Algunos destellos en las redes. Alguien colgó una frase de Jauretche: “Los gobiernos populares son débiles ante el escándalo. No tienen, ni cuentan con la recíproca solidaridad encubridora de la oligarquía y son sus propios partidarios quienes señalan sus defectos, que después magnifica la prensa. El pequeño delito doméstico se agiganta para ocultar el delito nacional que las oligarquías preparan en la sombra y el vendepatria se horroriza ante las sisas de la cocinera”. Lo escribió tras la caída de Irigoyen, cuando al gobierno del “Peludo” no lo bajaban de inepto y corrupto. Ocurrió hace más de 80 años y todavía no se hablaba de sociedad de la información ni de “semiocapitalismo”. Y en seguida vino el golpe de la oligarquía. Siguieron bastante tiempo con esa letra como una manera de destripar la recuperación del movimiento popular. Las denuncias nunca se probaron pero el Irigoyenismo tardó mucho en salir del bache.
Allí estaban Crítica y La Nación haciendo de las suyas. Muchas de las ideas sobre el peso de la información surgen de esa época. La oposición hacía su propia historia, y al mismo tiempo acusaba al irigoyenismo de hacer la suya cuando bromeaban sobre “el diario de Irigoyen”. Dos lados del mostrador, dos formas de ver la realidad. La historia se desliza sobre esa dicotomía que ahora se reinventó con el nombre de “la grieta”. Dos lados: el de los movimientos populares y el de las clases ricas y dominantes, y en el medio, la grieta. El fiscal Marijuán le dice a un periodista que le diga a otro “decile que lo más importante, además del pedido de indagatoria, es que la dejo al borde de la detención, con la prohibición de salir del país.” Cada cosa que ha hecho Marijuán, como allanamientos al cuete y agujeros en la Patagonia, está en línea con la frase que escribió Jauretche hace más de ochenta años.
Otro colgó un videíto casero: la gobernadora María Eugenia Vidal de visita en un barrio con calles de tierra. Un vecino joven la increpa: “¿por qué le saca el laburo a los pibes?”. Sobresalto de la gobernadora que cambia el rumbo y acierta a largar una frase: “estás mal informado”. La gobernadora pone pies en polvorosa, se borra. Insólito: un custodio se acerca al pibe que habló y se corre el saco para mostrarle la pistola: “¿tenés algún problema?” El pibe recula y dice que no. “Bueno, entonces decime los nombres de los que tienen problemas y vemos si se lo arreglamos”. Sigue con el saco corrido, mostrando la pistola en el cinto. No hay forma de que solucione nada a nadie.
Las redes son a veces inciertas y poco confiables, a veces orientadoras y a veces lo contrario. Esta semana se informó que la desocupación había subido a 9,3 por ciento. Pegó un salto importante, cientos de miles de trabajadores en la calle. El pibe no leyó las encuestas. No se sabe si es kirchnerista o no, probablemente lo sea. Pero dice la verdad. Lo que hace Marijuán en el párrafo de arriba es para facilitar esto que se cuenta más abajo, como lo hacían 80 años atrás Crítica y La Nación y hasta la Corte que convalidó el golpe que derrocó a Irigoyen. La grieta es la grieta y cada quien sabe lo que hace y del lado que se pone.
Es más, cuando se empieza a leer el párrafo de Jauretche, se puede pensar que lo escribió tras la caída del gobierno de Perón en el 55. El cuadro es el mismo, las denuncias parecidas. Pero no, Jauretche es un radical en ese momento, que escribe sobre el movimiento al que pertenece.
A veces los itinerarios que la realidad virtual diseña en las redes se entrecruzan en el mapa de trazos más gruesos de la realidad. No es matemático ni mucho menos infalible, pero a veces se da. La nueva denuncia de Marijuán se asienta en una denuncia de la guerra propagandística que hicieron los fondos buitre durante el conflicto con el anterior gobierno y la confesión telefónica del fiscal de que su objetivo es sacar de la política a Cristina Kirchner, confirma que tiene la misma meta que los fondos. Son espacios que configuran intereses comunes, algunos de poder, otros de ganancias materiales: los fondos buitre, el periodista que fue financiado por ellos, el fiscal que hace efectiva la denuncia política en la justicia y el gobierno que le pagó a los fondos buitre sin negociar y que es alabado permanentemente por Paul Singer.
Del otro lado pasan cosas. Indicios del freno de la ofensiva gubernamental: la unificación de la CGT dejó fuera a los sectores enrolados con el gobierno; la dura condena a los represores de La Perla en Córdoba; el fallo de la Corte contra el tarifazo; el penoso fracaso de la convocatoria del jueves en el obelisco para respaldar a Mauricio Macri; el recomienzo ayer de la Marcha de la Resistencia de las Madres y el movimiento de derechos humanos; la reedición en los primeros días de septiembre de la Marcha Federal de la CTA con los gremios combativos de la CGT y los movimientos sociales. Todos esos indicios crecen cuando se desploman los índices de la economía, derrumbados por las medidas del gobierno. Se va armando el paquete del otro lado de la grieta. Son contornos de un nuevo colectivo que se forja a partir de la nueva agenda que va creando la destrucción de la economía popular.
El macrismo logró que la caída de la economía, del 4,3 por ciento, se pusiera al nivel del desastre de Brasil. En las grandes ciudades como Rosario, Mar del Plata y Córdoba el desempleo superó el 11,5 por ciento lo que implica un retroceso de diez años. Se perdieron todos los empleos que se habían recuperado en los últimos diez años. Los esfuerzos de los medios que respaldan al gobierno para ocultar el desmantelamiento cada vez rinden menos. Clarín publicó en su tapa la foto de los represores condenados en Córdoba debajo de un título muy forzado sobre la responsabilidad del kirchnerismo en la protesta social. Priorizó un tema editorializado y fantásmático por sobre la condena a los represores de La Perla, un juicio con una trascendencia equiparable a la de la ESMA por su importancia simbólica. Pero Clarín se equivoca. En política se rinde examen todos los días. El kirchnerismo o cualquier otra fuerza política deberá mostrar si es capaz de orientar todos esos frentes abiertos de protesta, cada uno con su propia dinámica, diferente a las demás.
Clarín trata de tapar que la protesta no tiene origen político. Las condenas en Córdoba mostraron que la ofensiva judicial tuvo un tope. Nadie les ordenó a los macristas que no vayan a apoyar a Macri al obelisco. Las protestas contra las tarifas son espontáneas y más o menos contenidas por organismos de defensa del consumidor y otros. Ni siquiera puede decirse que hayan sido movilizados por los movimientos sociales porque las protestas se produjeron en barrios de clases medias. Las decisiones en la CGT, incluyendo el paro nacional que se prepara, no las ordenó el kirchnerismo. Y el origen de la Marcha Federal habría que buscarlo más en los índices de desocupación y la pérdida de calidad de vida que en el color político de los que participarán.
Si la protesta no tiene origen político –al revés de lo que se esfuerza en demostrar Clarín–, entonces quedaría claro que se incubaron en el salvajismo de las estrategias económicas oficiales que se han aplicado con una sorprendente ausencia de sensibilidad social o política. Muchos de los protagonistas en algunas de esas protestas, como las que se hicieron contra el tarifazo o la de los productores de fruta en Plaza de Mayo entre otras, han sido votantes enojados de Cambiemos.
Ninguna fuerza política, incluida el kirchnerismo, está en condiciones de convocar por sí sola a todas esas manifestaciones contra el gobierno. Pero el que consiga expresar con mayor eficiencia esa nueva agenda de reclamos que se está conformando desde la base de la sociedad, se convertirá en la cabeza de esta nueva oposición.
Por Luis Bruschtein, para Página 12
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