Aprovechando la visita de
Enzo Gieco, prestigioso flautista cañadense que vive en Francia hace cuatro
décadas, compartimos con él una hermosa y cálida entrevista repasando momentos
inolvidables de su vida.
El calor de diciembre
despedía el año 1937. Las familias ya habían festejado la llegada de Cristo en
las clásicas fiestas donde la mesa larga acobijaba a propios y extraños, que
pasadas la medianoche del 24, entre abrazos y brindis, recibían la Navidad
esperanzados en mejorar sus vidas.
El ´37 dejaba a la Selección
Argentina de fútbol obteniendo su quinta Copa América, venciendo a Brasil 2 a 0
en el Viejo Gasómetro con un Vicente de la Mata como figura del torneo. España vivía
la Guerra Civil, y Pablo Picasso pinta el Guernica, como denuncia del
Bombardeo de Guernica por parte de la aviación nazi alemana en territorio
vasco. Miguel Hernández escribe Viento del pueblo. Llegan a este mundo, sin
saber que serán estrellas Jane Fonda, Dustin Hoffman, Robert Redford, José
Sacristán y Anthony Hopkins. Nuestro país era gobernado por los conservadores,
gracias al fraude electoral y de la mano del presidente Agustín P. Justo
mientras que en Córdoba, un Amadeo Sabattini era una luz de esperanza para
nuestra nación.
Y fue en esa provincia, más
precisamente en Leones, en una humilde casona Enrique Andrea Gieco y Adelaida
Rina Zemme dieron a luz a su segundo hijo Enzo un 27 de diciembre, aunque su
padre recién lo afilió el 15 de enero de 1938. La casa ya estaba acostumbrada a
las risas y llantos de un niño, ya que Enrique Heriberto con apenas tres años
era el travieso de aquel hogar de ferroviario. “Mi padre me puso Enzo, en
homenaje a Enzo Bordabehere, aquel Senador Nacional santafesino asesinado en el
Congreso”, nos recordaba el Maestro, “de muy niño nos vinimos a vivir a Cañada
de Gómez, a raíz que mi papá era empleado del Ferrocarril y también fue
tapicero.”
Con apenas 9 años se unió a
la Banda Juvenil de Música, que fuera creada por el Intendente Raimundo
Albertengo y que era dirigida por el Maestro Vicente Beltrán. Ingresó junto a
su hermano Enrique, y ambos fueron los primeros alumnos de la entidad. Cómo
muestra sirve que el número que llevaban sus legajos era el 2 para Enrique y el
3 para Enzo, años más tarde, su sobrino Fernando le tocó el 500, demostrando
una vez más, la enorme cantidad de alumnos que tuvo y tiene nuestra querida
banda a lo largo de su vida. Cómo no había instrumentos para todos, los
primeros años don Beltrán dictaba en su mayoría de tiempo Solfeo, en el
edificio del antiguo Salone “XX Settembre” de la Asociación Italiana “Unione e
Benevolenza”, situado sobre calle Rivadavia, que por entonces era el Teatro
Infantil de la Escuela Normal “Juan F. Seguí”.
Enzo recuerda que “la
primera actuación fue para el 25 de mayo de 1950, donde fuimos para la Plaza
San Martín donde allí tocamos el Himno y otras marchas militares. Y mi debut como solista, fue interpretando con
mi flauta La Traviata, en el Teatro Verdi, un 9 de julio del mismo año, donde
además fue el debut de la Banda Municipal. El Verdi estaba repleto de gente...”
También recuerda a sus primeros compañeros en la música, “además de mi hermano,
Oscar Serrano, el Turco Mamet, los hermanos Cravero, Juan Lomanas, Juan Ortiz,
pero lo llamábamos Correa, entre otros”. Cabe agregar que en los archivos del
Museo Histórico Municipal “Elías Bertola” figuran quiénes fueron el resto de
los integrantes, siendo los mismos Onildo Beltrán colaborando con Vicente,
Ángel Aukstakalnis, Vicente Moreno, Antonio Bosco, Alberto Garbani, Alberto
Garello, Rubén Ferrero, Antonio Aukstakalnis, Juan Carlos Aguilera, Jorge
Franco, César Cerani, Marcelino y Roberto Segato, Mario Pantanetti, Generoso
Capriotti, Ricardo Molina, Derbis Vasconi, Luis Demarchi, Galileo Cabero,
Joaquín Santillán, Duilio Chiappino, Anselmo Macchi, Armando Díaz, José Brasca,
Orlando Golianich, Edalberto Ferrari, Carlos Marino, Juan Amuchástegui, Hugo
Volpato, Delfor Pérez, Omar Larini, Jorge Portman, Alejandro Carrizo, Osvaldo
R. Chewezezuk, Pedro Maranges, Eduardo Martini, Adhemar Tomasini, Francisco
Malano, Víctor Tesolín, Nelo Fabrisi, Hugo Pérez, Eliver González, Néstor Alanis, Carlos Bassanesi,
Jorge O. Albertengo y Juan R. Paz.
Fue uno de los creadores de
La Dixieland Jazz, La Jazz Chicago y Los
Tripulantes compartiendo escenarios con Cocholo Rey, los hermanos Politti,
Oscar Serrano y su hermano Enrique entre muchos otros legendarios músicos
cañadenses.
A comienzos de la década de
1960 comenzó sus estudios en el Instituto Superior de Música en la Universidad
Nacional del Litoral, siendo su maestro de flauta Carmelo Velardo y se
perfeccionó en Buenos Aires con el maestro Alfredo Lanelli. En el mencionado
Instituto cursó música de Cámara con los maestros Simón Blech e Isaac J.
Weinstein y cursos de armonía y composición con Ángel Machado. En 1963 ingresa
a la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, para posteriormente integrar la
Orquesta de Cámara de la Asociación Pro Cultura Musical, el Conjunto
Instrumental del Coro Estable, el Quinteto Armonía y del Trío Tempo de Rosario.
También formó parte del Quinteto de Vientos del Instituto Superior de Música.
De Rosario partió para Chile
y tocar en la Orquesta Filarmónica del país vecino. Para luego, previa vuelta a
la Orquesta Provincial en Rosario, partir para Capital Federal y allí comenzar
a integrar la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Fue gracia a sus actuaciones,
merecidas del cálido elogio de la crítica especializada cuando Gieco ya
radicado en Buenos Aires y en el año 1970, bajo su dirección, la Agrupación
Musical, compuesta por veinte jóvenes argentinos, realizó una gira por Francia,
Bélgica y Suiza, Gieco, un año antes, había sido becado para estudiar flauta en
París, por el Fondo Nacional de las Artes. También recuerda que gracias a un
empresario que escuchó sus conciertos, fue quién lo invitó a que realizara otra
gira tocando la Misa Criolla y el Renacimiento Español, recorriendo tres veces
Europa.
Una de las grandes amistades
que tuvo Enzo Gieco en su vida fue la de Héctor Roberto Chavero, popularmente
conocido como Atahualpa Yupanqui. De esa historia Enzo nos manifiesta que “no
era fácil ser amigo de él, inclusive no era de tener muchos amigos, nos
conocimos en París cuando nos escuchó en un concierto. Con Raúl Maldonado y
Atahualpa compusimos la Cantata Tupac Amarú, En la noche silenciosa, La fiesta
del sol, Muñequito de cobre y Romance entre pastores. Con Atahualpa y Juan José
Mosalini compusimos la Cantata "La Parole Sacrée" (La Palabra
Sagrada)”. Otras de las grandes amistades de Gieco, son los citados Mosalini,
Maldonado, Osvaldo Piro y Susana Rinaldi, muchos de ellos viviendo en Francia
durante los 70 y comienzos de los 80, entre exiliados y no exiliados,
compartieron una época dorada de la cultura argentina en el Viejo Mundo. “En
Francia me instalé definitivamente en 1977, comencé a trabajar en el
Conservatorio de Châtillon, una localidad cercana a París, donde me jubilé y allí también trabaja otro
cañadense Adrián Politti, a quién recomendé para su ingreso. Durante todos
estos años además de dar clases, dar centenares de conciertos, Astor Piazzolla me
invitó a participar de la gira de María de Buenos Aires con la Tana Rinaldi,
pero también he realizado mucho como solista.” Cabe agregar que Gieco junto a
Mosalini registró un álbum en 1994 durante un recital en el auditorio de la
radio Saarbrucken, de Alemania, llamado "Del barroco europeo a la música
del Río de la Plata". En 1999, en el Teatro Cervantes de Buenos Aires,
participó en un concierto de la Orquesta Juan de Dios Filiberto, dirigida por
Osvaldo Piro, junto a Raúl Lavié y Jean
Pierre Baraglioli.
Finalmente, nuestro Maestro,
ha enviado una copia de una Misa en Concierto al Papa Francisco, gracias a su
amistad con Susana Rinaldi quién gestionó el envío de la obra al Sumo
Pontífice. Francisco le respondió a Gieco, agradeciendo su correspondencia,
mientras tanto nuestro querido músico cañadense espera la oportunidad de tocar
en uno de los lugares más bellos y caros de la cultura mundial.
Enzo Gieco, un cañadense por
adopción, un músico de primer nivel y otro de los grandes artistas nacidos de
nuestra querida Banda Municipal Vicente Beltrán. Una joya de la cultura
mundial, que si Dios quiere, en el 2017 estará tocando para todos nosotros.
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