Entrevista a María Eugenia Ludueña
La autora de Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto cuenta por qué en la de la hija de Estela está la esencia de una generación.
Rita se acerca a la cueva donde Alcira sigue engrillada, tirada en la colchoneta, sin poder pararse. Se sienta a su lado. Alcira se corre la capucha.
–Che, yo de vos me quiero llevar algo de recuerdo – dice Rita.
–Ay, nena, ¿qué te voy a dar? ¡Si no tengo nada!
–Lo que sea. Dame algo.
–Ay, Rita, pero cuando salgas te van a revisar y te lo van a sacar.
Lo único que me han dejado es la ropa interior. Es buena, la que tenía
puesta. Mirá el corpiño, es de encaje negro. Te lo podés llevar. Cuando
salgas y te revisen, nadie te va a poder decir nada."
"Rita" era el nombre de guerra de Laura Carlotto, quien fue
asesinada en 1978, a los 22 años, tras nueve meses de cautiverio en el
centro clandestino de detención La Cacha, de La Plata. Es una de las 30
mil víctimas que se cobró la última dictadura cívico militar. Laura dio a
luz en cautiverio a Guido, quien estuvo apenas entre tres y cinco horas
en brazos de su madre. El bebé le fue arrancado por sus captores. Se
trata de uno de los 400 nietos que aún buscan las Abuelas de Plaza de
Mayo. Hoy tendría 35 años. Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto,
de María Eugenia Ludueña, es el primer libro que reconstruye la historia
de esta joven desaparecida, la hija mayor de Estela Barnes de
Carlotto.
El corpiño de encaje negro perteneció a la abogada Alcira Ríos que
se lo entregó a Laura en medio del horror, momentos antes de que al
menos dos militares se la llevaran para siempre. Esa misma prenda
permitió a Estela reconocer a su hija durante la exhumación del cuerpo,
en 1985. Los estudios científicos realizados por el doctor
estadounidense Clyde Snow y el Equipo Argentino de Antropología Forense
corroboraron que Laura había sido madre. Gracias a aquel proceso,
recuperó parte de la vida que le arrebataron. En su biografía, su
identidad vuelve a brillar con intensidad.
El libro retrata a Laura y su familia; describe una época signada
por la violencia y el devenir de una generación –la del ’70–. También
relata el surgimiento de Abuelas, así como las historias de vida de
otros jóvenes que compartieron con Laura el mismo sueño: cambiar el
mundo –entre ellos, su hermana Claudia, quien vivió en la clandestinidad
y debió exiliarse junto a su compañero en Brasil y Paraguay–. Muchos de
aquellos jóvenes corrieron la misma suerte que Laura. Pocos
sobrevivieron.
Ludueña, en su investigación, relata que Laura compartió cautiverio
con otras embarazadas: Rosita y María Laura Bretal –quien estaba en el
cuarto mes de gestación cuando la secuestraron–. Sólo María Laura
seguiría viva. Junto con Alcira Ríos, fue de las pocas sobrevivientes de
La Cacha y pudo brindar su testimonio durante los juicios por la
Verdad. Ríos acreditó que Laura dio a luz a un varón. Paradojas trágicas
del destino: según reconstruyó la escritora, antes había perdido dos
embarazos. El que llegó a término lo transitó y parió en condiciones
infrahumanas.
Laura, Vida y militancia de Laura Carlotto –prologado por Estela–
es una obra que retoma la estructura narrativa de La Voluntad, de Martín
Caparrós y Eduardo Anguita, que marcó tendencia en la forma de relatar
la historia política de los '70. En sus páginas se vuelcan los
testimonios de la familia Carlotto, las amigas de Laura, su primer
novio, su ex marido y compañeros de militancia. A la autora, que ejerce
hace más de dos décadas como periodista (Página 12, Crítica de la
Argentina, Gatopardo, Infojus Noticias), le llevó cuatro años de trabajo
"recuperar" a Laura.
"Fue una persona comprometida. Tenía convicciones fuertes. La
aprendí a admirar mientras hacía el libro. Mucha gente resaltó que era
una militante periférica. Ella decía que se sentía como una gotita en el
mar", cuenta Ludueña a Tiempo Argentino.
"Además de Laura, está Claudia, que también tuvo una militancia
destacable. Los Carlotto vivieron una tragedia, fue una familia víctima
del terrorismo de Estado: sufrieron el asesinato de Laura y el robo de
su hijo, el secuestro de Guido (padre), la clandestinidad de Claudia y
su pareja de entonces, Jorge Falcone", rememora. Se suman el asesinato
de María Claudia Falcone, cuñada de Claudia, y el secuestro de sus
suegros.
–¿Qué la motivó a escribir este libro?
–Trabajaba en la revista de La Nación. Cuando encuentran al nieto
número 100 hice una nota celebrando esa restitución y entrevisté a
Estela. Allí me contó que le gustaría que alguien escribiera la historia
de Laura como una manera de documentar la vida de su hija, pero
hablando por una generación. Quise contar quién era Laura, su familia y
cómo se criaron los jóvenes de esa época. El libro abarca tres
dimensiones: una personal, una familiar y otra política. A medida que
entrevisté a las personas que fueron parte del libro entendí que, para
contar a Laura, había que contar la historia de esos compañeros. Todo
eso hacía a un clima y un perfume particular de los '70. Quería
incorporar voces de militantes y no militantes –como el primer novio de
Laura, que no estaba interesado en absoluto en la política–, de gente
que militaba y que dejó de militar –como algunas amigas–; de gente que
militaba y se tuvo que ir del país. Quise incorporar un abanico de voces
diferentes desde una dimensión íntima.
–¿Cómo fue el proceso de politización de Laura?
–Ella empieza en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). En
verdad, antes, empieza en la Escuela Normal I. Allí tuvo en cuarto año
una profesora de Historia que la marcó: Irma Zucchi. Era una de esas
profesoras que hacen que ames la historia. Laura quería ser médica pero
con Zucchi cambió de idea. De hecho, cursó Historia, en la Facultad de
Humanidades, que fue un lugar muy convulsionado, donde hubo muchos
desaparecidos. Allí, en la universidad (UNLP), comenzó su militancia más
orgánica.
–¿Cómo se acercó a Montoneros?
–Sobre eso hay algunas lagunas. Es difícil encontrar el momento
exacto en que pasó de JUP a Montoneros. Se cree que su compañero –el
padre del hijo que Estela busca– era un militante de Montoneros. El
padre de Guido, no obstante, se encontrará una vez que se encuentre a
Guido.
–¿Y cómo fue su secuestro?
–El final es lo más difícil de reconstruir. Es posible la
reconstrucción de su cautiverio en La Cacha porque hay testimonios muy
contundentes, como los del nacimiento de Guido. Esta probado que estaba
embarazada, hay todo un camino de cabos que se fueron atando. El
secuestro no está del todo determinado. Hay sospechas. Se cree que pudo
haber sido secuestrada en la Ciudad de Buenos Aires y pudo haber pasado
por la ESMA. Hay alguien que menciona una Rita en aquel centro
clandestino de detención. Aunque es difícil que haya pasado por allí
porque estaba en La Cacha, ubicado en La Plata. También se creyó que
pudo haber dado a luz en el Hospital Militar Central. Pero no se pudo
acreditar.
–¿Cómo se entera la familia que Laura estaba embarazada?
–Hay dos señales: una nota y el testimonio de una mujer que se
acercó a la pinturería de Guido. Después Estela hilvana y recuerda que
Laura, en una conversación telefónica, le dijo que tenía que ir al
ginecólogo (luego se sumarán los testimonios de sus compañeros de
cautiverio, como el de la abogada Alcira Ríos).
–Usted se sumergió en una época y una generación. ¿Qué impresiones les dejaron los protagonistas?
–Uno dice la generación de los '70 pero es tan variopinta, tan
colorida. Los caminos han sido distintos. El libro también da cuenta de
eso. Yo admiro el coraje que tuvo esa generación, sus ideales. Era gente
convencida. Eso me conmueve más allá de los errores. Los puedo
comprender y admirar. No a todos. Pero sí a "las Lauras", a quienes se
comprometieron.
Por
Para Tiempo Argentino
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