El 23 de septiembre de 1973, los argentinos votaron
masivamente para devolverle a Perón el lugar del que había sido arrancado en 1955. Volvía
secundado por su esposa Isabel. La fórmula Perón-Perón obtuvo el 62% de los
votos contra el 25 de Balbín-De la
Rúa.
El 23 de septiembre de 1973 ocurrió lo que la mayoría de los
argentinos suponía, pese a que no eran épocas de sondeos confiables y
consultoras: Juan Domingo Perón fue electo por tercera vez presidente de la Nación , a 18 años y seis
días de haber sido derrocado por un golpe militar.
La fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI),
secundada por María Estela Martínez de Perón, obtuvo 7.359.252 votos, lo cual
representó casi el 62% de los sufragios. Los 12 puntos que le permitieron a
Perón esquivar una segunda vuelta, fueron aportados desde la boleta del Frente
de Izquierda Popular, que propuso votar al general "desde la
izquierda". Entre los sufragios del FIP estaba el de una militante de 20
años, Cristina Fernández . La UCR quedó muy lejos: 2.905.719 votos para la
formula Balbín-De la Rúa ,
casi 25 por ciento.
Tres meses antes había regresado definitivamente a un país
en llamas. En el entorno presidencial se afirmaba que el anciano líder no
quería volver a ser presidente, pero el violento enfrentamiento entre la
derecha y la izquierda peronista lo reclamaba como árbitro en el centro de la
escena. Los médicos le recomendaron mantenerse al margen de los rigores
presidenciales. Pero se suponía que sólo él podía contener el vendaval que
contribuyó a desatar cuando alentaba desde el exilio a las formaciones
especiales, con la consigna "la violencia en manos del pueblo no es
violencia, es justicia".
El presidente Cámpora había ubicado en el poder a conspicuos
representantes de la izquierda peronista que habían sobrellevado el peso de la
lucha por el retorno y de la campaña electoral. Pero esto resultaba inaceptable
para la derecha del movimiento que conspiraba para promover la caída del
gobierno. El Tío había sido elegido con el General proscripto, bajo la consigna
"Cámpora al Gobierno, Perón al Poder". Con una lógica de hierro, la
derecha sostenía que "Con Perón en
el país, sin proscripciones, ningún peronista puede gobernar". El
argumento irrefutable, escondía la intención de desalojar del poder a la Tendencia Revolucionaria
del peronismo.
El 12 de julio de 1973, el secretario de Prensa de la CGT , Hugo Barrionuevo, inició
la arremetida: "Nadie discute que el único que puede poner orden en el
país es Juan Domingo Perón. Los que tienen la torta quieren que Perón garantice
que no habrá desborde por izquierda y el pueblo trabajador, que es peronista,
piensa que nadie puede conducir el proceso mejor que Perón."
Los sindicalistas fletaron micros a la casa de Perón en
Gaspar Campos, para producir un operativo clamor. Al otro día renunciaron
Cámpora y el vicepresidente Vicente Solano Lima. El Tío se marcharía luego del
país, sin que le agradecieran siquiera los servicios prestados, una fórmula que
se dispensa hasta a los adversarios políticos,cuando se acepta una dimisión.
Correspondía que asumiera la presidencia el titular del Senado, Alejandro Díaz
Bialet, pero por sus vínculos con la izquierda, fue enviado a una misión
inventada en Europa, para cederle el paso al presidente de la Cámara Baja , Raúl Lastiri, yerno del "Brujo"
José López Rega, quién convocó a elecciones para el 23 de septiembre. Perón
tuvo que elegir entonces a su candidato a vice, cuyo perfil permitiría atisbar
si el General se inclinaba a derecha o
izquierda. La decisión resultaba crucial por el riesgo que presentaba la
salud del futuro jefe de Estado.
Algunos testimonios coinciden en señalar que Perón prefería
como compañero de fórmula al veterano caudillo radical, Ricardo Balbín. Pero
hubo reacciones adversas en la UCR
y en el peronismo. Raúl Alfonsín rechazaba la idea y declaró que Cámpora había
sido "destituido por una suerte de golpe de derecha". La ortodoxia
peronista operó incansablemente por la candidatura de Isabel. El secretario
general de la CGT ,
José Ignacio Rucci, elogió a Balbín, pero advirtió que igualmente prefería a un
peronista. El líder metalúrgico Lorenzo Miguel también se oponía a la idea de
Perón de formar un gobierno de unidad nacional, con el siguiente argumento:
"No sea cosa que se muera el Viejo y tengamos que aguantar a Balbín como
presidente de la Nación. "
El Consejo Nacional del PJ se reunió el 4 de agosto en el
Teatro Cervantes para proclamar la fórmula, el mismo día que se anunciaba la
puesta en escena de La Dama
Boba , de Lope de Vega. El trámite demandó 20 minutos, pero el
apoderado partidario, Torcuato Fino, se despachó con una diarrea verborrágica:
"Perón representa el báculo señero cuyas ubérrimas frondosidades han
germinado para el país decisiones trascendentales." Y agregó: "Es un
homo sapiens que no ha de abandonar el jardín de la vida sin haber dado el
último rosal." La fogosa militante de la derecha peronista, Norma Kennedy,
fue al grano y propuso parcamente a Isabel como candidata a vice. Nadie se
atrevió a cuestionar a la esposa del general, que gozaba de portación de
apellido. La fórmula sería Perón-Perón.
Un ex diputado peronista asegura que cuando un grupo de dirigentes le
fue a comunicar la decisión a Perón, el general se quejó: "Al nepotismo se
lo combate hasta en el África."
En cambio, el padre del actual candidato a legislador
porteño, Jorge Taiana, cuenta que en agosto del '73, Perón le confió su
cansancio por la tarea asumida. El médico y ministro le propuso entonces que
busque un delfín. Y Perón le dijo que tenía uno: era Isabel.
Taiana salió preocupado de aquella consulta. El General
había decidido concederle a su tercera mujer, lo que le negó a la segunda.
Isabel gozó su triunfo en un discreto segundo plano. Se cuidó de alardear haber
logrado lo que no pudo Evita. La derecha había conseguido ubicar a su candidata
en un lugar expectante, sin obligar a Perón a expedirse claramente por la
ortodoxia. Era simplemente su esposa.
En el círculo íntimo todos sabían que el presidente electo
era un anciano enfermo que no viviría demasiado. El propio Perón temía no
terminar su mandato. Tan es así, que rechazó la idea de volver al mandato
presidencial de seis años, que la dictadura había acortado a cuatro:
"Cuatro años creo que duró, seis no", le dijo a su ministro de
Justicia. Pero sólo vivió nueve meses como presidente de la Nación. En la Casa de Gobierno, quedaría
una mujer sin dotes de conductora, manejada por un ex cabo de policía con ideas
esotéricas.
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