Los intendentes de Cañada.... Hoy Justo Peralta y Alejandro Abaca

Justo Peralta, intendente municipal 1928-1930

Alejandro Abaca

No fue para nada fácil la administración del radical Justo Peralta en el municipio local. Esto se debía a la crisis en la que se encontraba nuestro país donde recordemos que en 1928 Yrigoyen fue electo presidente nuevamente derrotando a una coalición de conservadores y radicales antipersonalistas. 

En 1929 se produjo la Gran Depresión mundial y el radicalismo dirigido por Yrigoyen no supo responder a las nuevas tendencias socioeconómicas que la crisis estaba señalando, en un contexto de desintegración de todo un paradigma económico mundial donde se intervenían las provincias opositoras y asesinatos a dirigentes políticos eran moneda corriente por aquellos tiempos. Entre los mayores logros del segundo mandato de don Hipólito podemos citar la reglamentación de la jornada laboral de ocho horas gracias a la ley n.° 11.544, y la ley n.° 11.570 de normas para la aplicación de la legislación laboral.[1] Por eso como decíamos en el principio la gestión de Justo Peralta esta enmarcada en una situación socio-cultural bastante complicada.

Fue así que el 7 de agosto de 1928 con la presencia del Ministro de Gobierno Irineo de Anquin asume Peralta la primera magistratura local, quién es acompañado por  José L. Saurit como secretario. Entre sus primeras acciones ordena un nuevo control de las finanzas, se pone en funcionamiento por primera vez una oficina de Catastro, se iniciaron gestiones con la familia Del Sel para la construcción de la planta de aguas y cloacas en terrenos de su propiedad, se aceptó la donación de Eloísa Frías de Martínez de Hoz de lotes para la construcción del cementerio de Villa Eloísa (recordemos que hasta la década del treinta dicha localidad dependía del municipio cañadense). Se convoca a elecciones comunales para el año 1929, donde en dicho decreto al empleado municipal “se le prohibía hacer propaganda o prestar adhesión a cualquier candidato o partido bajo pena de exoneración”. También sin saber lo que depara el destino entre dos de sus colaboradores designa futuros intendentes como funcionarios, Alejandro Abaca como Escribano y Hernán Pettersen como Contador Municipal

Uno de las destacadas acciones de Peralta fueron sus políticas de justicia social. Entre esas decisiones podemos destacar la de otorgar becas a estudiantes, destinar dinero para la copa de leche a las instituciones educativas y la compra de abrigos para los humildes de la ciudad. Se proyectó un Mercado Municipal donde la población pudiera comprar a bajos costos alimentos y productos de primera necesidad.

El 8 de agosto de 1930 Justo Peralta renuncia como intendente municipal para ser el nuevo Jefe de la Policía, siendo reemplazado por Alejandro Abaca. Dicho gobierno duró apenas unos días ya que el 6 de septiembre de 1930 es derrocado el presidente Yrigoyen y en nuestra ciudad asumió David Miles como el primer intendente de una dictadura cívico-militar.




[1] Amuchástegui, Antonio (1965). Mentalidades argentinas 1860-1930. Editorial Universitaria de Buenos Aires.

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