Por Rodrigo Lloret *
Desde que el 1º de enero de 1959 triunfó la Revolución Cubana ,
los argentinos y su diplomacia, jugaron fuerte en las conflictivas relaciones
entre Cuba y Estados Unidos. La
Habana y Washington siempre identificaron a Buenos Aires como
un actor de peso regional para acercar posiciones. El último eslabón de esta
cadena argentina-cubana-norteamericana se conoció cuando Barack Obama y Raúl
Castro reconocieron que el Papa Francisco había mediado para lograr un
histórico acuerdo que pone fin a más de cinco décadas de desencuentros. Las
gestiones de Jorge Bergoglio parecen haber sido suficientes para que el Palacio
de la Revolución
y la Casa Blanca
recuperaran sus relaciones.
Como es sabido, la historia debe retomarse a mediados de la
década del cincuenta, cuando el joven médico rosarino Ernesto Guevara conoció
en México –luego de su segundo periplo latinoamericano–, a los hermanos Castro.
La relación que tejió con Fidelfue fundamental para que el argentino se sumara
a la expedición de los cubanos que derrocarían al dictador Fulgencio Batista.
El Che se embarcó en el Granma y desembarcó en costas cubanas en 1956 para
desandar la primera revolución comunista en el patio trasero de los Estados
Unidos, durante los años más difíciles de la Guerra Fría.
No es tan conocida, pero también fue trascendental por esos
días, la gestión de otro argentino, el presidente Arturo Frondizi,
intermediando entre Cuba y Estados Unidos luego de la Revolución. La
sintonía del radical desarrollista con el demócrata católicoJohn Fitzgerald
Kennedy fue muy fuerte: se reconocían un gran respeto personal, intelectual y
político. En 1959, al poco tiempo del triunfo de los Barbudos, Frondizi se
convirtió en el primer presidente argentino que visitó Estados Unidos. “La
lucha contra el atraso de los pueblos reclama mayor solidaridad del hemisferio
que la promovida por su defensa militar o política”, disparó el argentino en
Washington.
Aunque luego rompería relaciones con Cuba, fue también
Frondizi el que abrió las puertas de la Casa Rosada al Che Guevara tras la célebre visita
del líder cubano-argentino a la
Cumbre de Punta del Este de la Alianza para el Progreso
de 1961. Y fue también durante el gobierno de Frondizi cuando Argentina envió
en 1962 los destructores Espora y Rosales para participar de la Operación de Cuarentena
de Cuba junto a la flota de Estados Unidos, Venezuela y República Dominicana
que inició el embargo contra la Unión Soviética en medio de la Crisis de los Misiles.
Y aunque no fue argentino, es importante recordar en esta
historia las gestiones del cónsul argentino en Nueva York de fines del siglo
XIX. Hablamos del genial José Martíque asumió la representación de la
diplomacia de Argentina, Uruguay y Paraguay en la Gran Manzana en 1890.
Mientras escribía artículos para el diario porteño La Nación y dictaba clases de
español en la escuela primaria Central Superior, situada en la calle 63 de
Nueva York, Martí empezaba a marcar el pulso del sentimiento latinaomericano
dando forma al concepto de “antiimperialismo”, que presenta raíces en su
célebre ensayo filosófico “Nuestra América”, donde se refiere a la relación
conflictiva entre Estados Unidos y América Latina: “El desdén del vecino
formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge,
porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca
pronto, para que no la desdeñe”.
Tras varias décadas de tensión y de gestiones diplomáticas
protagonizadas por argentinos, Cuba y Estados Unidos inician ahora una nueva
etapa. Nuestra América lo celebra. Que nadie lo desdeñe.
(*) Editor diario PERFIL / Docente de Política Exterior
Argentina (UBA)
Fuente: Perfil.com
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