Esmir tuvo una destacada actuación en numerosas
actividades sociales, culturales y políticas. Una vez recibida en la Escuela Normal, la
“Negrita” comenzó su tarea de docente primero en la Escuela Técnica de
Mujeres y finalmente en la Escuela Almafuerte donde se jubiló. Ella siempre
agradece a Ángel Federico Robledo, la posibilidad de poder llegar a trabajar en
esos lugares, ya que su hermano Luis era muy amigo del destacado dirigente
político. Sobre Robledo manifiesta “lo conocí cuando iba a comprar a la
panadería de Brown y Belgrano, y recuerdo verlo a Robledo estudiando en pijamas
mientras atendía, fue muy amigo de mi hermano y se veían seguido en Buenos
Aires...”
El amor no estuvo ajeno a su vida, y durante
muchísimos años formaron una pareja que compartieron momentos dulces y amargos
de la vida. Pero también con él conllevaban la pasión por el teatro, la música
y el arte. Estamos hablando de “Pilo” Politti, que a pesar que vivían en el
mismo barrio, lo conoció mejor en la
Peña El Lazo. Recordemos que la
Peña El Lazo era una agrupación folclórica
surgida en el Sport Club Cañadense en 1953 y tenía su centro en los altos del
chalet de la institución. De ese encuentro con Pilo, Esmir nos cuenta que
“vivíamos cerca, desde nuestros patios se veían nuestras casas... Era muy
tímido en la intimidad... Recuerdo que llegó a la Peña y de a poco nos fuimos
acercando... Íbamos de gira a muchas partes, cuando no trabajaba él venía...
Siempre me acompañaba hasta mi casa, hastq que un buen día si quería ser
novios!!!” De esa historia de amor nació su única hija Silvia.
Otra de las pasiones fue el teatro, y allí fue
convocada por Don Mansueto Viti que vivía cerca de su casa, junto a él estaba
Salomón Spit. Esmir tuvo destacadas actuaciones en “El Conventillo de La Paloma”, “Retazo” y “Llegó
don Pedro...” entre muchas obras. Entre los nombres que la acompañaron podemos
citar además de Pilo, su compañero de la vida, a Tato, Osiris y Leónidas Politi, Aníbal
Mattias, las hermanas Margarita y Felisa Vila, Nélida Cremona, Luis Pisarone,
José Marcolini, Antonio Disanto, Salvador Bondi, Haydeé y Norma Bautista,
Romualdo Fabro, Armando Ambrosio, Onildo Beltrán, Enzo García, Eduardo Pérez
Vásquez, Enriqueta Solari, Raúl Caminos, Humberto Bonadies, Pilar Martínez,
Evita Román, Jorge Rearte, Fulvia Calderón, Ricardo Delgado, Néstor Fernández, Oddone
Forte, Luis Césiro Piccinini, Elsa Tavacchi, Hilda Blasco, Francisco
Cuccinatto, Leonilda Lamagna e Italia Bonisoli. Esmir recuerda que su madre la
acompañaba siempre, “yo era muy joven, tenía 20 años, y ella al lado mío, hasta
en los bailes...” Unas de las lindas historias que rememora Esmir, es cuando el
colectivo con el que iban de gira se les rompió en un camino de tierras y ella
junto a Tato Polito salieron en busca del arreglo, al regresar lo hicieron
junto a un policía que encontraron en el trayecto, al llegar Tato hizo una de
sus tantas picardías, al hacerse pasar por preso, esto hizo que la madre de
Esmir, doña Delimene se asustada tanto que enseguida tuvieron que decirle que
todo era una broma. También en el marco de la actuación, pero esta vez en el
canto, Esmir integró el Coro de la Asociación Cultural,
que tuvo como primer director a Hernández Larguía para luego continuar con esa
tarea la recordada Hilda Sicbaldi de Giordano.
Por último podemos recordar su tarea política
en el Partido Justicialista, a él llego de la mano de sus amigas Angelita y Polola Cremona y juntas apoyaban a
la primer senadora mujer de Santa Fe, la cañadense Romilda Montoya de Disanzo,
quién fuera la autora de la ley que denominó a Cañada de Gómez como Ciudad
Evita entre los años 1953 y 1955. Esmir tuvo el privilegio de conocer tanto a
Evita como a Perón. A Eva la conoció en la Estación Cañada de Gómez cuando
el tren en que viajaba paró las dos veces que pasó por la misma. “Era hermosa,
tenía un cutis bellísimo, estaba vestida sencilla con una mañanita y un tapado
negro, a su lado su hermano Juancito”. Posteriormente, en el Luna Park, vio a
Juan Domingo Perón y la Primera Dama
en una actividad que asistieron maestros del país. Ella pudo lograr sentarse
muy cerca de ellos y aún recuerda la estampa del General, todo un estadista y
Evita junto a él dando el apoyo y el empuje que se necesitaba para hacer lo que
se hizo en esos maravillosos años.
Esta es parte de la vida de una mujer, de una
madre, de una artista, de un ser humano con un corazón inmensamente solidario
que le aportó todo lo que pudo a esta ciudad. Cuando cerrábamos la entrevista
le dije a Esmir si quería agregar algo, ella con lágrimas en sus ojos me
dijo... “nada Pablo, simplemente Gracias a la Vida...”
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