Eugenio Oroño |
El 16 de enero de 1908 fallece en la localidad de Las Rosas
el Coronel Eugenio Oroño, quién fuera entre 1883 y 1891 el Jefe Político
Departamental, cargo de mayor importancia en esos tiempos. Cabe recordar, que
anteriormente, fue el comisario general de la Sección Sur del entonces
Desmochado Abajo, zona donde se encontraba la actual Cañada de Gómez.
Participó activamente de la vida política local, y fue
decisivo en las conformaciones de las primeras comisiones comunales como así
también en los inicios de la obra del
Hospital de Caridad. También se le reprocha haber cometido abusos de poder
sobre en el caso de Las Siete Cruces, un asesinato brutal ocurrido en 1886 en
Totoras. Bien se puede leer en La
Capital del día 28 de mayo de 1886 lo ocurrido
«Vamos a relatar un hecho
verdaderamente atroz, bárbaro, casi sin ejemplo, un drama sangriento ocurrido
entre las paredes de la Jefatura política de Cañada de Gómez, ó de aquella
toldería entre un pueblo civilizado.
»El italiano José Savino, vecino
de la colonia de Santa Teresa, fue tomado preso y llevado á Cañada de Gómez, y
allí fue estaqueado á puerta cerrada, poniéndosele un revólver á la boca y un
cuchillo en el pecho, para ahogar sus gritos de dolor. Sus verdugos no querían
que la infeliz víctima exalase siquiera un ay! lastimero!.
»Quien ordenó esos dobles
tormentos fue un capitan de la partida del coronel Oroño; y antes de semejantes
escenas, propias solo de una inquisición, Savino permaneció preso diez días.
Estuvo estaqueado una hora, siendo sacado moribundo de las estacas. El capitan
llevó su maldad hasta tomar al preso y llevarlo á media noche á una cuadra de
la policía, y poniéndole siempre el revólver al pecho, le mostró un montón de
tierra recién movida diciéndole: -Ahí está enterrado un gringo como vos, y vos
serás enterrado vivo al lado de él. Y mientras pronunciaba esta terrible sentencia,
los soldados cavaban otra sepultura. Cada palabra del capitan, era acompañada
de una bofetada, que recibía en el rostro el desgraciado Savino.
»Después de torturarlo y de
hacerlo pasar por mil angustias, el preso fue mandado a Coronda, y allí estuvo
preso seis días más (...)
»Hay
otro estaqueado llamado Miguel Daga»[1].
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