UN
PROBLEMA HIGIÉNICO
El
Arroyo Cañada de Gómez
La ciudad en su parte
sud es atravesada de oeste a este por el arroyo Cañada de Gómez. Este tiene su
origen al sudoeste de la ciudad en su zona rural, en un bajío denominado loma
Azul, originándose por la acumulación de precipitaciones pluviales. Se dirige
hacia el este, atraviesa toda la ciudad, para dirigirse luego hacia el noroeste
y desembocar en el rio Carcarañá.
Este caudal de agua, de
muy escasa significación desde el punto de vista de su importancia, ha tenido,
sin embargo, y tiene en la actualidad mucho interés perjuicios que causa a la
población desde el punto de vista higiénico y económico.
En primer lugar,
durante gran parte del año sus aguas permanecen estancadas, transformándose en
un criadero de mosquitos. Además llegan a es, poco antes de atravesar la ciudad
los desagües de tres industrias que elaboran productos a base de materia orgánica;
una Cremería, una fábrica de Cartones y una muy importante fábrica de jabón y
productor químicos. Esto trae como consecuencia
que, en las épocas en que el arroyo no tiene caudal, la transformación de dicha
materia orgánica produce emanaciones tales, que hace imposible la vida en las
inmediaciones del mismo.
Por el contrario, en
épocas de lluvia recibe los desagües pluviales no solo de la ciudad sino
también de toda la zona rural, (no debe olvidarse el fuerte declive existente
hacia el arroyo) y al aumentar en forma impresionante su caudal trae todos los años un saldo de ahogados y,
además, las inundaciones de una vasta zona, cuya importancia puede apreciarse
en las fotografías que acompañan a este capítulo y que fueron tomadas en el
años 1940.
Si bien es cierto que
la construcción de pavimentos y el mejoramiento de los desagües ha disminuido
este peligro, no lo es menos que sigue existiendo en potencia y que no es
difícil que, ante un aumento del tenor de las precipitaciones pluviales se vean
otra vez las autoridades abocadas al problema de los “inundados”, tan frecuente
y grave en la ciudad de Santa Fe. Se trata de tener que rescatar a un
considerable número de vecinos de una zona de neto pauperismo, a los que hay
que alojar en dependencias oficiales, vestir y alimentar.
Arroyo desbordado |
Este serio problema ha sido
encarado en diversas oportunidades, aunque nunca resuelto.
En 1914, bajo la
administración comunal del Señor Andrés Frey se realizaron algunas obras
elementales de canalización y en 1931 algunas obras de limpieza del cauce que, como
es lógico, proporcionaron solamente beneficios transitorios.
En el mes de abril de
1938 se realizó una obra de mucha mayor importancia; se procedió a la
canalización del arroyo desde la vecina localidad de Las Trojas hasta la desembocadura de los desagües de
Obras Sanitarias de la Nación. Esta obra de Ingeniería Sanitaria, agregada al mejoramiento
del sistema de desagües ya mencionado, ha mejorado un tanto la situación pero
de ninguna manera, resuelto el problema tanto en lo higiénico como en lo económico.
Varias soluciones, ya
de carácter definitivo, podrían ser encaradas de inmediato. En primer lugar
para evitar la producción de malos olores, bastaría que se obligara a las
industrias que vuelcan sus residuos líquidos en el arroyo, estudiaran y
resolvieran la previa transformación de los mismo, siguiendo el mismo criterio
de Obras Sanitarias de la Nación para aquellas fabricas que derivan a su red
los deshechos líquidos. Con este simple procedimiento, que no representaría ningún
gasto para el poder público se habría resuelto un aspecto del problema.
Como solución de fondo
no hay otra que el entubamiento del arroyo en toda la extensión en que
atraviesa la ciudad. Sin duda en estos momento de encarecimiento de materiales
sería difícil de ser encarado económicamente pero no debe olvidarse que traería
como inmediata consecuencia la valorización de los terrenos adyacentes, que en
la actualidad no pueden utilizados.
Otra solución, menos
onerosa económicamente seria proceder a la colocación de un piso de cemento
armado u hormigón simple en el lecho, lo que permitiría su fácil limpieza.
Hemos propuesto a las
autoridades comunales una tercera solución, transitoria, pero que no chocaría
con las de fondo. Se trata de promover la forestación de ambas márgenes del
arroyo en la extensión de una hectárea al norte y al sud. Esto, además del
levantamiento del terreno proporcionaría a la ciudad una zona boscosa que,
desaparecidos los inconvenientes del arroyo permitiría disponer de un
interesante sitio de esparcimiento.
Inclusive se podría
interesar a las instituciones deportivas y sociales, colegios, etc., para que
cada uno de ellos tomara a su cargo una parcela y, una vez forestada, la
usufructuara en beneficio de sus socios o alumnos.
La simple enunciación sintética
de este problema y un ligero examen de las fotografías que pueden verse a continuación,
entendemos que son argumentos suficientes para convencer de la necesidad de que
la ciudad, tan destacada por su limpieza, pueda desprenderse de este baldón.
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