Periodismo de dos caras

El periodismo llamado independiente entró a un tobogán en caída libre del que difícilmente podrá salir indemne. Se denuncia y se investiga al poder político, siempre limitado, para esconder las trapisondas y negocios del poder real, el económico.



Es fácil. Es relativamente fácil investigar al poder para encubrir el verdadero poder. Los datos de gestión son públicos, figuran en las páginas de los ministerios y secretarías y hasta existe un decreto, el 1172, del año 2003, firmado por el entonces presidente Néstor Kirchner, que obliga a todos los estamentos del Poder Ejecutivo a brindar toda la información de interés público, al tiempo que establece el acceso gratuito, vía Internet, a todas las secciones del Boletín Oficial. Otro tanto sucede con la información parlamentaria, y hasta con el Poder Judicial, que cuenta con una página de Internet para difundir los fallos. Sin embargo, publica la Revista Veintitrés, para acceder a los balances de las empresas e inversiones el camino no suele ser tan poco espinoso y, por el contrario, es retaceado. La información sobre los reales dueños de las empresas, por ejemplo, en muchos casos suele ser un dato guardado bajo siete llaves. Es en estas pequeñas cosas, en estos detalles, donde se notan las dos caras del periodismo anti-K,informó revista Veintitrés.
Suelen autodenominarse independientes, cuando en realidad sólo lo son del gobierno a cargo del Estado. Un rápido repaso por sus auspiciantes y el contenido de sus programas alcanza para darse cuenta de hasta dónde llega la “rebeldía” de este periodismo.
La revista Noticias, por ejemplo, hizo 14 tapas sobre la primera mandataria entre 2010 y 2012, es decir, entre la muerte de Néstor Kirchner y el año posterior a la reelección de la Presidenta. La obsesión del medio que dirige Jorge Fontevecchia parece ser Cristina Fernández. Las notas iban desde su supuesta intimidad sexual hasta las pastillas que en teoría ingería la Presidenta para combatir vaya a saber qué males físicos y psíquicos.
Otro periodista que suele tomar a la Presidenta como destinataria de sus comentarios editoriales es Nelson Castro, de la señal Todo Noticias, del Grupo Clarín. El pasado 5 de octubre, el doctor lo hizo de nuevo. Invitado por Jorge Lanata a su programa dominical, Castro volvió a afirmar que la Presidenta “padece el síndrome de Hubris”, una supuesta patología a la que definió como “la enfermedad del poder”.
Un año antes, cuando Nelson Castro expuso por primera vez su teoría, una multitud de profesionales médicos, psicólogos y académicos salió a cuestionar el diagnóstico del periodista y médico. Criticaron, fundamentalmente, que evaluara a un paciente que desconoce y que la observación se hiciera en público, violando el código ético y legal que obliga a la confidencialidad de la información sanitaria de las personas. Cuando el doctor Castro opina como médico, tampoco aparece en el zócalo su número de matrícula, como ocurre cada vez que un profesional aparece en algún programa de televisión. Incluso, el periodista de TN protagonizó un recordado cruce televisivo con el actor y psiquiatra Diego Peretti, quien dijo desconocer el mentado síndrome y calificó el diagnóstico como “una estupidez”. Nada de eso, parece, provocó una reflexión crítica del periodista que anima las tardes del canal de noticias junto a su simpática imitación.
Es que, también hay que decirlo, Nelson Castro impuso su estilo al hablarle directamente a la Presidenta como si ella lo estuviera escuchando. Y esto, por supuesto, es material valioso para la imitación. No sólo en TN aparece un imitador, sino también en el programa Duro de Domar, de Canal 9, aparece “su doble” vestido con el guardapolvo de médico.
En ese estilo de hablarle a Cristina Fernández fue que el periodista hizo uso de sus desconocimientos médicos para fustigar a la primera mandataria, creyendo, tal vez, que de esta manera molestaba al poder. Lejos está Nelson Castro de molestar al poder, pero eso lo veremos más adelante.
En aquella oportunidad dijo lo siguiente: “Sus médicos están muy preocupados por su estado emocional. Se preocuparon el domingo por la noche, el lunes, el martes y hoy. Sépalo, sea consciente, escúchelos. Es importante que su salud emocional sea perfecta”, sostuvo: “Usted tiene que tomar decisiones que nos afectan a todos, necesitamos que esté muy bien para que actúe con sabiduría. Sus médicos están preocupados, no la han visto bien estos días”, agregó después.
“Es difícil y sobre todo cuando alguien padece, como es su caso, el síndrome de Hubris, que es la enfermedad del poder y que usted está padeciendo”, añadió. “Señora Presidenta, es lo que usted está padeciendo. Deseo que usted pueda recuperarse, de corazón. Esa enfermedad de poder que está sufriendo la padecemos todos nosotros”, concluyó.
Pocas veces escucharemos a Castro hablar de algún desaguisado del Gobierno de la Ciudad, por ejemplo, pues Mauricio Macri aparece entre sus auspiciantes del programa en TN. Tampoco lo veremos hacer una investigación sobre el negocio de los laboratorios y la salud privada; claro, Bagó está entre sus anunciantes. Quizá no lo escuchamos hablar de las maniobras de la petrolera Shell, que también auspicia a Nelson Castro.
Es probable que veamos a Nelson Castro propalar algún duro informe sobre el funcionamiento de la salud pública y algún mal desempeño de los hospitales públicos. Pero no es probable que lo veamos criticar el servicio y el precio de las empresas prepagas, toda vez que algunas de ellas también son avisadoras de su programa de cable.
Tampoco criticará la evasión impositiva del sector rural, ni el trabajo en negro, ni el trabajo esclavo, ni difundirá las denuncias que pesan sobre Luis Etchevehere, el presidente de la Sociedad Rural Argentina. Claro, UATRE, el sindicato propatronal que dirige Gerónimo “Momo” Venegas, también pone dinero para el buen pasar de Nelson Castro.
Ni hablar de privatizadas como Telecom, automotrices como Fiat –cuyo presidente, Cristiano Rattazzi, también es rápido para los mandados a la hora de fustigar a la Presidenta y pregonar las bondades del neoliberalismo–. Podemos nombrar varias empresas más que auspician al doctor Castro y que se encuentran a salvo de cualquier intromisión del “periodismo independiente”.
Por supuesto que este accionar no es patrimonio del doctor Nelson Castro, sino que se ha convertido en el modus operandi de todo el periodismo anti-K, autodenominado también “periodismo independiente”. Vayamos al más independiente de todos los periodistas –valga la ironía–, Jorge Fontevecchia. El dueño de la Editorial Perfil confesó que debió cerrar la primera versión del diario Perfil, en 1998, porque la presión del Grupo Clarín fue intolerable. Por ejemplo, los medios de Héctor Magnetto amenazaron a sus anunciantes con no dejarles publicitar en Clarín si a su vez anunciaban en el nuevo diario de Jorge Fontevecchia. Esa experiencia, recordemos, duró tres meses.
En un hecho inédito en el periodismo argentino, Fontevecchia comunicó el cierre del diario mediante una contratapa que cambió cuando ya la mayoría de los trabajadores de prensa y gráficos habían cerrado la edición. La indignación de los trabajadores fue tal que Fontevecchia debió apelar al ministro menemista Carlos Corach para que lo sacara escondido en un auto y lo salvara de la ira de los trabajadores que acababan de perder su fuente laboral.
Años después, Fontevecchia es el hijo menor del Grupo Clarín y funge como fuerza de choque de Héctor Magnetto para los trabajos “sucios” de sus ediciones. Por ejemplo, Clarín no publicó la tapa con “El goce de Cristina”, para eso lo tenía a Fontevecchia y la tapa de la revista Noticias.
En un hecho inédito en el periodismo argentino, Fontevecchia comunicó el cierre del diario mediante una contratapa que cambió cuando ya la mayoría de los trabajadores de prensa y gráficos habían cerrado la edición.

Los medios de Perfil, que antes se dedicaban a contarle las costillas a Magnetto, ahora se cuidan bien de no publicar nada que ofenda al CEO del grupo mediático más poderoso de la Argentina.Una vez más, el periodismo independiente de Jorge Fontevecchia es independiente del Gobierno pero no del poder de las empresas. Este año llegó al colmo la persecución gremial que sufren sus trabajadores. La Comisión Gremial Interna y un integrante de la Junta Electoral fueron demandados penalmente por Fontevecchia hijo. Pocos años más tarde que su padre, don Alberto, intentará sin éxito derogar el Estatuto del Periodista.
Si hubo un periodista que durante años se dedicó a denunciar los atropellos del Grupo Clarín junto con Víctor Hugo Morales, ese fue Jorge Lanata. El periodista que como director de Página 12 se dedicó a investigar la corruptela del menemismo pero también de los empresarios, a la vez que denunciaba a Clarín como un monopolio al que se le debía recortar poder, resignó luego todas sus posturas para trabajar como periodista estrella en Clarín, Radio Mitre y Canal 13.
Jorge Lanata llegó a apoyar fervientemente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual antes de pasarse con armas y bagajes a las huestes de Héctor Magnetto. Así, resignó aquel periodismo de denuncia, de investigación del poder real –que incluye a los empresarios–, para fungir como la espada más importante del Grupo Clarín contra el Poder Ejecutivo en su intento de no cumplir y hacer fracasar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Hasta consiguió que algunos políticos adictos, como Sergio Massa, Mauricio Macri y Ernesto Sanz, hayan adelantado que derogarán la ley en caso de que lleguen a la presidencia.
El periodismo dio un salto al vacío el día que decidió que Clarín marque la agenda de lo que deben discutir y leer los argentinos. Dio otro salto al vacío cuando sus periodistas hicieron oídos sordos y miraron para otro lado cuando Héctor Magnetto incumplía los contratos laborales e inventaba causas judiciales para librarse de los delegados gremiales. Muchos de esos periodistas dieron otro salto al vacío cuando decidieron dejar de investigar al poder económico para pasar a investigar y fustigar al poder político, incluso con fines desestabilizadores. El periodismo todavía no terminó de caer de ese salto al vacío. Y, cuando caiga, hará mucho ruido. 
Fuente: Infonews

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