Así se tituló su última nota en
Estrella de la Mañana
y aunque cuesta creer que su silbido no se escuche por la ciudad, que fue muy duro comenzar el festival sin él y
aún hoy, muchas veces, lo espero con el mate caliente para compartir anécdotas
en el museo como solía ir, siempre y cuando no haya nadie, porque según él
hablábamos el mismo idioma. Les puedo asegurar que en una grabación de
cincuenta minutos, donde volví a escuchar su voz, me pareció tenerlo cerca y
quizás no nos demos cuenta ahora pero con el paso del tiempo será un acervo
cultural de la ciudad muy valioso, tampoco voy a negar que un par de veces mis
ojos se humedecieron al retornar a la realidad y saber que él ya no está.
Su vida no fue fácil, desde niño
hasta el último de sus días fue un tipo sencillo, humilde, servicial y
compañero, es que la vida lo había marcado y mucho. Fue amado y aclamado por
los músicos, que gracias a su festival tuvieron su primera oportunidad de
cantar frente al público, fue querido por todos aquellos que tuvieron la
oportunidad de ser homenajeados en vida cuando realizaba el programa Mi Ciudad
y fue admirado por los miles de niños que conocieron la historia cañadense gracias
a él, o jugaron a las bolitas o ganaron sus torneos de fútbol intercolegial.
También fue criticado por un sector que no pudo aceptar su forma de ser, que no
creían en su estilo de hacer historia y ser peronista a veces le trajo dolores
de cabeza, hasta le quisieron sacar Las Tres Lunas para llevarlas al Parque, o
le quitaron el apoyo económico a su programa o lo exiliaron al Museo. Pero él,
siempre lo arreglaba con una sonrisa... Solía decirme: Pablo, todas esas críticas me
entran por un oído y salen por el otro, lo importante es trabajar y hacer feliz
a la gente.
Hoy quiero compartir con ustedes,
una entrevista que le realicé en febrero del 2014, y lo que será parte un libro
terminado que presentaremos próximamente. Ese día Carlitos me recibió en su casa
de calle Pellegrini al 900, donde en el living se lucia orgullosamente un
escudo del Partido Justicialista, la compañía de su perro y Richard un amigo
peruano que compartió con él sus últimos tiempos.
«Nací en El Trébol el 25 de enero
de 1940, y hasta los cuatro o cinco años vivimos allí. Mi papá Leopoldo era
petisero y cuidaba los caballos de polo de la familia De Lorenzi, inclusive
estuvo a punto de viajar a Estados Unidos llevado por los patrones a un
campeonato de la disciplina», así comenzó Carlos su relato continuando su
repaso de aquella etapa inicial de su vida, «pero mi papá le tiraba más la idea
de trabajar en el tambo, así fue que la convenció a mi madre Ana María para que
nos traslademos hacia Tortugas, donde nos instalamos a seis leguas al sur del
pueblo. La escuela primaria la hice en Campo Charo». Recordemos que además de
sus padres, la familia Faúl Latmann la integraban sus tres hermanos, Leopoldo
Luis, María Lisel e Isabel. En aquella chacra de Tortugas, Carlitos solía ir a
cuidar a las vacas, subido a su caballo, acompañando al ganado a pastorear. De
esas jornadas en solitario nace en él su pasión por silbar, es que según nos
expresa no era muy ducho cantando y era una manera de acompañarse modulando las
canciones de la revista El Alma o Canta Claro. Pero en esos años conoce a su
primer amor, el peronismo... «Con Perón empezamos a tener derechos, yo recuerdo
como ponía el lomo mi padre y muchas veces pasábamos miserias, con la llegada
del General y de Evita todo fue distinto, pudimos crecer, educarnos y trabajar
más dignamente.»
Cuando comenzaba la década del
sesenta, los Faúl se vinieron a Cañada de Gómez y se instalaron en la quinta de
los Perassi a trabajar el campo... «Lo más cerca que teníamos era el Almacén de
los Governatori, no teníamos luz, estábamos muy lejos, recuerdo a mi madre
decirle a la vecina más cercana avíseme cuando vaya al pueblo para ir a
comprar lo necesario...» Así fue que en 1961 ingresó como obrero a La
Helvética , su hermano Leopoldo se había vuelto hacia El
Trébol, Isabel se la rebuscaba de peluquera y Mari trabajaba en la venta de
flores de los Galizzio, de esa manera la familia decide trasladarse a la
vivienda de calle Pellegrini. En La Helvética trabajó hasta 1967 para empezar a darle
forma a sus primeras letras en Estrella de la Mañana como cronista deportivo, pero a su vez
también ejercía tareas en la imprenta con la linotipo, donde a altas horas de
la madrugada finalizaban sus tareas para posteriormente ir a desayunar al bar
de los Beltramone en la esquina de Ocampo e Yrigoyen comenzando así una
relación con el municipio, ya que antes de irse a su casa a descansar se daba
una vuelta por la secretaria del intendente para ver si había alguna novedad
para el diario. Allí entabló amistad con Juan Carlos Santana, Molina y
Romagnoli y fueron quiénes lo incentivaron para que intente trabajar en la
municipalidad. De ese momento nace una de las anécdotas más recordadas de la
ciudad, donde Carlitos recuerda que «de tanto que insistieron pedí una
audiencia con el intendente Hildo Storni, y así fue que llegué a la oficina de
Molina y le digo que iba a hablar con Storni, Molina que no era muy claro en su
escritura, en vez de poner Faúl puso Falú, y justo en esos día andaba Eduardo
Falú en la ciudad donde actuaría en el Sport Club. Don Storni al leer que Falú
ingresaba a su despacho se preocupó por atenderlo de la mejor manera, compró
bebidas y masas finas de Ritz, y mientras tanto protestaba ¡cómo no me dijeron
antes que venía este artista a visitarme!, bueno, ni te quiero contar cuando me
vio entrar, ¡quién es usted!, me dijo el intendente... Faúl le dije, con mi
cara de campesino asustado, ¡pero esto es una joda! gritó Storni, mientras
retaba a sus secretarios por el error... Así fue que ingresé a la muni, con
masas finas y el enojo del intendente... »
Sus primeros trabajos en el municipio, a partir de noviembre
del ´69 cuando ingresó, fueron vender boletos en el balneario La Florida , después trabajó
con los inspectores Chirino y Vera, de allí se fue a Inspección General siendo
Don Bondoni su jefe, sobre esta persona Carlos recuerda que «usaba unas
galochas para cuando lloviese conservara sus zapatos y las dejaba siempre en un
lugar de piso de madera, un buen día los muchachos se las clavaron, cuando se
las pone se pega un golpe infernal, pobre Bondoni, eran bravos los
compañeros!!», posteriormente fue inspector de Obras Privadas, donde según él
expresa «no entendía nada!!!!», hasta llegar al final del mandato de Storni
allá por el ´73 a colaborar en la
Secretaría privada donde manejaba el miógrafo para transcribir
las ordenanzas y decretos, aduciendo que le costaba un Perú manejar el
aparato... Desde la llegada del Quique Albertengo en marzo del mismo año Carlos
Faúl comenzó su tarea de prensa en el municipio, manteniéndose en las
dictaduras de Cabezudo y Butassi y en el retorno definitivo de la democracia
con el Quique nuevamente, Balbuena y Audano. Al llegar el Partido Demócrata
Progresista, el entonces intendente Abel Romegialli decide sacarlo de la
oficina donde tanto empeño puso en casi 20 años para ir a trabajar a un
olvidado escritorio de Parques y Paseos, como una especie de castigo por estar
identificado con el Partido Justicialista. Faúl siempre me comentaba que a él
le había pasado lo mismo que al colectivo de pasajeros que tenía el municipio y
que por decisión también de Abel Romegialli deciden no utilizarlo más, una
buena mañana con sus vidrios llenos de tierras, se pudo leer en el parabrisas
del mismo “Te pararon por peronista”.
Así fue que comienza otra etapa de la vida de Faúl, cuando
el entonces director del Museo Dr. Álvarez le pide al Secretario de Gobierno
Héctor Alsina tener a Carlitos como colaborador en el Museo Histórico Municipal
que se encontraba en los Altos del Verdi. A pesar que llevaba unos cuántos años
produciendo y conduciendo el programa Mi Ciudad, junto a Daniel Ferrero y su
equipo, fue en esos años que Faúl empieza con mayor empuje a escribir la
historia cañadense desde una mirada más pueblerina y popular... «No me fue
fácil –manifiesta Carlos- porque no coincidíamos con Álvarez en la forma de ver
la historia, discutíamos mucho, pero nos respetábamos. Muchas veces me llamó la
atención mediante cartas porque filmábamos sin el permiso de él escenas en el
Museo del programa, o cuando tenía que salir para hacer entrevistas. En el fondo
mi trabajo, sea para Mi Ciudad o para Estrella, contribuían para la historia
local y a su vez para el Museo. Pero a pesar de todo, fueron años muy hermosos,
enseñarles a los chicos, acompañarlos por los lugares históricos de la ciudad,
fue algo que me enriqueció notablemente.» En la gestión de Amílcar Abate
deciden que Carlos Faúl vuelva al palacio municipal a colaborar con la misma,
pero antes de irse filmó una recordada escena para el programa La Peste , que conducían Rubén
Carrera y el recordado Luis Salomón, donde se asomó a los balcones del Verdi
saludando como El General.
No debemos olvidarnos, que hace un tiempo atrás, a causa de
un problema serio de salud de José Antonio Ramacciotti, director de Estrella de
la Mañana ,
Carlos dirigió interinamente junto a Eduardo Navarro y Alberto Di Paola el
citado matutino local. Pero es preciso decir, que la Columna de Faúl fue un
clásico de los últimos 20 años, donde en pequeñas crónicas recordábamos a
personajes, hechos y lugares de nuestro pasado.
Sin lugar a dudas los máximos logros de Carlos sean el
Programa Mi Ciudad, Las Tres Lunas y las jornadas para los niños. Arranquemos
por Las Tres Lunas y cómo comenzó, «Lala insistía en hacer un parque para los
chicos más humildes, y no sabíamos como hacer para conseguir fondos para
construirlo. Me acuerdo las peleas que tenía Lala con Albertengo y después con
Balbuena, porque ella lo que se proponía lo lograba, tanto insistió que una
noche, con unos muchachos sacó dos arcos de maestranza y los clavó en el campito...
Nunca se animaron a sacarlo, jajaja. Fue una noche, que estaba Lala, vecinos
del barrio y yo, y propusimos hacer una peña folclórica donde canten y bailen
los cañadenses y algunos de la región. No sabíamos que nombre ponerle hasta que
a don Melera, al ver la luna radiante, dijo ¿Y si le ponemos las Lunas de
Cañada?, y como fueron tres noches así nace el nombre Las Tres Lunas... Desde
sus inicios la gente nos acompañó, el primer escenario era un acoplado a
espaldas de Calle Rawson con una tela de Tienda La Imperial donada por
Castells de fondo y el sonido era de un chico de apellido Díaz que vivía en el
barrio... Era el verano de 1988... »
Con respecto a Mi Ciudad recuerda que «aunque mi pasión por
la historia se acentúo en mi paso en el Museo durante 10 años... El programa Mi
ciudad comenzó a gestarse en el gobierno de Enrique Balbuena, quién me apoyó
incondicionalmente en mis proyectos... Empezó con un micro y después vimos que
era algo que iba para más grande, hablé con Daniel Ferrero y así con el esfuerzo
de muchos, como Poggiana, los hermanos Sosa, Laura Bianchi y otros hicimos más
de trescientos capítulos... No fue fácil, tuve mucha contra de parte de quiénes
veían la historia de una manera más clasista... Pero fue un aporte
importantísimo a la historia local que ahora se valora por las vivencias allí
desarrolladas. Estamos viendo con Daniel de empezar de nuevo con el proyecto...
» (N. de la R.: El
programa comenzó a reeditarse y sale semanalmente por Canal 2 de Cablevisión).
Las jornadas para los niños nace como iniciativa propia durante la gestión de
Stella Clérici, contando no sólo con la colaboración de la intendenta sino con
todo su equipo donde Carlos fue parte del mismo como Colaborador Institucional.
Queda para el final de esta historia, su gran historia de
amor, la que tuvo con Estefani Stankevich, la Tía Lala... Ella fue
quién lo afilió al Peronismo, a ese partido que le había cambiado la existencia
cuando era niño. «Fue el amor de mi vida... A Lala la conocí, cuando ella
trabajaba con los chicos humildes, y en 1973 llegan los torneos Evita y
participamos juntos en la campaña del Quique Albertengo... Me acuerdo que se
consagró sub campeón el equipo de Lala,
y la canción del equipo era meta
pico, meta pala este es el equipo de la
Lala , así fue que ella consigue la Colonia de Bustinza en
Carlos Paz y en aquel viaje llevando a los chicos del barrio de vacaciones
iniciamos una historia de amor que duró 30 años...». A Lala también la acompañó
en su carrera política cuando en 1993 fue elegida concejal de la ciudad, «la
campaña fue extraordinaria, su histórico bombo, fue sorprendente esa elección»,
tan sorprendente como la que tuvo Carlos en 2003 cuando acompañando a Stella
Clérici aportó los votos necesarios para que por primera vez una mujer fuera intendenta
de la ciudad, quedando a muy pocos votos de entrar como concejal... «Stella es
lo mejor que nos pudo pasar, una mina de fierro, con mucho empuje, nos queremos
mucho y eso siempre me alentó a colaborar desinteresadamente con ella en lo que
me necesite.»
Al poco tiempo de hacer esta entrevista Carlos comenzó con
sus problemas de salud, se recluyó en su hogar, en su familia, hablaba con
pocos... Con quién esto escribe habló una semana antes de partir alentándolo a
seguir con el trabajo que se hacía en el nuevo Museo Histórico, con Raquel Di
Paola compartieron la alegría de poder traer al Chaqueño Palavecino a sus
Lunas, como él venía pidiendo... La mañana del 23 de octubre de 2014, Richard
un amigo peruano que compartió con él sus últimos tiempos, lo encontró sin vida
en el patio de su casa y a partir de ese momento Carlos Faúl comenzó una gira
en la que algún día nos reencontraremos...
Aunque su nombre esté grabado en el escenario mayor del
festival, en un pasaje del Barrio Estanislao López y la delegación sur lo
recuerda en su presentación, es pequeño a comparación de su legado, él fue el
autor de muchas de las cosas que sucedieron en la ciudad, Las Tres Lunas, Mi
Ciudad, su tarea en el Museo, las Columna en Estrella de la Mañana , sus paseos con los
alumnos por Cañada, los torneos de bolitas, de fútbol, su militancia, su
personificación del General Perón, sus amigos, sus amigas, su silbido, su
voz... Todo eso lleva la marca de un hombre que hizo feliz a muchas
generaciones de cañadenses
No hay comentarios.:
Publicar un comentario