Cañada Vieja, Pueblo Argentino y Las Flores

La Chacra Kielia en 1895
Los pueblos o asentamientos que nacieron junto a Cañada de Gómez

Cuando el pueblo de Cañada de Gómez comenzaba a dar sus primeros pasos de vida tuvo pequeños asentamientos en nuestro distrito. El antecedente más antiguo es el de “Cañada Vieja” o “Pueblo Argentino”, ubicado a una legua y media de la actual estación del ferrocarril, hacia el sur de la actual estación Las Trojas aproximadamente. Este paraje fue fundado en 1863 por la familia Peralta y por ese entonces estaba en plena construcción las vías férreas. Con la edificación de sus primeras viviendas se fue formando un pequeño núcleo poblacional. A raíz de no tener comunicación directa con las vías férreas y su proximidad con la flamante Estación Cañada de Gómez, el proyecto de crecimiento de este pequeño pueblo fracasó y según Bértola este sitio «constituye el primer núcleo de pobladores en el Desmochado Abajo dentro del territorio de la actual comuna y los primeros pobladores de la Colonia Cañada de Gómez (…) La “Cañada Vieja” o “Pueblo Argentino”, ha sido baluarte contra algunos indios dispersos que todavía merodeaban por esos campos (…) Más tarde tuvo su renombre cuando la propiedad pasó a ser la Estancia de Cirilo Peralta (hijo de Lorenzo)»[1]
También por Bértola podemos saber que eran propietarios de terrenos los señores Cirilo Peralta, Pilar Peralta, Micaela Correa, Luis Acuña, Ángel Acuña, Lorenzo Acuña, Francisco Rodríguez, Nicolás Acuña y Mariano Rodríguez. En este lugar tuvo sus inicios la primera escuela de la Colonia siendo el docente Francisco Rodríguez.
 
Se sabe por publicaciones del diario rosarino La Capital del 29 de agosto de 1869, en un escrito de Teodoro Chacon titulada “Los Argentinos no pueden vivir en la tierra que nacen”, planteó la situación que tuvo el pequeño pueblo con la Compañía de Tierras cuando debieron abandonar ese terruño donde hoy no es nada más que pura campo sembrado, expresando «ni el Gobierno Nacional, ni el Provincial de entonces, o no la conocían, o dejaron abandonados a su suerte a los sufridos moradores de aquella localidad, pues tal es de suponer cuando al celebrar el contrato con la empresa del Ferrocarril Central Argentino, para la concesión de las leguas de tierra, a cada costado de la vía, no se acordó que la Empresa respetase a las diferentes agrupaciones de población que hubiese. Hoy, pues, los habitantes del pueblito que indicamos, están amenazados del lugar en que moran, y esas familias en el numero 37 afligidas y desesperadas, después de largos años de penurias en la vida de la frontera, soportando todas las inclemencias y miserias, amenazadas por largos años en su vida y perdiendo constantemente el fruto de su trabajo por la rapiña de los indios de la pampa, esos infelices, vanguardia de seguridad de las propiedades de los ricos, hoy se encuentran amenazados de ser arrojados por la Empresa del Ferro Carril (…).»[2]
 
Otra población nacida dentro de lo que hoy es nuestra ciudad es el recordado pueblito “Las Flores” y estaba ubicado en las manzanas comprendidas entre las calles Lavalle, Maipú, Balcarce  e Independencia. Eran propietarios de esos terrenos las familias de Ramón Peralta, Concepción Castro, Rita Alonso, Anselmo Vera, María Pérez y R. Rodríguez. Este sector que fuera poblado en 1869 por José Peralta y se habían construido varios ranchos con techo de paja ocupados por criollos, oriundos en su mayoría de Córdoba y Santiago del Estero. Sus viviendas fueron resguardadas con frondosos árboles y adornada por hermosos jardines cuidadosamente cuidado por las mujeres de las familias.
Dice Elías Bértola en sus Apuntes, «fue un Edén para los criollos compadres y compadritos; de día algunos con su tradicional chiripá, poncho y rebenque con cabo de plata se los veía siempre metidos en los ranchitos dejando sus pingos atados a los árboles mientras estaban de visita y mateando; de noche eran nidos de amoríos con guitarra y tanguitos con relación…»[3]


[1] Elías Bértola, Editado en 1923 y reeditado en 2013
[2] La Capital 29 de agosto de 1869
[3] Elías Bértola, Editado en 1923 y reeditado en 2013

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