A modo de introducción
Nuestra ciudad cuenta hoy con un importante número
de inmigrantes cañadenses, los que comúnmente llamamos gringos, gallegos, tanos, vascos, portu´s, paisanos… Personas que apostaron a una
nueva vida en un lugar desconocido y por crecer.
Muchos vinieron escapando a la barbarie de una
guerra absurda, otros de las consecuencias que trajo esa etapa bélica del
mundo, otros por amor, otros engañados por la famosa frases vamos hacernos la América , algunos de
aventureros, trotamundos y muy pocos, diría casi nadie por voluntad propia.
La crisis dejada por la Primera y Segunda Guerra
Mundial no fue solamente económica, también ha perjudico el estado emocional de
muchas personas que atemorizadas por otra matanza atroz decidieron escaparse al
Nuevo Continente. Y de esta manera podemos decir, que esta fue la última
oleada de inmigrantes que llegaron a nuestra patria para conseguir un bienestar
mejor.
En cada una de las entrevistas pude escuchar el
ruido de las bombas, el llanto de los sobrevivientes, sentir el olor a pólvora
y correr juntos para salvar nuestra mayor riqueza, la Vida.
También viajamos juntos en ese barco, durmiendo en
esos lugares de cabotaje que le brindaban a los que huían de la pobreza y la
humillación. Recorrimos juntos el Puerto de Buenos Aires, con algunos nos
vinimos a Rosario y con otros nos embarramos al caminar por aquellas primitivas
calles de la Cañada
de Gómez.
Las lágrimas de muchos de ustedes quedaron plasmadas
en este informe sobre las experiencias mas relevantes de algunos de los que
orgullosamente podemos llamar inmigrantes
cañadenses, porque aunque no nacieron en esta tierra, trabajaron,
invirtieron, caminaron, formaron su familia, en esta la que seguramente es su segunda
Patria porque la primera es aquella que vive en lo más profundo del
corazón de cada uno de los que hicieron posible, gracias a su esfuerzo y valor,
vivir en una sociedad digna y solidaria.
La Municipalidad de Cañada de Gómez agradece a todos
los que colaboraron con sus testimonios, con sus imágenes y sus ganas de seguir
vivos en la pequeña pero rica historia local.
Hagamos un poco de historia…
En
1949, durante el gobierno del Gral. Juan Domingo Perón, mediante el Decreto Nº
21.430, se establece el 4 de septiembre como “Día del Inmigrante” en recuerdo
de la disposición dictada por el Triunvirato en 1812, que ofreciera “su
inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias
que deseen fijar su domicilio en el territorio”.
Entre
los considerándos, el Decreto de 1949 expresa: “Que ese primer documento fue,
en verdad, el punto de partida de una ininterrumpida serie de actos de
gobierno; que a través de leyes, decretos y reglamentaciones estimuló, protegió
y encauzó la inmigración”.
Más
adelante destaca “…la conveniencia de que se rinda un permanente y público
homenaje al inmigrante de todas las épocas, que sumó sus esperanzas a la de los
argentinos, que regó la tierra con su sudor honrado, que ennobleció las artes,
mejoró las industrias....”
Nuestro país tuvo distintas etapas inmigratorias, la
primera de ellas en los siglos XVI y XVII donde vinieron mayoritariamente
masculinos que al mezclarse con los nativos se produjo los primeros mestizajes.
Esto sucedió esencialmente en las grandes urbes ya que las regiones interiores
todavía eran propiedad de los pueblos originarios como los mapuches, ranqueles
y wichis entre otros. Otra etapa, fue la entrada de esclavos de piel negra que
llegados desde África fueron introducidos al país entre los siglos XIX y XX.
Cuando Alberdi propuso gobernar es poblar,
nuestra Constitución deja claramente expresado en su preámbulo original la
presencia y las garantías para
“promover el bienestar jeneral, y asegurar los
beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos
los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino: invocando la
proteccion de Dios, fuente de toda razon y justicia: ordenamos, decretamos y
establecemos esta Constitucion para la
Confederacion Argentina.”[1]
No sólo Alberdi defendía este proyecto, junto a él la Generación del 37 que
la componían entre otros Domingo F. Sarmiento y Esteban Echeverría quienes
pretendían una inmigración de blancos anglosajones provenientes de Inglaterra,
Suiza, Alemania e Irlanda.
“Poblar es civilizar cuando se puebla con gente
civilizada, es decir, con pobladores de la Europa civilizada. Por eso he dicho en la Constitución que el
gobierno debe fomentar la inmigración europea. Pero poblar no es civilizar,
sino embrutecer, cuando se puebla con chinos y con indios de Asia y con negros
de África. Poblar es apestar, corromper, degenerar, envenenar un país, cuando
en vez de poblarlo con la flor de la población trabajadora de Europa, se le
puebla con la basura de la
Europa atrasada o menos culta. Porque hay Europa y Europa,
conviene no olvidarlo; y se puede estar dentro del texto liberal de la Constitución , que
ordena fomentar la inmigración europea, sin dejar por eso de arruinar un país
de Sud América con sólo poblarlo de inmigrados europeos.”[2]
Lamentablemente para Alberdi, esa inmigración que él
pretendía decidió irse hacia Estados Unidos, Canadá y el resto de las colonias
británicas. Esa actitud racista no tuvo más remedio que aceptar la llegada de
italianos, españoles y en menor medida de la Europa oriental. Pero este proyecto modificaría
en menos de medio siglo la composición social del país de manera radical. En
1869 el país contaba con 1.877.490 habitantes, de los cuales 160.000 habían
llegado de Europa en la década inmediatamente precedente; la relación crecería
exponencialmente, sumando hasta 1930 un total 6.330.000 emigrantes, de los
cuales 3.385.000 se establecerían permanentemente en el país, los restantes
eran los llamados trabajadores golondrina, que cruzaban el océano dos veces al
año para trabajar en la cosecha.
Cañada de Gómez no es ajena a la realidad
inmigratoria del país, cuando el presidente Mitre encarga a Guillermo
Whellwright la construcción del ferrocarril, el mismo que pasa por estas
tierras dando nacimiento a la
Colonia y que contaba con algunos rancheríos a la redonda en
lo que era por aquel entonces el Desmochado Abajo, siendo un punto estratégico
para la llegada de inmigrantes.
Allá por 1865 se estableció en nuestras tierras la
primera familia extranjera llegada de Alemania, encabezada por Rodolfo Heiland.
Ellos se instalaron en el campo La
Esperanza hasta que en 1869 se trasladan a uno más cercano al
entonces del pueblo cuyo propietario era Pablo Krell, que por aquel entonces se
llamaba Colonia Vieja y hoy es a lo que todos conocemos como Estancia Del Sel.
Un testimonio fundamental en el desarrollo de la
historia de los inmigrantes locales, es la que escribió Margarita Hansen de
Schnack, Quién realiza un viaje tiene algo para narrar. En él describe
sus últimos días en Alemania, su viaje, como fue llegar a la Estación Cañada de
Gómez donde arribaron el 1º de agosto de 1867 con su cuñado Pedro Reün –primer
jefe ferroviario–, su hermana Enriqueta y sus sobrinos Magdalena y Jorge.
Guillermo Wilken escribió el Informe sobre el
estado actual de las colonias agrícolas de la República Argentina
en 1872, donde dice que en la zona correspondiente a Cañada de Gómez “la
cantidad de terrenos arrendados o vendidos es de 3275 cuadras, ocupadas por 30
familias argentinas, 5 alemanas, 11 inglesas y 21 industriales de varias
nacionalidades en el pueblo…” Finalizando el siglo, en la provincia de Santa Fe
más del 40% eran inmigrantes.
De esta manera se inicia en la ciudad una etapa de
progresismo continuó hasta mediados del siglo XX, donde muchos inmigrantes
fueron los iniciadores de los mayores emprendimientos locales como Eugenio
Vázquez, Antenor Beltrame, Abel Romegialli, Agustín Lovazzano, los hermanos
Natalio y Martín Zanetta, Pedro Laguna, Antonio Muñoz, Juan Palmano, Isidro
García Hernández, Enrique Pacchiotti, entre muchos otros
Hoy los hijos, nietos y bisnietos de aquellos que
soñaron con hacerse la América
debemos fortalecer ese camino iniciado por ellos aportando lo mejor de nosotros
sin olvidarnos de palabras claves como solidaridad, sacrificio, amor,
compañerismo, amistad que dieron el empuje inicial para poder disfrutar lo que
hoy tenemos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario