Se cumplen 35 años del asesinato de una figura emblemática de la Iglesia de los pobres



"Si monseñor Angelelli estuviese vivo no tengan dudas de donde estaría hoy; estaría junto a los pobres y por eso hoy lo estamos recordando de la mejor manera que es ésta; dando igualdad de posibilidades para todos" ha dicho la presidenta Argentina Cristina Fernández en el primer homenaje oficial al Obispo. Angelelli fue un Obispo que tomó la opción preferencial por los pobres, apoyó la formación de cooperativas y sindicatos. Fue asesinado en 1976 por la dictadura militar.


El reconocimiento a un luchador en defensa de los pobres y a su permanente postura contra los crímenes de la dictadura militar, llegó oficialmente en 2009, al declararse por ley del Congreso Nacional al 4 de agosto "Día de la conmemoración de la obra realizada por Monseñor Enrique Angelelli" y encomendarse al Ministerio de Educación que su obra sea difundida en las escuelas.

"El compromiso con los pobres no era de discurso, era de vida, y lo llevó a enfrentar los intereses de los que necesitan tener pobres para seguir explotándolos. Por eso fue asesinado", había afirmado la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al encabezar el 4 de agosto del pasado año un acto de homenaje al obispo.

"Fue un paladín claro y concreto de los derechos humanos y del respeto a las libertades civiles sociales y políticas", dijo el ex presidente Néstor Kirchner el mismo día, en el último homenaje que le hiciera al visitar la plazoleta donde Angelelli ofició la misa de Navidad en 1971, en La Rioja.

Enrique Angelelli nació en Córdoba el 17 de julio de 1923, fue ordenado sacerdote en Italia y en 1961, por decisión del papa Juan XXIII, fue designado obispo auxiliar de Córdoba donde se formó en contacto con obreros, campesinos y marginados, en oposición a la jerarquía eclesiástica.

En 1968 fue designado por el papa Pablo VI titular de la diócesis de La Rioja, desde donde predicaba los principios dictados por el Concilio Vaticano II que representaba la opción por los pobres.

"No vengo a ser servido sino a servir. Servir a todos, sin distinción alguna, clases sociales, modos de pensar o de creer; como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres", fueron sus palabras al asumir.

Un año antes, se había dado a conocer el documento en el que 18 obispos, encabezados por el brasileño Helder Cámera, donde se sentaron las bases del Movimiento de Sacerdotes el Tercer Mundo, al que Angelelli adhirió junto a Carlos Mugica, Vicente Zaspe y otros y que denunciaba la situación de explotación en la que vivían los pueblos subdesarrollados y responsabilizaba a los países industrializados.

El 4 de agosto de 1976, Angelelli fue asesinado bajo la carátula oficial de "accidente automovilístico", pero días antes, en El Chamical, el párroco francés Gabriel Longueville y el sacerdote Carlos de Dios Murias fueron secuestrados y sus cuerpos fusilados aparecieron en un descampado de la ciudad, convirtiéndose así en las primeras víctimas religiosas de la dictadura militar.

La muerte de Angelelli se produjo cuando la camioneta en la que viajaba hacia Buenos Aires acompañado por el cura Arturo Pinto, con una carpeta en la que llevaba las denuncias por la muerte de los sacerdotes, volcó al ser interceptado en la ruta por otro vehículo.

El cuerpo del obispo apareció extendido en cruz sobre el asfalto boca arriba y con un fuerte golpe en la nuca, a unos 25 metros del vehículo, en tanto que el sacerdote logró sobrevivir y la carpeta nunca se pudo recuperar.

Angelelli había sido amenazado de muerte muchas veces y en varias ocasiones puso a disposición de las más altas autoridades eclesiásticas su renuncia.


"Es hora de que la Iglesia de Cristo en la Argentina discierna a nivel nacional nuestra misión y no guarde silencio ante hechos graves que se vienen sucediendo", escribió Angelelli en abril de 1976 en una carta enviada a su compañero de lucha Monseñor Antonio Zaspe. Y agregaba: "O nos respaldamos en serio o que se busque otro pastor para esta diócesis".

Según el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, al menos dieciocho sacerdotes fueron asesinados o figuran como desaparecidos, otros diez estuvieron presos en la dictadura; treinta fueron secuestrados y derivados a centros clandestinos de detención y luego liberados.

A la lista se suman once seminaristas asesinados o que figuran como desaparecidos y se cree que son más de medio centenar los católicos laicos víctimas de la represión ilegal.
Fuente: Telam

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