ARMANDO AMIRATI, NUESTRO CURA SANTO Parte 4





ERA JESÚS CAMINANDO POR LAS CALLES DE CAÑADA

Así lo definió Chana Pagani al Padre Amirati, «era Jesús caminando por Cañada, faltaba que hiciera los milagros, era de esas personas que con su vida testimonian lo que creen, la elección que había hecho de su sacerdocio, en esta época en que realmente las palabras sobran y la gente está cansada de discursos, los que llegan son los que dan testimonio de vida, él era el evangelio caminando.»[1]

ARMANDO AMIRATI, NUESTRO CURA SANTO Parte 3




LOS PASOS DE ARMANDO VAN DEJANDO SUS HUELLAS


Cómo bien dijimos en anteriores capítulos, la primera impresión de Amirati en Cañada no fue tan buena que digamos. Desconfiaban un poco de ese curita que venía con nuevas ideas a una ciudad que estaba acostumbrada justamente a no apostar a la renovación. La Ciudadana Ilustre Goritzia Piccinini dio fe de esa sensación al expresarnos que

ARMANDO AMIRATI, NUESTRO CURA SANTO. Parte 2




Su llegada a Cañada de Gómez

Tras la partida del Cardenal Caggiano hacia Buenos Aires, en 1959, durante la breve gestión de Mons. Silvino Martínez quién fallece en su cargo en 1961 siendo reemplazado por Mons. Guillermo Bolatti comienza en la vida sacerdotal de Armando Amirati una serie de traslado que incluyeron las parroquias de Fray Luis Beltrán, Fisherton, San José Obrero y el Colegio del Huerto. Un 25 de marzo de 1962 bajó sólo de la Estación de trenes, caminó con su pequeño bolso lleno de libros y cruzó la Plaza San Martín rumbo a la casa parroquial un desconocido cura llamado Armando Amirati. Faltaban siete meses para que Juan XXIII, el Papa Bueno, diera inicios a la gran reforma de la Iglesia Católica que fue el Concilio Vaticano II. Ese 11 de octubre de 1962, fecha en que el Santo Pontífice ofreciera la misa inaugural y su recordado discurso Gaudet Mater Ecclesia donde, entre otras cosas, expresara que