“Dios es como los piojos: está en todas partes, pero prefiere a los pobres.” La frase pertenece al cura Brochero, oriundo de Córdoba, para quien el papa Francisco aprobó su canonización después de que el Vaticano considerara confirmado su segundo milagro. De este modo se convertirá en el primer santo nacido y muerto en la Argentina. Ya había sido declarado “venerable” por Juan Pablo II en 2004 y luego beatificado por Benedicto XVI a fines de 2012. El inicio de su camino a los altares se remonta a 1967. Probablemente su oficialización como santo se concrete en octubre. Hubo diversas repercusiones en Córdoba por el cura gaucho que educó, construyó caminos e iglesias, y terminó sus días leproso y ciego.
Cuarto de diez hermanos, José Gabriel del Rosario, más conocido como el Cura Brochero, nació en Córdoba en el paraje llamado Carreta Quemada, próximo a Santa Rosa de Río Primero, el 16 de marzo de 1840. Catorce años después ingresó al Seminario de Nuestra Señora de Loreto y en 1858 concurrió a la Universidad Nacional Mayor de San Carlos, donde conoció al futuro presidente Miguel Juárez Celman, con quien inició una perdurable amistad. Tomó los hábitos a sus 26 años y se caracterizó por predicar el Evangelio con un lenguaje sencillo, para hacerlo comprensible.
El Papa autorizó ayer a la Congregación de las Causas de los Santos a publicar el decreto que aprueba el segundo milagro atribuido a Brochero, el caso de una nena que se recuperó de lesiones que la habían dejado al borde de la muerte. En septiembre del año pasado, una junta de siete médicos determinó que “no hay explicación científica” en el caso de Camila Brusotti, una niña de San Juan recuperada de múltiples heridas que derivaron en un infarto masivo en el hemisferio cerebral derecho. De esta forma se dio por cumplido el primero de los cuatro pasos que se necesitan para que, según la Santa Sede, el Cura Brochero sea declarado santo. El primer milagro que se le atribuye fue el de Nicolás Flores, quien revirtió un cuadro inicial de posible “vida vegetativa” tras un accidente.
En noviembre, el proceso de canonización del beato argentino fue analizado por una junta de teólogos que certificó la “intercesión” del religioso en el suceso, es decir que el milagro alegado se realizó efectivamente mediante oraciones “a él” y no mediante oraciones simultáneas dirigidas a otro santo ya establecido, lo que fue avalado por una junta de obispos y cardenales a mediados de enero. Antes de la Semana Santa, el pontífice comunicará al mundo la fecha y lugar donde se lo canonizará.
“Este año, el Cura Brochero cumple 150 años de sacerdote, un testigo de la misericordia. Que en el Año de la Misericordia sea canonizado por un argentino y jesuita, me llena de alegría”, expresó Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje y vicepostulador de la causa de canonización.
Asimismo, Carlos Núñez, arzobispo de Córdoba, dijo que el hecho “nos enorgullece como argentinos, como cordobeses y como sacerdotes”. El religioso recordó que en una oportunidad el papa Juan Pablo II comparó al Cura Brochero con el Santo Cura de Ars, nacido como Juan Bautista María Vianney, un presbítero francés proclamado patrono de los sacerdotes católicos. En cuanto al nombre con el que se denominará al nuevo santo argentino, Núñez sostuvo que “seguramente se lo va denominar San José Gabriel del Rosario y quizás de una manera mucho más popular el Santo Cura Brochero”.
Por su parte, el gobernador cordobés Juan Schiaretti expresó “gran alegría y emoción”, y añadió que está previsto reformar la casa natal del futuro santo en Villa Santa Rosa, departamento Río Primero.
El Cura Brochero desempeñó su ministerio sacerdotal durante la epidemia de cólera que en el siglo XIX devastó a la provincia. Como prefecto de estudios del Seminario Mayor, obtuvo el título de Maestro en Filosofía por la Universidad de Córdoba. Codo a codo con sus feligreses, construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación. Además, proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra, uniendo Villa Dolores y Soto, para sacar a la gente de la pobreza en que se encontraba, “abandonados de todos, pero no por Dios”, como solía repetir.
“Ya el diablo me va a robar un alma”, decía. Se entregó por entero especialmente a los pobres y alejados. Contrajo lepra por abrazar a los que padecían la enfermedad y renunció al Curato de San Alberto para vivir junto a sus hermanas en su pueblo natal. “El Señor me dio la salud, él me la quita. Debemos estar siempre conformes con los designios de Dios”, afirmaba Brochero, que murió leproso y ciego el 26 de enero de 1914.
FUENTE: PÁGINA 12
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