Corría el
mes de abril del año 1989, en las entonces frescas noches del otoño cañadense,
el pueblo iba a ser testigo de un hecho aberrante que hasta el día de hoy se
recuerda en la memoria colectiva local. Ese jueves 27, el matrimonio compuesto
por el Dr. Carlos Manuel Frías y la Sra.
Concepción Coca
Escoda se estaban preparando para ir a cenar a la casa de Roberto Bernasconi,
periodista del Diario Estrella de la
Mañana entre otras cosas. Pero entre las 20 y las 21 horas de
esa jornada, en su vivienda de Brown al 900, sucedió lo peor.
El Dr.
Carlos Frías era un médico jubilado de 76 años, integraba el directorio del
Centro de Trabajo Médico de Cañada de Gómez (CE.ME.CA.) e integró el plantel de
docentes del Colegio Nacional de entonces. Carlos estaba casado hacia bastante
con Concepción que era cuatro años menor que él y en el momento del crimen su
familia se componía de su hija Helvecia, su hijo político Hugo Carassai y sus
nietos Hernán, Sebastián, Lorena y Gabriela.
Los asesinos
fueron dos, ayudados por la mujer de uno de ellos. Pasada las 20 hs. Oscar
Rodríguez junto a su pareja fueron hacia la Terminal de Ómnibus a buscar a Gabriel Arias que
desde las 18 lo esperaba junto a su esposa. Desde allí, Oscar y Gabriel, junto
a la pareja del primero fueron hasta la casa de la familia Frías. Al llegar a
la finca notan que la puerta del frente estaba cerrada, se dirigen hacia la del
garage y descubren que se encontraba abierta; ingresan a la casa quedando la
mujer afuera haciendo de campana. La primera persona que se encuentran es a Coca a quiénes los delincuentes
empezaron a atacar violentamente; a raíz de los gritos desesperado de la
víctima, la mujer que se encontraba de campana ingresa a la casa para ver que
ocurría. Cabe aclarar que los tres habían ingresado encapuchados. Mientras
tanto, Carlos Frías sale del baño donde se encontraba duchando y se enfrenta a
los malvivientes, y ahí es atacado por Arias que lo derriba y lo golpea luego
de un breve forcejeo. Una vez en el piso lo matan a golpes, una de las
versiones indica que usaron una piedra para cometer ambos crímenes. A partir de
ese momento, los tres se encargan de saquear el hogar de los Frías. Hacia las
21 hs. la tarea estaba concluida, Arias se dirige a la Terminal para regresar a
Marcos Juárez y Rodríguez con su pareja se dirigieron al domicilio de un
tercero a esconder el botín, que consistía en joyas, electrodomésticos y
dinero. Al acercarse la hora de la cena, preocupó a Roberto Bernasconi que el
matrimonio Frías no hayan llegado a su casa y partió en busca de ellos. Al
llegar a la propiedad de calle Brown al 900, y no ser atendido ante el timbre,
ingresa a ver que sucedía encontrándose con una escena dantesca pocas veces
vista en la tranquilidad cañadense. Inmediatamente llama a la policía y a los
familiares de las víctimas. Nadie había visto nada, no había huellas, no había
elementos para aferrarse, sólo los indicios del robo y que una piedra gigante
que se encontraba en el living era el arma mortal por encontrarse con rastros
de sangre.
Pero, como
en este país no existe el crimen perfecto, veinte días después del hecho, el entonces subcomisario López de la Segunda trae una pista de
un curandero de Carcarañá que había sido consultado por un cañadense agobiado
por un grave hecho cometido. De esa investigación surge que Oscar Rodríguez era
el hombre que fue a la consulta siende detenido inmediatamente. Una vez llevado
a declarar y al descubrirse en posesión de su pareja elementos robados,
Rodríguez confiesa ser autor del crimen. Posteriormente cae Arias en Marcos
Juárez, donde confiesa donde estaban escondidas las joyas y otros elementos
probatorios. También se supo que un medallón de oro con las siglas de la señora
de Frías fue vendido en la ciudad de Rosario. El 25 de mayo de 1989, Gabriel
Arias declara ser el asesino junto a Rodríguez de los crímenes. La causa estaba
llegando a su final. Arias tenía un prontuario bastante importante con 12
causas, de las cuales muchas fueron cometidos cuando era menor de edad. Por su
parte, Rodríguez era un ex policía que había ingresado en 1977 pero había sido
cesanteado por robo el día 9 de noviembre de 1983. El 26 de junio de 1989
fueron procesados por el Juez de Instrucción de la 3ª Nominación, Dr. Rubén
Darío Jukic, junto a ellos el magistrado procesó a Claudia Palomeque por el
delito de robo y a Patricio Fluk por encubrimiento. Por el accionar de la
policía, Helvecia Frías de Carassai, agradeció el accionar de las fuerzas en la
investigación realizada. La investigación estuvo a cargo del entonces Jefe de la Unidad Regional X Comisario
Mayor Juan Calixto Perizzotti, acompañado de su Subjefe Comisario Mayor Domingo
Ángel Acosta y los oficiales de la plana mayor de las Comisarías 1ª y 2ª de
nuestra ciudad. El 31 de mayo, Oscar Rodríguez en una entrevista realizada a
Estrella de la Mañana
declaró “quiero pedirle perdón a la hija”, mientras en su celda ya había
solicitado la ayuda de un pastor como signo de arrepentimiento, además agregó
“yo fui con la intención de hacerme de un dinero, por mis hijos. No tengo
trabajo, no tengo oficio... No fuimos con la intención de matar... Me siento
muy mal... Estoy tratando de que Dios me traiga un poco de paz encima... No
quiero que mis hijos pasen por los mismos trances que yo... Tengo que pagar a
la sociedad, pero no tengo miedo al juicio del hombre sino al juicio de Dios.”
En agosto
del mismo año, los restos del matrimonio Frías fueron trasladados al cementerio
de la Chacarita
en Buenos Aires. En CE.ME.CA. se le rindió un emotivo homenaje, donde a la sala
del Directorio, presidido en esos tiempos por la
Dra. Marta Rigotti, se le impuso el nombre
de “Dr. Carlos Manuel Frías”. Un final trágico de un hombre que fue Jefe de la
sala de hombres del Hospital San José, docente en el Colegio Nacional
Florentino Ameghino, Concejal de la ciudad entre los años 1948 y 1952, creador
de CE.ME.CA., presidente de la Asociación
Cañadense de Básquet y médico de espectáculos deportivos. Hoy
con las condenas de sus asesinos y cómplices cumplidas, con el eterno homenaje
de sus colegas y con el recuerdo de una sociedad que no olvida las injusticias,
el Dr. Carlos Frías ha quedado en esa tribuna privilegiada de los protagonistas
de nuestra historia local.
Bibliografía:
Notas de
Estrella de la Mañana
relacionadas al Caso Frías y pertenecientes al Archivo del Museo Histórico
Municipal “Elías Bértola”
4 comentarios:
¡Un merecido homenaje al Dr.Carlos Frías que estuvo al servicio de la salud de los cañadenses, y a su señora esposa! Gracias.
Soy Lorena, nieta de Carlos y Coca. Soy escritora. Les comparto un texto que escribí sobre el asesinato de mis abuelos. Esta tragedia marcó mi vida, como la de mis hermanos, mi papá y, sobretodo, la de mi mamá. Espero que nunca sea olvidado lo que pasó aquí. A la memoria de mi abuelo Carlos, a quien le debo el sentido de lucha social por la igualdad y de mi preciosa y paciente abuela Coca quien tuvo la valentía de acompañarlo, siempre.
"Cosas que brillan dentro".
Entre lo que se llevaron estuvo también la casa. Esa casa tenía magia, algo que no iba a tener ninguna otra. En esa casa fui feliz. O no, pero ahí fui chica. Y se llevaron eso, mi infancia. Una vez que la tragedia entra en la vida de una persona es muy difícil seguir teniendo recuerdos anteriores a eso. El horror lo tiñe todo.
La casa se vendió, como era de esperarse, para intentar deshacernos un poco del recuerdo.
El problema es que algunos somos más lentos que otros para olvidar. Es difícil raspar los vestigios del recuerdo de las ropas, de las manos, del corazón. Hubiera necesitado entrar a esa casa al menos una vez más, a despedirme. Hay veces que paso con el auto cuando voy para el norte. Estaciono cruzando la calle y me quedo como una tonta mirando el frente blanco. Pienso en el pasado, en los abuelos, en yo chiquita y después, en los golpes, la desesperación, la sangre, el dolor. Y se me caen unas lágrimas. Espiro fuerte, termino el cigarrillo y me voy. Y cuando me estoy yendo, por el espejo retrovisor, me parece verlos parados ahí, juntitos, en la puerta, moviendo la mano derecha o la izquierda, de un lado a otro. Como si los espejos guardaran vidas que la realidad ya no puede reflejar. Como si hubiera toda otra vida paralela, sosteniéndose ahí. Después ya, desde más lejos, los abuelos se separan, mi abuela entra y mi abuelo se queda sacando alguna ramita tirada con el pie o pateando las hojas hacia la calle.
Me llevé muchas cosas de la casa después del entierro. Recetas de mi abuelo, aros, pulseras, el chal de mi abuela, prendedores que cerraron mis camisas, en el centro del cuello, en los ochenta. Mil cositas abandonadas en los cajones y placares de esa casa. Cosas que no valían para nadie más que para mí. Y me pregunto, ¿qué habrá sentido el que los mató con una piedra, en retirada, agazapado entre los yuyos, al abrir el pañuelo y con una luz muy tenue viniendo de la ruta, darse cuenta de que todas esas cosas no tenían ningún valor? ¿Qué habrá sentido escapando, en medio de la noche, sabiéndose un asesino? Ese pañuelo acusatorio con las cositas, tirado ahí, en el llano. Y pienso, eso es lo que valen dos vidas. Eso es lo que vale mi infancia, parte de mi pasado. Un pañuelo con cositas que brillan dentro, tirado entre la maleza de un pueblo que casi nadie conoce.
http://lorenacarassai.blogspot.com.ar/2012/12/cosas-que-brillan-dentro-de-la-nouvelle.html?m=1
GRACIAS POR COMPARTIR TU EMOTIVO RECUERDO. DESDE MI PÁGINA SIEMPRE INTENTO QUE MI CIUDAD NO OLVIDE SU PASADO Y SOBRE TODO A LAS GRANDES PERSONAS, AUNQUE NO LO CONOCÍ, TODOS ME HAN HABLADO BIEN DE TUS ABUELOS.
UN MUERTE INJUSTA, QUE CAÑADA DE GÓMEZ NUNCA DEBE OLVIDAR..
UN ABRAZO
PABLO
Más gracias aún entonces a vos por tu reseña, si no los conocías. A pesar de lo cruento, es gratificante saber que en la ciudad de Cañada la gente tiene memoria. Tu reseña honra la memoria de los míos, recordando que no han pasado en vano. Te mando un abrazo.
Publicar un comentario