Jorge Vildoza |
JORGE
VILDOZA, CAÑADENSE POR ADOPCIÓN Y ASESINO POR ELECCIÓN
Antes
de continuar con otros testimonios que enriquecerán esta inédita investigación
realizada por primera vez en Cañada de Gómez desde 1983 cuando retornó la
democracia, es preciso relatar algunos casos relacionados con la dictadura
cívico-militar y nuestra ciudad que fueron sucedieron, o conociéndose a través
de estos últimos tiempos.
El
primero de ellos fue la actuación de Jorge Vildoza, como oficial de la Armada Argentina y su nefasta
participación en la ESMA
con el secuestro de bebé. Jorge era hijo de Salvador Vildoza que fuera Jefe de Correos y Telecomunicaciones en la
década del cuarenta. Nació en Rosario como Jorge Raúl Gastón un 19 de julio de
1930, cursó gran parte del nivel secundario en el Colegio Nacional Florentino
Ameghino, después ingresó a la
Armada donde llegó a ser
Jefe de Operaciones del Grupo de tareas y distintos sobrevivientes lo
mencionan como el segundo después del contraalmirante Rubén Chamorro, entonces
director de la ESMA. Quiénes
cursaron con él la secundaria lo describen como un chico callado, introvertido,
inteligente y con un porte que a primera vista generaba temor o respeto.
Algunos allegados a amistades de Vildoza confirmaron en mis entrevistas que
supo venir a la ciudad estando prófugos hacia finales de los ochenta, una vez
instalado en Europa nunca más se supo de él tan abiertamente.
El
caso por el cual Vildoza y su esposa Ana María Grimaldos fueron los
expropiadores de Javier, quién era el hijo de Hugo Reinaldo Penino y Cecilia
Viñas Moreno de Penino. Ellos eran de Mar del Plata, pero en julio de 1977
estaban en Buenos Aires. Los secuestraron el 13 de julio del mismo año en el
departamento de la calle Corrientes donde vivían. Los dos estuvieron
detenidos-desaparecidos en Mar del Plata, pero como Cecilia estaba embarazada
de cinco meses la trasladaron a parir a la maternidad clandestina de la ESMA donde Vildoza era uno de
los hombres cercanos a Emilio Massera. Increíblemente, Javier Penino Viñas
decidió dar testimonio en ese juicio a favor de su apropiadora, que fue
condenada a seis años de prisión, contando
que su supuesta madre no sabía que había sido adoptado ilegalmente. Javier dijo
en el juicio, “Vildoza me dijo que era un huérfano que le habían ofrecido adoptar y
había hecho los trámites y que era el hijo adoptivo de la familia.” Uno
de los informes más completos sobre el caso fue publicado el 14 de julio de
2013 en el diario Página 12, donde Alejandra Dandan en una crónica titulada De la Esma a Sudáfrica describe lo
siguiente...
«Javier Penino Viñas repartió una
copia de la carta durante los últimos meses en distintos juzgados. “Soy Javier
Penino Viñas y pido que me escuchen”, escribió. Dejó la carta en los despachos
de quienes investigan a su apropiador, el marino Jorge Raúl Vildoza, número dos
en la estructura del GT 3.3 de la
Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura. La carta, que por
momentos parece el guión de una película de espías de la Guerra Fría , contiene
un relato escalofriante sobre el modo en el que los Vildoza se escaparon de
Buenos Aires llevándose a Javier cuando comenzaban las denuncias por la
apropiación de ese niño. En plena democracia, aparecen agentes secretos de la Armada en Paraguay, correos
con dinero o un “set completo” de documentos falsos. “Esto incluía partidas de
nacimiento para los tres –dice Javier–, partida de casamiento, pasaportes que
parecían ser completamente oficiales, DNI, cédulas de identidad y hasta
registro de conducir y calificaciones de ingeniero-técnico electrónico” para
Vildoza. El relato incluye una estadía en Viena, el pase a Sudáfrica y una
Armada forjada con los códigos de la dictadura que siguió viva moviéndose como
cofradía por el mundo(...)
»Soy Javier G. Penino Viñas, hijo biológico de Hugo Penino y de Cecilia
Viñas y criado por Jorge Raúl Vildoza y Ana María Grimaldos, con domicilio en
la ciudad de Londres, Reino Unido, comienza la carta. Yo
soy la presunta víctima del acto de apropiación de menores que se le imputa a
mi padre de crianza Jorge Raúl Vildoza, e injustamente a mi madre adoptiva Ana
María Grimaldos, quien se encuentra hoy privada de su libertad por hechos que
tienen que ser eventualmente reprochados al primero (hoy fallecido) y al Estado
argentino (...) La
Armada Argentina les facilitó a mis padres (y a mí) la salida
del país en 1984. Inicialmente, nos llevaron a Paraguay (dos agentes/operativos
de Marina), cruzando la frontera en auto como pasajeros. La documentación
utilizada en ese momento era la original,
o sea portando el apellido Vildoza. Estando en Asunción, Jorge Raúl Vildoza
consiguió trabajo como empleado/administrador en una empresa electrónica,
utilizando un título falsificado (provisto por la Armada ) de
ingeniero/técnico electrónico (no recuerdo en qué instituto). Durante toda
nuestra estadía en Paraguay mi padre de crianza nos mantuvo con su trabajo y
con dinero provisto por la
Armada. Ya en
Paraguay, continúa: Recuerdo varias
oportunidades en las cuales venía un oficial de la Armada (vestido de civil) a
ver cómo estábamos y a pasarle dinero y otras ayudas (por ejemplo, el título) que necesitara Jorge Raúl
Vildoza para mantenernos. Mi padre de crianza también solía pasar de vez en
cuando por la residencia oficial del representante militar de la República Argentina
para mantenerse en contacto y supongo que también recibir ayuda. Cabe decir que
el estilo de vida que llevábamos era de muy bajo perfil, y vivíamos dignamente
pero sin gastar mucho dinero dada nuestra precaria situación (aunque debo
reconocer que siempre se esmeraron en ponerme en las mejores escuelas que les
quedaban al alcance económico, al sacrificio de muchas otras comodidades). Si
bien manteníamos contacto con mis hermanos de crianza, Jorge Ernesto Vildoza y
Mónica Ana Vildoza, era más bien de forma telefónica (siempre llamándolos desde
una central telefónica como se usaba, para ahorrar en llamadas de larga
distancia)... En el momento en el que mi padre de crianza con ayuda y
comunicación de efectivos de la Armada Argentina y dentro de Paraguay, se enteró
de que la situación se iba poniendo más difícil y que probablemente sus pasos
fueran seguidos a Asunción, consiguió que la Armada le otorgue documentación provisoria (unas
simples cédulas de identidad con un apellido ficticio), tomando esas
identidades bajamos nuestro perfil más todavía, mudándonos a una granja
mientras mi padre de crianza evaluaba qué alternativas podíamos tener. Tras
largas negociaciones y discusiones con representantes de la Armada (telefónicas y en
persona), consiguió pactar que como última ayuda le darían un set completo de documentación falsa.
Esto incluía partidas de nacimiento para los tres, partida de casamiento,
pasaportes que parecían ser completamente oficiales, DNI/cédulas de identidad y
hasta registro de conducir y calificaciones de ingeniero/técnico electrónico.
El apellido como ha mencionado ya mi madre adoptiva Ana María Grimaldos era el
de Sedano. Así mi padre de crianza
pasó a ser conocido como Roberto Sedano.
Es importante mencionar lo siguiente, que en ninguna de estas discusiones o
trámites estuvieron involucrados mis hermanos adoptivos, aclara y también
señala que ni abogados. Todo fue organizado por mi padre de crianza –sigue
Javier– utilizando sus contactos con
agentes activos dentro de la
Armada y servicios de Inteligencia y otras ramas del Estado
argentino.
»Teniendo en manos nuestras nuevas identidades, mi padre de crianza tomó
otra decisión difícil y riesgosa, de irnos (ya sin apoyo oficial) de Sudamérica
hacia Europa, para tratar de recrear una vida independiente. Utilizando sus
contactos laborales de su tiempo en Paraguay y anteriormente en Londres, JRV (Jorge
Raúl Vildoza) consiguió una especie de oferta temporaria de trabajo para una
compañía europea. Inicialmente le ofrecieron ir a Viena, donde le dieron un
puesto de administración más bien de bajo nivel, casi como un favor, el cual
aceptó como única oportunidad disponible en ese momento para mantenernos.
»Javier habla de supuestas
dificultades económicas que tuvieron que atravesar los Vildoza. No escapa a
quienes vieron la carta en la
Justicia , que el marino está acusado de haberse quedado con
bienes de desaparecidos y que estas explicaciones apuntan a desligar al
represor de esos crímenes. El período en Viena fue duro según Javier ya que
al no tener más apoyo financiero de la Armada , y al haber liquidado casi todos los
bienes que tenía mi padre de crianza antes de irnos de Sudamérica, nuestra
existencia allí dependía de un pequeño ahorro. También habíamos gastado mucho a la salida de Sudamérica dado que tomamos
varios boletos por separado, supongo que para mejor camuflar nuestro destino.
Al trascurrir el tiempo, la capacidad,
educación, habilidad de mi padre de crianza, le permitió ganar la confianza de
los empresarios cerca de la cúpula de la empresa y le ofrecieron la oportunidad
de ir a uno de los dos mercados emergentes donde se estaban tratando de establecer
operaciones: Sri Lanka o Sudáfrica. Después de evaluar entre todos y él visitar
inicialmente el país decidió que iríamos a Sudáfrica. El período en Sudáfrica fue más positivo, ya que a mi padre de crianza
le daban más responsabilidades laborales y fue mejorando lentamente nuestra
situación financiera y anímica. Comenzó a ganar buen sueldo, e inclusive
llegamos a mandar dinero para ayudar a la madre de Ana María Grimaldos y la
hermana de Jorge Raúl Vildoza.
»Durante la estadía en Sudáfrica,
cuenta Javier en su carta, comenzaron a
hablar de la adopción (inicialmente mi madre adoptiva Ana María Grimaldos) y
después a través de mis preguntas y curiosidad, fui sacando de Jorge Raúl
Vildoza y por Internet más detalles, culminando en la posibilidad de que mi
adopción podía ser apropiación realmente y que había gente buscándome que
posiblemente eran mis familiares. Aunque era un tema muy sensible empezamos a
hablar sobre cómo llegar a la verdad completa sin entrar en una situación de
que me pudieran forzar a mudarme a la Argentina o algo similar, algo que le preocupaba
mucho a mi padre de crianza, Jorge Raúl Vildoza. A partir de ese momento,
menciona la aparición de Beccaluva. Beccaluva contó a este diario el año
pasado, y lo repitió otras veces, que él se encargó de convencer a Javier de
hacerse el análisis de ADN. Dijo que viajó a Sudáfrica a ver al viejo Vildoza,
a su mujer y a Javier para explicarles cuál era la situación en el juzgado.
Javier también admite esa intervención, pero en su relato, Beccaluva aparece
como un ser oscuro. Que quede bien claro
que el doctor Beccaluva conocía plenamente quién era Roberto Sedano, ya que su
amigo, testigo de casamiento y padrino de su hija –Jorge Ernesto Vildoza– era
abiertamente el hijo de Roberto Sedano y mi hermano. Consecuentemente, nada
podía ignorar al respecto. (...) El próximo desafío para la existencia en
libertad de mi padre de crianza era que el pasaporte a nombre de Roberto Sedano
que le había otorgado la Marina
se estaba por vencer y había pactado no pedirles ayuda después de salir de
Paraguay. A pesar de explorar la oferta nefasta de Beccaluva, él consiguió su
propia solución. Logró aplicarse primero para la residencia permanente
sudafricana y subsiguientemente para su ciudadanía sudafricana, lo que le permitió
conseguir pasaporte completamente oficial todavía bajo la identidad de Roberto
Sedano. A esta altura yo me acercaba a mi mayoría de edad y me crecía la
necesidad de tratar de blanquear nuestra situación en la medida de lo posible,
y de averiguar si verdaderamente los que me buscaban eran familiares biológicos,
dice y va contando cómo lo hizo. Al término de este capítulo habla de la muerte
de Sedano... Mi padre adoptivo falleció
en Sudáfrica el 27 de mayo de 2005, apenas veinte días después de mi casamiento.
En ese momento yo ya vivía en Londres desde hacía unos años, pero logré viajar
a su funeral en Johannesburgo, donde fue cremado bajo el nombre Roberto Sedano.»[1]
El pasado 12 de junio de 2017 se
pudo verificar que el certificado de defunción de Jorge Vildoza sufre una serie
de irregularidades que hacen pensar que el represor sigue vivo en algún lugar
del planeta. Entre otras fallas pudo comprobarse que las huellas del muerto no
es de Vildoza o Sedano y que el número de registro de la funeraria es falso.
Hoy, con sus 87 años, todo hace suponer que el Piloto de los vuelos de la
muerte, como lo llamaba en la
Esma o Gastón como
lo conocían los secuestrados. Bajo su mando estuvieron varios de los represores
ya condenados en el juicio por delitos de lesa humanidad en la ESMA , como el capitán Jorge El Tigre Acosta, su jefe de
Inteligencia, Adolfo Donda o Jorge Perren. El ex capitán Adolfo Scilingo, que
cumple su condena en España, recordó a Vildoza como quien condujo desde la ESMA hasta Aeroparque, a los
vehículos que trasladaban a un grupo de secuestrados que serían arrojados al
Río de la Plata. Esa
bestia de la historia argentina caminó, vivió y disfrutó de una etapa de su
vida en las calles cañadenses y que gracias a la complicidad del Estado y de la Armada , hoy se nos ríe en
la cara a todos los que seguimos reclamando Justicia.
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