CRONICAS POLICIALES DEL AYER... EL FEMICIDIO DE JUANA BORGARELLO

Juana Borgarello, Archivo del Museo Histórico Municipal "Elías Bértola"
Corría la jornada del 20 de junio de 1911, ese día no era todavía feriado nacional, estábamos muy lejos de festejar la jornada en que muriera Manuel Belgrano creador de la bandera nacional. El pacífico pueblo cañadense, por entonces dirigido por el presidente comunal Servando Martínez, se sorprende al escuchar el rápido galope de los caballos que transportaban a los pocos policías locales desde su sede, ubicada en el callejón de las vías a metros de calle Concepción, hasta una finca ubicada en Bv. Ocampo casi Lima (hoy Pellegrini) sobre la vereda norte.  Por ese entonces las fuerzas policiales estaban intervenidas, y quién encabezó el grupo fue el Comisario Loreto Sosa y al llegar al lugar del hecho se encontraron con una joven mujer herida mortalmente de varias puñaladas junto al reparo de un pozo de agua. La vivienda pertenecía a la familia de Luis Borgarello, y la fallecida era su hija Juana. En ese lugar también se encontraba la herrería de la familia donde trabajaba el asesino de la misma, su esposo Francisco Varvello.


La historia de amor entre ellos fue complicada desde el comienzo, ya que la familia Borgarello no veía con buenos ojos a Francisco. Esa sospecha no fueron en vano, al tiempo de haberse casado Juana no soportaba los maltratos de su compañero y fue por eso que decidió volver a la casa de sus padres. Varvello, en un intento de volver a conquistarla, insistió en reiteradas oportunidades hasta que ese día llegó con un ramo de flores hacia el patio de la herrería de la familia, después de discutir con Juana, al arrimarle su ramo, tenía escondido un cuchillo, y engañando a la joven la hirió mortalmente de varias puñaladas.
 
Francisco Varvello, Archivo del Museo Histórico Municipal "Elías Bértola"
La revista “Monos y Monadas” publicó el 2 de julio de 1911 la noticia del hecho, titulada Crónica Roja, donde expresa lo siguiente:

«Estamos en épocas de grandes crímenes. Cañada de Gómez fue teatro de un horrible homicidio perpretado en la persona de Juana Borgarello, joven de 17 años de edad, por su esposo Francisco Varvello de 19.

»Contrariando la voluntad de sus padres, Juana contrajo matrimonio con Varvello, después de haber huido de la casa paterna. Era el joven, oficial herrero, y trabajaba en una fundición propiedad de su suegro. Libertino y perdido, no tardó en contaminar el cuerpo de la esposa de males terribles. Sobrevino entonces la separación, que en los últimos días de mayo debía de establecerse judicialmente.

»Varvello rogó a su esposa volviese a la paz, inútilmente y el día de la notificación, cuando se disponía a emprender viaje para esta ciudad (Rosario), clavó por dos veces, y mortalmente, un cuchillo en la espalda de la infeliz mujer. Huyó del lugar del hecho, pero en vez de emprender atontada carrera, se encerró tranquilamente en una casa de moralidad dudosa, con el propósito de beber y bailar tangos con corte. La policía lo encontró en amable y franca compañía, con el cuchillo tinto en sangre en la cintura. El cinismo inconcebible del homicida exasperó en tal forma al pueblo de Cañada de Gómez, que poco faltó para que lo linchase. Tuvo la policía que imponerse para librar al asesino de las iras populares. Varvello no se muestra ni arrepentido, ni apesadumbrado. Ha matado de igual manera que hubiese aplicado un justo correctivo. (...) ¡Y pensar que por puro gusto, por egoísmo criminal, llegó al crimen, después de haber echado una condenación sobre la vida de su víctima!

»Razón tuvo el pueblo de Cañada de Gómez al indignarse, pero reflexionando serenamente, Varvello no debe ser culpable de tanta maldad. Sus actos hablan de inconciencia y de cínica locura. Como a un loco peligroso correspondería tratarle en larga reclusión.»
 
El sepelio fue acompañado por una multitud, Archivo del M.H.M. "Elías Bértola"

Preocupa el tono machista de la nota escrita hace casi 105 años atrás, como así también preocupa que a pesar del tiempo transcurrido el genocidio de mujeres en manos de sus parejas no haya sido frenado en esta sociedad que vivimos. El 21 de junio de 1911 una multitud de cañadenses acompañaron los restos de Juana Varvello, quizás la primer cañadense víctima de un femicidio. 

1 comentario:

Rosa Lía Cuello dijo...

Interesante artículo, no conocía esta historia, pero el Comisario Loreto Sosa era mi abuelo materno.