Roberto Garín junto a los integrantes de la Multipartidaria en 1982, en el Hotel Verdesole |
Un día antes que Rodolfo Walsh escribiera su recordada Carta Abierta a
«...mientras
mi esposo y yo nos encontrábamos entregados al reposo y él (Roberto) se daba
una ducha, después de regresar de un club en las inmediaciones, la explosión de
un artefacto mortífero, colocado en una ventana del frente del edificio, con
una carga suicida de 2kg. de trotil, nos convirtió de pronto, en testigos
mudos, impotentes, aterrados, impávidos, bajo una lluvia infernal de
proyectiles, de tornillos, de clavos, de recortes de hierro, envueltos en una
cortina asfixiante de pólvora y polvillo, observando horrorizados cómo se desplomaban
parte de las paredes, volaban puertas y ventanas, caían destrozados muebles y
enseres, vidrios y cristales, adornos, cortinas, de la casa que con tanto
sacrificios y desvelos, levantamos. Salvamos providencialmente nuestras vidas,
pero no huimos, permanecimos allí, frente a esa tremenda realidad insospechada,
empujados, quizás por la tranquilidad que embargaba a nuestras conciencias
salvadas de culpas y de cargos, firmes, estoicos, valientes, con entereza y
dignidad, y con la total convicción de que los árboles, mueren de pie, Sr.
General.»[1]
El
horror y el odio de las fuerzas parapoliciales fueron a matar a Roberto, como
lo habían hecho un mes antes con Fany Giordano, y de aquella noche nuestro
protagonista recuerda que
«En
este hogar, que vivía junto
con mis padres y donde tenía mi estudio jurídico y ejercía mi profesión en
forma habitual, en la madrugada del 16 de marzo del ‘77, después de regresar
del club Olimpia donde estuve con mis amigos salvé mi vida de milagros. Por
aquellos años este era un barrio bastante desolado, y mientras me estaba
duchando siento que frena un vehículo. Automáticamente cierro la ducha, pero no
me da tiempo a nada, y siento una explosión terrible, la bomba que me arrojan
era potentísima, y bueno produce destrozos impresionantes en mi casa. Mi madre
sufre una descompostura bastante violenta, siendo internada en el entonces
Sanatorio Iriondo. Eso fue una conmoción muy grande en Cañada creo que fue el
primer atentado terrorista en nuestra ciudad. Me acuerdo que yo me quede un día
más aquí para hacer unas averiguaciones, realmente de donde venía este
atentado, que después supimos que habían sido los responsables la Brigada del Servicio de
Informaciones de la
Unidad Regional X encabezada por el oficial Raúl Blanco. Por
supuesto no podía hacerme el héroe, mi familia ya había sufrido la represión.
Me tengo que ir de mi querida ciudad, exiliarme como digo yo, en la ciudad de
Buenos Aires, por aproximadamente dos años y medio o tres»
Entre los que se la jugaron por él,
recuerda que una de las últimas noches antes de partir durmió en la pieza del
médico de guardia del Sanatorio Cañada de Gómez gracias a la colaboración del
Dr. Daud Mamet que le facilitó el lugar para proteger a Roberto. Su retorno fue
en septiembre de 1979, al cumplirse el 25º aniversario de la creación de la Escuela Manuel
Belgrano, donde su madre, ex docente de la misma, realizó una clase magistral
al frente de sus ex alumnos. Aquella jornada todavía es muy recordada en la
historia de la Escuelita
de la Ruta
como la llamamos los cañadenses, pero volvamos a la carta de Leticia, allí ella
le suplica a los altos jefes que dejaran vivir en paz a su familia utilizando
una prosa que era utilizada por la camarería militar, pero solo a modo de
estrategia como queriendo convencerlos de que agoten esa actitud
«Ahora
si, acceden a mi serias reflexiones y me pregunto si este es el precio por el
cual se debe pagar una trayectoria sin tachas, jamás empeñada, la conducta
insoslayable de una familia jamás destrozada, que no supo de desviaciones ni de
desatinos, sólo esfuerzo y trabajo, voluntad y principios y que tuvo, tiene y
tendrá por siempre: DIOS, PATRIA y HOGAR.
»Fundamento
la necesidad de expresar un especial pedido:
»1º)
Se me extienda, dentro de las posibilidades que hubiera lugar, una constancia
de que el procedimiento efectuado en su oportunidad no afecta el prestigio y la
reputación de mi hijo, para proseguir con la investigación, hasta sus últimas
consecuencias.
»2º)
Solicito la mayor colaboración para que no queden impunes hechos vandálicos que
aniquilan y destrozan.
»Confío
en la Justicia Divina
y en la acción de los hombres del Ejército Argentino, quiénes inspirados en los
sublimes ideales de los próceres que fueron orgullo de nuestra nación, bregan
con su diario quehacer, por la pacificación, la grandeza y el prestigio de esta
tierra libre, que por fortuna, nos legaron.
»Cañada
de Gómez, ciudad pujante y tranquila, con hombres y mujeres de trabajo, que
sólo saben de cumplimiento... de obligaciones, con juventud estudiosa y niños
inocentes, no puede ni debe verse sacudida, con afrentas fraticidas que
siembran el terror y la zozobra.
»Le
digo ¡gracias!, le repito, ¡muchísimas gracias!, señor General, en nombre de
las Madres y de esta Madre, que aunque acongojada, aguarda esperanzada, con
confianza y con fe, desde lo más recóndito de su corazón, que se haga Justicia,
para que reine la Paz ,
que tanto, todos anhelamos.
»Dios
guarde a V.E.»[2]
Las coincidencias de la historia
hacen que un día después de aquel 23 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh escribiera
la recordada Carta Abierta a la Junta Militar donde el escritor manifiesta que
«La censura de prensa, la
persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el
asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos,
son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina
después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi
treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un
balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo
que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son
crímenes y lo que omiten son calamidades (...) Quince mil desaparecidos, diez
mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra
que desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en
las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde
no entra ningún juez, abogado, periodistas, observador internacional. El
secreto militar de los procedimientos, invocando como necesidad de la
investigación, convierten a la mayoría de las detenciones en secuestros que
permiten la tortura sin límites y el fusilamiento sin juicio. Más de siete mil
recursos de habeas corpus han sido constatados negativamente este año. En otros
miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque
se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose
presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían a su turno fueron
secuestrados... »[3]
Cerrando la historia de Roberto
Garín, su exilio no fue tan pacífico que digamos ya que su alma militante hizo
que desde su lugar en la
Juventud del Partido Intransigente participara de las
Juventudes Políticas Argentina entre 1977 y 1979 junto a dirigentes de la talla
de Nilda Garré, Federico Storani, Patricia Etchegaray, Enrique Dratman donde
entre muchas luchas repudiaron la posibilidad de la guerra con Chile. Parte de
este grupo en 1979 viajaron a París donde participaron del Congreso de Abogados
contra la Represión
Ilegal en Argentina, posteriormente viajaron a Moscú. En
ocasión de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), Roberto Garín firmó una durísima solicitada donde se pedía la libertad
de los detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional sobre los que no
pesen cargos, una efectiva adecuación del régimen carcelario a los principios
establecidos en la
Constitución Nacional y un diálogo abierto y sincero entre el
Gobierno y el pueblo argentino sobre la situación actual del problema originado
por el secuestro y desaparición de personas; junto a la firma de Garín podemos
leer a las de figuras de la historia argentina como Monseñor Jaime de Nevares,
Obispo Carlos Gattinoni, Alicia Moreau de Justo, Pastor Pedro Lienenkamper,
Obispo Federico Pagura, Emilio Mignone, Vicente Saadi, Raúl Alfonsín, Aníbal
Reinaldo, Oscar Alende, Lisandro Viale, Rodolfo Ghioldi, Ricardo Molinas,
Ernesto Sábato, Aldo Tesio y Guillermo Estevez Boero. Finalmente cabe recordar
que en julio del ´78 participó como Copresidente de la Delegación Argentina
en el Onceno Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes que se realizó en la ciudad de La Habana , con la
participación de más de veinte mil jóevens. Cuando en 1981 los partidos
políticos argentinos deciden formar la multipartidaria, Roberto Garín junto a
dirigentes de la talla de Daud Mamet, Cacho García, Rogelio Ruchelli, Alberto
Monti, entre otros formaron la Multipartidaria que, después de la derrota en
Malvinas, desemboca en la vuelta definitiva de la democracia. Esa etapa de la vida de Roberto, bien puede
compararse con la letra de María Elena Walsh cuando expresa en su canción Como la Cigarra «Tantas veces
me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias
doy a la desgracia, y a la mano con puñal, porque me mató tan mal, y seguí
cantando.»
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