Por Juan Ciucci l Análisis de las características de
la oposición, ante la aparición de la sociedad Scioli-Moyano. ¿Puede
ser una “oposición necesaria”?
El posicionamiento político que ha tomado Hugo Moyano en estos
últimos meses, nos obliga a rediscutir el termino oposición. Hasta ahora
podíamos nombrarla como un todo, esa famosa “la opo” que junto con “la
corpo” nos sirvieron para nombrar y caracterizar a la mayoría de los
partidos políticos / medios masivos de comunicación. Los aglutinaban dos
características fundamentales: antikirchneristas y destituyentes.
Lo eran y lo son, por sus fundamentos ideológicos (y por su
ausencia), y por la historia que los precede. Fueron partidos capaces de
“golpear los cuarteles” tanto en el ´55 como en el ´76. Como reconoce
el genocida Videla, quien ahora lo menciona para intentar dar crédito a
la tesis del apoyo popular que tuvo el golpe. Pero justamente esa
referencia a Balbín, demuestra quiénes estaban detrás de ese golpe, que
ciertamente fue cívico- militar. Ellos dieron el golpe, o querían que se
dé. Por supuesto, con una justificación plenamente democrática.
Por eso apoyaron a Cobos, quien antes fuera echado del partido por
pasarse a las filas que kirchnerismo. Y se sumaron a unos cuantos que no
eran como ellos, porque tenían poder: la Sociedad Rural, Clarín, La
Nación, y los intereses que representan. La política de rodillas ante
los poderes económicos, es la mejor definición de esa “opo”. Y de la del
´55 y del ´76.
No comparte ninguna de esas dos características la oposición que
encarnan Scioli y Moyano. Esto merece una discusión, porque estaríamos
frente a una oposición que venimos reclamando como necesaria. No es
destituyente, y en esos momentos de fuerte crisis ambos permanecieron
leales a la Conducción del Movimiento. Fueron su sostén tanto por su
presencia en las calles, como por su lealtad. Eligen un camino de
confrontación, pero en los marcos de la democracia y dentro del
peronismo.
Esta no es una oposición que venga a arrasar con el modelo “nacional y
popular” que desde 2003 llevan adelante Néstor Kirchner y Cristina
Fernández de Kirchner. Allí hallamos su diferencia con el
antikirchnerismo. Por su ligazón popular, hay políticas que no puede o
no quiere dejar atrás. No parece ser una oposición que vaya a
profundizar este modelo. La lógica de tomar préstamos para pagar
aguinaldos sí podríamos considerarla conceptualmente antikirchnerista,
como su política de seguridad o sus relaciones internacionales. Esos
rasgos del Sciolismo lo vuelven preocupante, porque sería una opción
política que tendería a un enfriamiento de este proceso histórico.
Pero este modelo necesita de interlocutores válidos, con los cuales
confrontar abiertamente. Allí podríamos enriquecernos con las
explicitaciones de los modelos de país que cada fuerza propone, y los
métodos para lograrlo. En un articulo anterior,
planteaba esta idea en cuanto a las agrupaciones de izquierda. Que
decaiga su numero de votantes es preocupante, porque son expresiones
populares que en determinados ámbitos logran conquistas sociales. Por lo
general, aquellas que permanecían acalladas, como es el caso de los
tercerizados o de la política de recursos naturales.
O bien determinadas luchas que estos movimientos han sabido sostener
durante años, y que ahora son parte fecunda del proceso de
transformación que ha comenzado en 2003: defensa irrestricta de los
derechos humanos, de los derechos civiles de todos y todas,
desmonopolización de medios masivos de comunicación, defensa de nuestros
recursos naturales, respeto a los derechos de nuestros pueblos
originarios. Si bien no comparten el camino que ha seguido el
kirchnerismo, estas son banderas que los sectores sociales de izquierda
han defendido durante todos estos años.
Luego están las discusiones sobre la legitimidad de muchos de los
planteos por esas fuerzas sostenidos, y su propia historia en nuestra
Patria. Sus expresiones políticas no han logrado consolidar una fuerza
importante en décadas, esto habla también de su relación con este marco
social. Pero no sólo por lo representativo cobra valor un pensamiento.
En otra década, han podido o podrán tener mayor representatividad. Lo
importante es poder discutir con esas fuerzas y poder enriquecer este
modelo con aportes genuinos.
Lo mismo sostengo ante una opción de derecha al modelo, como parece
ser Scioli - Moyano. Con propuestas que en el marco de los derechos de
los trabajadores parecían “correr por izquierda” al kirchnerismo
(Altamira dijo, quizás jocoso, "No somos funcionales a Moyano; él es funcional a nosotros"),
formaliza quizá su única alianza posible con una expresión que se
encuentra a la derecha del modelo que conduce Cristina (también dicho por Altamira, ya que lo mencionamos).
No parecen exponentes de demasiado valor para poder hacer crecer la
discusión de la cosa publica, convengamos. Habla sin dudas de la pobreza
de la oposición, rasgo preocupante no sólo en Argentina, sino también
en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Paraguay. Por eso se apoyan en sectores
económicos que los respaldan y utilizan, y que están impacientes por
destruir esos modelos populares suramericanos. "El día que esto se
acabe, a los primeros que se llevan puestos es a los trabajadores", dijo Cristina en Noviembre de 2011.
Por eso es necesario reconocer a esta oposición, y que ella se dé a
conocer. Que explicite cómo llevaría a cabo los planteos que pronuncia.
Por ahora, Scioli declama lealtad y Moyano no termina de decirse
opositor. Pero no está para nada claro qué proyecto encarnan, qué
intereses persiguen, qué medidas tomarían y cómo continuaría este
proceso. En su discurso de apertura de sesiones
del 2012, Cristina les indicó a los políticos opositores: "Les pido
ideas, no se dejen manejar la agenda por dos o tres monopolios a los que
no les importan ustedes". En este punto, la dupla Scioli – Moyano viene
haciendo agua. Desde la excelente relación del gobernador con los
medios y periodistas opositores, hasta el triste paro lanzado desde la
pantalla de TN.
Agencia Paco Urondo
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