cuyo transcurso se hizo flamear
una bandera italiana y se profirieron gritos hostiles contra la bandera argentina
y las autoridades nacionales y provinciales.[7]
El diario La Capital
confirmó la existencia de la manifestación y el despliegue de la bandera
italiana, pero negó que se hubiera agraviado a la enseña argentina o a las
autoridades del país.[8]
De informe de Peralta surgen otros detalles
igualmente significativos. Acompañando la nota del juez, se remitió otra
firmada por algunos pobladores argentinos y unos pocos residentes extranjeros
no italianos. En dicha nota, se elogiaba sin retaceos la actitud del juez y se
criticaba duramente el proceder de los “revoltosos”.[9]
Aunque esta disposición de ánimo por parte de los pobladores no italianos fue
magnificada por Peralta, no hay dudas de que, en determinado momento, el
conflicto amenazó con transformarse en una violenta confrontación entre
pobladores de distintas nacionalidades.[10]
A pesar de todas las presiones ejercidas por la
prensa local y el cuerpo diplomático, y aún por el gobierno nacional, las
autoridades provinciales decidieron mantener a Peralta en su puesto. La Capital de Rosario protestó
enérgicamente ante esta actitud: “Para el Sr. Gobernador, el Juez de Paz está
primero que los intereses de 300 colonos que han enriquecido a la provincia.”[11]
No se necesita, sin embargo, indagar demasiado para comprender las razones que
motivaron al gobierno a actuar en la forma que lo hizo. En un momento de gran
agitación política, con la oposición abiertamente lanzada a la revuelta armada,
las autoridades de turno no podían prescindir de un caudillo con gran
predicamento en su zona de influencia. Este aspecto fue claramente percibido
por el cónsul italiano Petich, quién en su informe señaló, además, que Peralta
era el gran protegido del muy influyente Pedro Correa, el más importante
terrateniente de la región, prestigioso político y concuñado del gobernador.
Resulta claro, en consecuencia, que este
episodio reúne alguno de los elementos que hemos podido apreciar en varios de
los conflictos desarrollados en la región agrícola. En primer lugar, el caso de
Cañada de Gómez resalta la importancia de la figura del juez de paz dentro del
sistema político vigente en Santa Fe. Los hechos descriptos revelan, asimismo,
que las autoridades locales aprovecharon, a veces, en su favor los conflictos
existentes entre pobladores nativos y extranjeros, y entre inmigrantes de
distintas nacionalidades. En este episodio, sin embargo, emerge un nuevo factor
al cual no se había hecho referencia en el transcurso de este artículo. Me
refiero a la intervención, en ocasiones activas, de los representantes diplomáticos
extranjeros en defensa de lo que consideraban los legítimos derechos de sus
connacionales. Esta intervención llegó, en algunas oportunidades, a estar
avalada por la amenaza de utilizar la fuerza a disposición de las potencias
extranjeras. En 1876, por ejemplo, Santa Fe fue testigo dos veces de la
presencia nada pacífica de naves de guerra extranjeras: las cañoneras italianas
con motivo del evento que se ha descripto en estas páginas y la de un navío
similar británico a propósito del conflicto desatado entre el Bank of London an
The River Plate y el gobierno de Santa Fe. Tal como sucedió en Cañada de Gómez,
la intervención de los diplomáticos extranjeros rara vez alteró, en forma
sustancial, el curso de los acontecimientos. Pero, no cabe duda, agregó un
factor irritante más a lo que ya era una situación harto compleja.
[1] Informe de la Comisión de Inmigración
de Rosario, en memorias del Departamento General de Inmigración, Buenos Aires,
1875/1876, p. 97-100.
[2] F.O. 118/162, St. John to
Lord Derby, Buenos Aires, 16 de octubre de 1876.
[3] Consolado in Rosario,
Spinola a Malegari, Buenos Aires, 3 de octubre de 1876 y L. Petich a G.B.
Cerrutti, Rosario, 3 de octubre de 1876.
[4] La Capital de Rosario informó
detalladamente acerca de los sucesos desde el 18 de agosto. Una buena
descripción puede encontrarse en las ediciones del 4 y 5 de setiembre.
[5] La nota fue publicada por La Capital el 7 de octubre de
1876.
[6] Comunicación de Spinola a
Italia. La Capital
señaló que 200 colonos firmaron la nota. Dada la población total de Cañada de
Gómez, creo que el cálculo de Spinola se acerca más a la realidad.
[7] Archivo de Gobierno, Tomo
44, Legajo 22, 1876.
[8] La Capital , 28 y 29 de agosto
de 1876.
[9] Nota agregada al ya citado
informe del juez de paz.
[10] La Capital de Rosario, 21 de
setiembre de 1876.
[11] La delegación italiana
protestó ante el Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Nacional, quién
a su vez reclamó ante el gobierno nacional. La nota italiana y la cita del
texto en La Capital ,
22 de Agosto de 1876.
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