Sin lugar a
dudas Ricardo C. Romegialli es una de las figuras más destacadas del siglo
pasado en la vida social, empresarial, cultural y política de la ciudad. Fue el
hijo mayor de don Abel, aquel suizo oriundo de Mendrisio la ciudad más
meridional de Suiza en el límite con Italia, que en 1904 fundada La Helvética.
Siendo un
niño comenzó a trabajar junto a su padre en la flamante empresa que por aquel
entonces se dedicaba a la fabricación de gasógenos, cocinas económicas,
herrería de obras y todo lo referido al trabajo mecánico. Con el paso del
tiempo, y de acuerdo a las necesidades que el mundo, el país y la ciudad
requerían continuaron con la construcción de relojes para torres entre otras actividades
asociadas a la herrería. Ricardo junto a su hermano Hugo, quedan como titulares
de la empresa un tiempo antes que don Abel falleciera en 1924. Dicha sociedad
continúo con el extraordinario crecimiento de la empresa, sumando a sus
actividades la construcción de secadoras de cereales mediante aire frío o
caliente, siendo unas de las primeras en aparecer en el mercado. Finalmente en
1926 comienza la etapa de más éxito cuando comenzaron con la construcción de
acoplados. Finalmente, en 1938, la empresa queda en manos de Ricardo a raíz de
la decisión de su hermano Hugo de separarse, quién se inició en nuevos
emprendimientos. El 23 de diciembre de 1944 se inauguró el edificio nuevo de la
empresa, acto que contó con la presencia de las máximas autoridades de las
cámaras y federaciones industriales del país, autoridades locales y vecinos. En
1945 el directorio de La
Helvética es presidido por Ricardo Cónsul Romegialli y lo
acompañan su esposa Elvira Laurenti, Valentín y Emilio Terradez, Carlos Caronni
y su hijo mayor Ricardo Mario; dos años más tarde se incorpora su otro hijo
Abel Oscar. El crecimiento de la empresa alcanzó límites impensados por aquel
entonces, siendo la empresa de acoplados más importante de Sudamérica.
La jornada
más triste de su vida la vivió aquel lunes 18 de mayo de 1964 cuando su hijo
Ricardo Mario muere en un accidente automovilístico. Fue en la Ruta 9, en el Kilómetro 474. Era
una noche donde la ruta tenía las secuelas de una lluvia que pasó. Un camión
mal estacionado, sin luces, sobre la banquina. Una pickup que se dirigía desde
Rosario hacia Córdoba al evitar chocar al camión choca de frente con el
Peugueot 404 que era conducido por Ricardito, quién iba acompañado de Nello
Leoncelli. El golpe fue mortal. Una ciudad entera lamentó la pérdida de ese
joven empresario, que prometía ser más grande que su padre y abuelo. Unos 300
coches acompañaron el cortejo fúnebre. Y el pueblo cañadense abrazó a la
familia Romegialli en su etapa más dura.
SU TRAYECTORIA POLÍTICA, SOCIAL Y CULTURA
Don Ricardo
fue siempre simpatizante y militante del Partido Demócrata Progresista, y según
podemos leer en La Nota
del 21 de diciembre del mismo año, que el PDP había ganado la senaduría
provincial con él a la cabeza en las elecciones del día 15. Ese cargo lo
mantuvo poco tiempo a raíz del golpe de estado ocurrido el 4 de junio de 1943.
Las coincidencias, que se volverán a repetir, es que su hermano Abel fue el
Intendente Municipal de esa etapa y durante algunos años en el Peronismo.
Una vez
ocurrido el golpe de septiembre de 1955, es designado como Comisionado
Municipal Ricardo Cónsul Romegialli. Su tarea al frente del Palacio Municipal
tiene los mejores de los recuerdos en la memoria colectiva cañadense. Durante su mandato se invirtieron más de
$200.000 en obras públicas en el primer año; saldó en cuotas una vieja deuda
que el municipio mantenía con la
Caja de Jubilaciones; consiguió la apertura de dos nuevos
pozos de agua para la zona oeste de la ciudad; finalizó el pavimento hacia el
Cementerio que contó con la donación de empresas y profesionales locales; se
ampliaron algunas calles hacia el norte como el caso de Sarmiento; apoyándose
en la Ley Provincia
4516 de Fomento Industrial decretó la exención de la Ordenanza Impositiva
a varias empresa de la ciudad por el plazo de cinco años. Otras de las
decisiones importantes de esta gestión fue la de comprar máquinas y
herramientas para que el municipio realice con sus obreros el pavimento y de
esa manera evitar la contratación de terceros. También se debió afrontar la
epidemia de poliomielitis que vivió el país en marzo de ´56 donde se
clausuraron piletas, se ordenó una profunda limpieza en la ciudad y se
repartieron alcancías para que los vecinos colaboraran con fondos para
confrontar el flagelo. Entre las decisiones más cuestionadas fue la demolición
de la base monolítica donde se encontraba el busto de Evita y la derogación de
dos ordenanzas impositivas sobre el impuesto de un peso por hectárea por
arreglos de caminos e impuesto al Capital en giro. Acompañaron a la gestión de
Ricardo Cónsul Romegialli, como Secretario de Gobierno y Hacienda Hildo Storni
(que fue durante unos meses Comisionado Interino), el Ing. Civil Rodolfo
Bianchi como Jefe de Obras Públicas y una Comisión Asesora integrada por
Bartolo Cuffia (presidente); Ángel Lovazzano (vicepresidente); Valentín
Terradez y Vicente Leoni (secretarios); Lorenzo Abate, Roberto Sonnet, Hugo
Romegialli, Leo Beltrame (vocales); José Bardone, Francisco Cabezudo, Luis
Sorzini, Domingo Zurcher, Roberto Serrano, Anselmo Ferraro, Omar Lassaga,
Héctor Tonella, Enrique Perrone y Eugenio Vogt (miembros activos). Al poco
tiempo Leoni renuncia por encontrarse con viejos simpatizantes al peronismo en la Comisión. Su mandato finalizó en 1958
cuando se eligieron las nuevas autoridades y es reemplazado interinamente por
el Presidente del Concejo el Dr. Héctor Tonella.
En 1963 y después de un poco más de un año de dictadura
cívico-militar, se realizan elecciones en nuestro país. En nuestra ciudad se
eligen sólo concejales y el triunfo es del Partido Demócrata Progresista
seguido de las dos fracciones radicales. Los ediles que asumieron en septiembre
del ´63 fueron Ricardo Cónsul Romegialli, Francisco Trujillo e Italo Modanesi
por el PDP, Higinio Vasconi por la
UCRP y Carlos Garma por la UCRI. En esa sesión
preparatoria sucede un hecho histórico y único en la historia local, ya que
entre los concejales elegidos debería salir el futuro intendente municipal
recayendo el cargo en Ricardo C. Romegialli con el voto unánime del cuerpo legislativo,
su lugar en el mismo fue ocupado por Alonso Piovano quién a su vez fue el
presidente del concejo cañadense. El 12 de octubre en la sesión inaugural
asumieron las nuevas autoridades siendo nuevamente Hildo Storni Secretario de
Gobierno y Hacienda y Víctor Bisson Secretario del Concejo Deliberante. También
fueron concejales en este breve período democrático Horacio Garino, Juan Masa y
Rubén Macchi. Unas de las primeras decisiones de Romegialli fue derogar las
ordenanzas del Plan Regulador iniciado por Cabezudo generando una gran
polémica; nombró como Jefe de Tránsito a Mario Maero, a Juan Carlos Santana
como Secretario Administrativo y a Máximo Álvarez como Controlador de
Maestranza; se intensificó la campaña de eliminación de los perros vagabundos;
se aumentó las tasas a los terrenos abandonados; se adquirieron camiones
volcadores, motonetas y un Jeep; se creó la Comisión Municipal
de Cultura integrada por distintas instituciones de la ciudad y entre sus
funciones era controlar los espectáculos y funciones públicas, sus contenidos,
etc.; y se realizaron importantes obras de pavimentos en arterias de la ciudad
llegando a cubrir casi la totalidad del radio céntrico de la misma; se le pidió
autorización al Ferrocarril Mitre para construir una plaza en la calle Sargento
Cabral cosa que nunca pudo ser llevada a cabo.
SU LEGADO
A pesar del derrocamiento a Illia y gobernadores, don
Ricardo continúo siendo Intendente Municipal hasta 1967, donde por problemas de
salud decide dar un paso al costado y es suplido por su amigo Hildo Storni. La
obra más destacada de Romegialli ha sido sin lugar a dudas la donación y
construcción de escuelas en nuestra ciudad. No ha habido gobernador o
presidente que alcancé esa cifra en pueblos con nuestras características. Siendo
él Intendente se consiguió la donación de los terrenos para que se construya la Escuela Alberdi en
la esquina de Necochea y Belgrano; La Helvética donó el edificio de la Escuela San Martín; se
comenzó a pensar en la edificación de la Escuela Almafuerte
que finalmente fue también donada en parte por Romegialli e inaugurada en 1969.
Diez años antes había donado el edificio de la Escuela Lisandro de la Torre. También construyó
salones en la Escuela Sarmiento ,
Razetto y San Antonio. En su memoria se construyó la planta alta de la Biblioteca Rivadavia ,
que lleva su nombre. También donó los terrenos linderos a la entonces Escuela
Profesional de Mujeres, hoy Paula Albarracín, por calle 7 de octubre, donde
actualmente se encuentra una delegación de la Municipalidad.
Impulsó la construcción de la Plaza Ricardo Mario Romegialli,
popularmente conocida como “Stella Maris” por su cercanía a la capilla homonina
y el emplazamiento al Monumento a la
Maestra que allí se encuentra. El 17 de marzo de 1972, el
gobierno de la Provincia
lo nombró “Benefactor de las Escuelas Santafesinas”.
Finalmente podemos seguir escribiendo mucho de este
benefactor de la ciudad que además de comandar La Helvética , participó en
los directorios de la Fábrica
de Cartones, Cañadenzo, la ILPU
y La Lactonal ,
Fábrica de botones Nacar, Estructuras Evidente, Cerraduras Mario, entre otras
importantes empresas locales; pero Don Ricardo como todos lo llamaban ha
quedado en la memoria colectiva local por sus obras y su hombría de bien, fue
amado pero también criticado por sus decisiones políticas. Pero estoy seguro
que no se puede negar que ha dejado una marca que es imposible de borrar siendo
uno de los personajes más destacado de la historia local en el Siglo XX.
Bibliografía:
Archivo del Museo Histórico Municipal Elías Bertola.
Revista homenaje de La Helvetica en su 50º aniversario, 1954.
Estrella de la
Mañana , 22 de mayo de 1964.
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