Otra
de las figuras de la educación que tuvo un final trágico fue nuestra querida
Fany asesinada el 8 de febrero de 1977. Cuando recurrimos a los archivos en el
Parque de la Memoria
podemos leer en la presentación de la cañadense que se llamaba Fany Elena
Giordano Brunacci, nacida el 18 de octubre de 1939 en la ciudad de Cañada de
Gómez, de profesión docente, simpatizante del radicalismo y asesinada en la
provincia de Santa Fe. Pero si recurrimos a la memoria colectiva de la ciudad
nos dice que Fany era hija de José Bruno Giordano y de Elena Brunacci,
profesora de Historia y de Literatura, una de las primeras egresadas del
Profesorado Nº 5 Perito Moreno, hermana de Nancy y de Norma, la tía de Fernando
y una querida persona admirada por sus amistades y colegas. Si revisamos sus
antecedentes políticos, si bien en el Parque de la Memoria la citan como
militante radical, sólo una vez integró una lista de concejales en la UCRI de Frondizi, no tuvo un
accionar protagónico en las huelgas docentes ni integró agrupaciones de
izquierda y durante la gestión del intendente de facto Hildo Storni fue miembro
de la comisión de cultura. Sin embargo algo hubo para que los militares tomaran
la decisión de matarla, algo que aún hoy transcurrido más de cuatro décadas de
aquella muerte no se ha descubierto.
El
Profesor Ricardo García fue colega de Fany y sobre ella recuerda
«Yo la tuve a Fany Giordano de
profesora, cuando ella era celadora en el Colegio Nacional, profesora de
Lengua, hizo unos reemplazos. Después la tuve de compañera en la Escuela Secundaria ,
era una gran profesora, hicimos el profesorado juntos, ella hizo Ciencias Sociales
y yo Ciencias Exactas y Naturales. Nuestra camada fue de grandes profesores,
nosotros trabajábamos y estudiábamos. Fany era una estudiosa entonces sus clases eran un poema. Ahora si me
preguntas ¿siempre estuviste de acuerdo con Fany? No, y ella tampoco conmigo.
Íbamos en listas diferentes para el centro de estudiantes, eso no hacia malos
ni enemigos, teníamos una forma diferente de ver la coyuntura por eso ella
merece el mayor de los respetos, tenía un gran prestigio, por eso digo… ¿Quién
la juzgo para luego asesinarla? Los que la asesinaron eran también ladrones, le
robaron 300 discos, le robaron la ropa, le robaron lo que había vendido del
auto porque se quería ir. Lo único que no se pudieron llevar fue un placard,
porque en el vehículo que fueron, que según unos vecinos (que no se pudieron
identificar pero que lo dicen), lo quisieron subir pero la chata que llevaron
no les permitía subir semejante peso. Eran asesinos y ladrones. Fanny una
estudiosa, una profesora con la que se podía discutir frente a frente… sin
vueltas.»[1]
Una
de las personas que tuvo contacto con Fany, dos días antes de su asesinato fue
el ex intendente municipal Jorge Omar Albertengo quién en la entrevista que le
realizara Mario Chiappino para su programa Intermedios declaró que
«Lo
más importante fue para mí lo de la
Fanny , porque cuarenta y ocho horas antes de que la
levantaran, estuvo acá en mi casa desde las ocho de la noche a las doce de la
noche charlando conmigo, ella que se iba del país y yo que no se debía ir. No
éramos grandes amigos, pero nos habíamos hecho amigos por la política porque en
esa época yo salía mucho y la
Fany era salidora, salíamos a los bares y entonces nos
encontrábamos por ahí y nos poníamos a charlar de política. Ella en la política
estaba ubicada a la izquierda, pero una izquierda latinoamericana, nada de
peronista ni nada de eso. Me extraño mucho que nadie de la familia se
preocupara por tener exigencias con ella para cuando ella desapareció, no hizo
mucho casi nada. La velaron acá en frente de mi casa (N. del Autor: La Casa de los Giordano estaba
en Ocampo al 1200), así que fui y no
había nadie. Son momentos que uno vive y dice por que hice todo esto, lo hice
porque nadie lo hacía. Estaba la familia sola pero ni hablaban del tema Fany,
habrá habido diez personas. La
Fanny era esplendida en todo sentido. Yo nunca me imaginé que
iba a ocurrir una cosa de esas, que tampoco entiendo como la sacaron de la
casa, porque ella vivía en frente del parque y alguien le abrió la puerta, un
conocido. Yo pensé… no quiero seguir pensando pero pensé en al menos diez
personas pero no puedo decirlo porque no tengo certezas o algo que ella me haya
dado una idea… pero nunca me imaginé. Esa noche aquí en mi casa discutimos, yo
le decía que no se vaya, que se quede acá y que entre todos ibas a hacer coraje
y aguantar. A los dos días la levantaron y la mataron.»
En esta larga búsqueda de datos,
fechas, testimonios y fotos; una amiga de Villa Eloísa y también apasionada de
la historia, estoy hablando de Mónica Ruani, me acercó el testimonio de Demar
Fazi, un ex alumno de Fany de la querida localidad vecina del departamento
Iriondo. En él Fazi expresa que
«Fue así que en esa instancia, 1976,
la Profesora Fany
Giordano Coordinadora en la
Escuela de Enseñanza Media 221 de Villa Eloísa y directora, a
partir de 1974, del Bachillerato para Adultos, fue protagonista de uno de los
episodios más funestos que se recuerden en el pueblo. Esta docente, en su
condición de profesora de Historia y Literatura, fue coautora en los apuntes de
apoyatura aplicable al Bachillerato para Adultos en toda la Provincia de Santa Fe.
Hoy, si analizamos esos apuntes, podemos observar algunos conceptos un tanto
diferentes a los glosados por distintos autores cautos que desde siempre
marchitaron la historia santificando a próceres que, como seres humanos,
tuvieron una vivencia no tan puritana como se supone. La represión de estado
llego a ella y la misma suerte corrieron otros profesores que integraban el
staff de enseñanza histórica. Es de destacar que la Profesora F.
Giordano, toda vez que estuvo en contacto con alumnos del Bachillerato para
Adultos, jamás, en sus expresiones, dio muestras de estar alineada a un
determinado partido político y menos aun pertenecer a uno célula sediciosa. Por
el contrario fue propulsora incansable de la labor docente aun cuando le
costaba su magro sueldo en gastos de traslado-diariamente- de Cañada De Gómez a
Villa Eloísa (...) En aquel entonces, durante la noche, solía verse en los
cafés, sentado junto a una mesa a individuos desconocidos que oficiaban de
viajantes de comercio. No era precisamente todas las noches, pero ocurrió una
vez, luego de salir de clase, pasada las 23, un grupo de alumnos del
bachillerato la invitamos a compartir un café en un conocido bar de la localidad.
Estábamos departiendo de cualquier tema cuando nos dijo que con disimulo
observáramos a un individuo sentado lejos de nosotros, se hallaba solo y
aparentemente leía el diario, luego ella nos asevero que se trataba de un –para
ella conocido- agente de civil al servicio de las fuerzas de seguridad que pasa
a los datos a sus contactos estratégicos. Esta maestra tenía una gran idoneidad
como profesional, y era una de los más grandes pilares para la promoción y el
impulso de actividades artísticas; muy aficionada al folclore; gustaba pulsar
la guitarra, y cantar y lo hacía con suficiente habilidad. También fue
impulsora del teatro vernáculo cuyo protagonistas fueron los alumnos del Perito
Mercantil. El éxito de estas obras de teatro alcanzo celebridad por todos los
pueblos de la redonda; la obra celebérrima fue Juan Moreira. En cuanto a su sentido humanitario, ella era
vehemente cuando se trataba de apoyar o brindar ayuda a alumnos carenciados que
tenían baja calificaciones; tales alumnos no podían desertar de la enseñanza
media, porque en el futuro decía Van a ser mano de obra barata.»[2]
También a Fany se le aplicó la Ley de Prescindibilidad, y
hacia finales de 1976 fue destituida de su cargo en Villa Eloísa como docente.
Cabe recordar que Fany también había trabajado en la Escuela N ° 235, hoy llamada
Bartolomé Mitre, de la localidad de Bustinza bajo la dirección de su gran amiga
Edith Valerio. En 1974 le llega el traslado hacia Villa Eloísa donde fue
Directora hasta el 28 de diciembre del ´76.
Durante
la madrugada del 8 de febrero de 1977, un grupo armado de los servicios
cañadenses, golpeó las puertas de su casa. Aparentemente era un conocido,
algunos hablan de un ex policía que tenía un mechón canoso en su cabellera
oscura. Le destrozaron todas sus pertenencias, la cargaron arriba de un Dodge
1500 y la llevaron a un descampado cerca del cementerio de Armstrong. La
asesinaron con 52 balas de 9mm. Al otro día una de sus hermanas al llegar a su
casa vio la escena dantesca, al preguntarle a los vecinos nadie escuchó nada.
Fue hasta la policía y tampoco tuvo noticias. Horas más tarde, un agente de la
policía le entrega un rollo de fotos que era de Fany y le comunica que su
hermana había sufrido un accidente en Armstrong. Todo era una mentira. Fany ya
no tenía su auto porque lo había vendido para irse del país. La habían matado.
Norma,
su hermana, a cuarenta años de aquellas dolorosas jornadas sigue llorando
aquella terrible pérdida de Fany, y la mejor manera de cerrar este capítulo de
la historia trágica de Cañada son con sus palabras de amor hacia ella...
«Fanny es irremplazable en la
familia, era una persona buena, honesta, humilde, sencilla, solidaria, amiga de
las amigos, con unas ansias de conocimiento y de aprender; sabía escuchar; era
feliz enseñando e hizo una vida muy familiar, porque ella de lunes a viernes
trabajaba para la escuela y el sábado y domingo, a pesar de tener su casa lo
pasaba aquí en mi casa. Ella para mí fue muy importante porque siempre me
ayudo, me cuido. Pero a partir del nacimiento de mi hijo paso a ser
importantísima en mi vida, porque ella lo cuidaba cuando yo no estaba, lo
mimaba, lo aconsejaba. Inculco en él, con la práctica, muchos valores. La extraño cada día más, le agradezco
infinitamente todo lo que hizo y fue para mí y su ahijado, mi hijo, lo que fue
para mis padres, para los tíos que nos criaron después que fallecieron nuestros
padres, mi tía Débora y mi tío Juan. Y tengo la suerte de poder decir que sus
amigas de la infancia y compañeras del Profesorado aún hoy siguen visitándome y
mantienen conmigo una amistad como
tenían con ella. Siento que la gente y
sus ex alumnos la recuerdan con mucho cariño y respeto; cuando me encuentro con
algún ex alumno me cuentan alguna anécdota. En todas las escuelas en dónde ella
trabajó han hecho algo en su memoria, todos los que la conocieron apreciaron su
solidaridad y su dedicación a la escuela. Ella pensó que se habían equivocado,
porque si no se hubiera ido enseguida, pensó realmente que se habían
equivocado. Ella no había hecho nada de malo, nada para que la inculparan. Es más, un ex alumno me dijo que ella nunca hablaba de política en
sus clases, se limitaba a ser objetiva. Nosotros creemos que se equivocaron con
ella.»[3]
Cómo diría Vicente Zito Lema en su
poesía titulada Desaparecidos...
...A sus espaldas queda la ciudad del corazón dormido
Una ciudad vencida
Los secretos del crimen del
horror se repiten en voz muy baja...
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