Este miércoles próximo pasado,
hemos proyectado en nuestra Casa del Bicentenario la Documental ficción “Los
Degolladores”, dirigida por Arturo Marinho, donde se puede ver en simultáneo
dos caminos que nunca se cruzan. Un camino es el de la investigación donde un
historiador camina por los lugares donde el cruel hombre anduvo, mientras que
el otro es el de un descendiente que busca saber la verdad de esa historia que
le transmitieron sus antepasados.
¿Pero quién fue Ambrosio Sandes?
Nació en Soriano, República
Oriental del Uruguay, de muy joven
fue protagonistas de las devastadores guerras internas de las entonces
Provincias Unidas del Río de la Plata. Bajo las órdenes de Fructuoso Rivera
participó en la Guerra Grande.
Posteriormente perteneció a los soldados de Justo José de Urquiza en la
batalla de Caseros donde fue derrotado Juan Manuel De Rosas, uniéndose al
general Hilario Lagos en el sitio de Buenos Aires a fines de 1852. Además de
ser un soldado sin límites, también le interesa la parte económica y no dudó un
instante en pasarse al Ejército Unitario, aunque por un tiempo regresó a
Uruguay para apoyar el gobierno de Venancio Flores, pero fue expulsado por
haber intentado forzar al Congreso por medio de una rebelión. Al volver a
nuestras tierras participa en el Ejercito Porteño en la batalla de Cepeda
(1859), en la que fue herido y dado por muerto. Su carácter hizo que no dudara
de ir a la batalla de Pavón dos años más tarde y de allí ser uno de los
protagonistas de la Matanza de Cañada de Gómez.
Siempre obedeciendo las órdenes
de su superior Venancio Flores, y junto a Paunero, Arredondo, Rivas y otros más
fueron los encargados de la limpieza de criollos que se realiza por el Ejército
Porteño entre 1861 y 1862, siendo una de las páginas más negras de nuestra
historia, no por desconocida menos real.
Hay que “poner al país a un mismo color” eliminando a los federales era
el objetivo de Mitre y Sarmiento como líderes.
Y fue así que desde Cañada de
Gómez prosigue el genocidio hacia el Interior del país, esta vez bajo las
órdenes de Wenceslao Paunero y su
crueldad dejó rastros en San Luis, Mendoza y San Juan. Venció a las partidas
montoneras que se le opusieron y mató a los soldados enemigos de a decenas. Una
vez ocupado todo el Interior por las fuerzas unitarias y sus aliados (y después
de haber cambiado a ocho gobernadores), la última resistencia estaba en La
Rioja, bajo la dirección de su famoso caudillo, el “Chacho” Ángel Vicente
Peñaloza.
La crueldad de este miembro del
Ejército Porteño, no tenía límites, después de la victoria de su ejército en
Las Aguaditas, en marzo de 1862, enfurecido por la muerte de un ayudante,
asesinó a siete oficiales; en la batalla de Lomas Blancas, un gaucho enemigo lo
derribó y lo dejó tirado en el campo, perdonándole la vida. Pero logró una
victoria y, enfurecido, hizo matar a todos los prisioneros e incendiar sus
cadáveres, este hecho es recordado en las llanuras riojanas como la
"Carbonera de Sandes". En 1863 Sarmiento, por orden del presidente
Mitre, es nombrado director de la guerra contra el caudillo Ángel “Chacho”
Peñaloza, y el prócer de la educación argentina tuvo a sus órdenes al sicario
Sandes, y por orden de Sarmiento
asesinó a todos los prisioneros de
guerra; aunque Sandes, al menos, perdonó a algunos gauchos, por mero capricho.
Ambrosio Sandes murió a los 43
años, herido en Mendoza, y es considerado el más sanguinario de los oficiales
del ejército argentino. Sus soldados le temían porque era muy cruel con los
enemigos y también con sus subordinados. Su cuerpo robusto estaba lleno de
cicatrices que mostraban su valor y su indiferencia por el dolor, que
contribuía a su crueldad.
Sarmiento entre otras cosas ha
dicho de Sandes: “Pródigo en la sangre, no había de mostrarse económico de la
ajena, y su odio y desprecio por el gaucho, de que él era un tipo elevado, le
hacía, como es la idea del montonero argentino, propender al exterminio.” Según
Norberto Galasso durante el gobierno de Bartolomé Mitre, en nuestro país
murieron 60.000 argentinos en manos del Ejército Porteño. Un historia que los
argentinos volvimos a ser testigos en la última dictadura cívico-militar entre
1976 y 1983, donde no hubo un Sarmiento, sino miles, disfrazados de corderos,
donde detrás de su intelectualidad y servidumbre a las corporaciones fueron cómplices de la muerte de 30.000 argentinos.
1 comentario:
Muy bien, Pablo Di Tomasso. Hay pocos que dicen la verdad. Yo tengo la colección de la Historia de la Nación Argentina que publicó la Editorial El Ateneo por cuenta de la Academia Nacional de la Historia y en el Índice -que es el Tomo 11- aparece un tal "Ambrosio Sander", con un acápite: -su participación en la lucha de represión del caudillaje en San Luis: VIII (el tomo), pág.461. Eso es todo, ni noticias de la carbonera, ni su "heroica" actuación asesinando a los prisioneros del combate de Cañada de Gómez, "a cuchillo, para ahorrar parque". Esta colección me la regaló en la década del '60 mi viejo, que era muy liberal y mitrista. Yo no hubiera gastado ni un peso en ella, pero me sirve a veces para saber la versión del enemigo. Saludos. Horacio Ríos
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