En homenaje
a mis dos entrañables
amigos Chicharra y Cabeco, que sufrieron
en carne
propia estas atrocidades.
Y en memoria
de mi abuela, que fue una madre de
un hijo
secuestrado y torturado por la dictadura cívico-militar.
Por
primera vez en la historia local, un medio de prensa cañadense publicará un
trabajo sobre de lo ocurrido en la dictadura cívico-militar la ciudad.
Recordemos que el pasado 24 de marzo del 2016, la Municipalidad de
Cañada de Gómez presentó un audiovisual con los relatos de las víctimas
cañadenses, un trabajo realizado por el Área de Comunicación Social en conjunto
con el Museo Histórico Municipal. Hoy el equipo de dicha entidad, dirigido por
quién esto suscribe, ha trascripto la totalidad de los testimonios, sumando
datos que enriquecerán este escrito, lo que seguramente será una larga historia
que nos llevará muchas semanas compartirla junto a ustedes en este espacio que
nos brinda Estrella de la
Mañana todos los sábados.
Porque
decidí ponerle a esta historia ese título, quizás porque de esa manera los
cañadenses entendamos que entre 1976 y 1983 acá también pasaron cosas, y que
esas cosas se trató de ocultar desinformando a la sociedad, ocultando
documentaciones y dejando un vacío en los archivos históricos que no fue
casualidad. Durante estas crónicas dejaremos plasmado para la eternidad los
testimonios en primera persona de muchos vecinos que sufrieron la persecución,
el secuestro y las torturas por parte del Estado en la última dictadura
cívico-militar. Primeramente haré un repaso del contexto político en el país en
los tiempos previos al golpe, vamos a compartir el contexto local, cómo fueron
las últimas horas del gobierno de Albertengo, la vida social, el accionar de la
policía, los civiles que ayudaron a los dictadores a llevar adelante ese
nefasto gobierno y el accionar de las fuerzas vivas. Finalmente, compartiremos
cada uno de los testimonios con los que contamos, que serán un documento único
donde todo los cañadenses descubrirá historias hasta ahora desconocidas. Seré
respetuoso de cada palabra dicha por las víctimas, de sus silencios y de sus
secretos. Por eso, uno de los testimonios será con un pseudónimo, ya que la
víctima por decisión propia, la cual respetamos y entendemos, no ha querido en
estos tiempos contar su triste experiencia; para eso utilizaremos su
declaración en la causa Feced realizada en el juicio contra ese represor en la
ciudad de Rosario.
Pero
empecemos a recordar los primeros años de la democracia y el surgimiento del Nunca Más. Esta denominación utilizada
para repudiar el terrorismo de Estado tiene su origen en el repudio por las
atrocidades nazis en el Gueto de Varsovia
y fue propuesta por Marshall Meyer y también fue utilizada en el país hermano
de Brasil con el nombre Brasil: Nunca Mais. El informe argentino
surge de los trabajos realizados por la CONADEP , Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas, creada el 15 de diciembre de 1983 por el presidente Raúl Alfonsín,
donde en sus Memorias, el padre de la democracia expresa que
«La Conaped se creó como parte
de la política de Estado instituida para esclarecer el pasado violento de la Argentina. Fue ,
además, la repuesta específica del gobierno a los reclamos de constituir, con
el mismo fin, una comisión parlamentaria bicameral. Ése era el planteo de
muchos dirigentes de los organismos de derechos humanos y de algunos partidos
políticos que pensaban que sólo una comisión de ese tipo podía llevar adelante
la tarea, munida de poderes especiales. La propuesta se descartó porque
estábamos convencidos de no era la solución que el problema requería. Era fácil
prever que una comisión bicameral podía verse envuelta en manejos políticos,
tener dificultades para llegar a acuerdos efectivos en cuanto a la
materialización de los objetivos perseguidos, entrar en conflicto con el Poder
Judicial y, en definitiva, fracasar con el cumplimiento de la misión.»[1]
Sobre
los integrantes de la
Comisión , Alfonsín explica la elección de los mismos...
«La
elección de los miembros no fue fácil. Se requería constituir un grupo que
estuviera formado por personas sin tacha en su compromiso con la defensa de la
democracia y los derechos humanos(...) Prácticamente, todas las personas
incluidas en la lista original aceptaron el ofrecimiento y estuvieron
dispuestas a iniciar de inmediato la difícil tarea. La única excepción fue
Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz , que rechazó la invitación alegando no
compartir la política del gobierno en la materia. Los miembros de la Conadep fueron Ricardo
Colombres (jurista, ex miembro de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ), René Favaloro (eminente médico
cirujano), Hilario Fernández Long (ingeniero, rector de la UBA destituido por el golpe
militar de 1966), Carlos Gattinoni (obispo metodista protestante), Gregorio
Klimovsky (filosofo, cientifico, renunciante a sus cátedras universitarias en
1966), Marshall Mayer (rabino), Jaime de Nevares (obispo católico), Eduardo
Rabossi (filosofo, jurista, renunciante a sus cátedras universitarias en 1966),
Magdalena Ruiz Guiñazú (periodista) y el escritor Ernesto Sabato, a quién los
miembros eligieron presidir la Comisión. Se
invitó también a las cámaras de Diputados y Senadores (...) El Senado con
mayoría justicialista, nunca envió a los tres miembros. En la cámara de
Diputados ninguno de los legisladores de los partidos representados aceptó el
cargo, con excepción de la Unión Cívica
Radical. En definitiva concurrieron los diputados radicales Santiago López,
Hugo Piucill y Horacio Huarte. Sus secretarios fueron Raúl Aragón, Graciela
Fernández Meijide, Alberto Mansur, Daniel Salvador y Leopoldo Silgueira.»[2]
El
20 de septiembre de 1984, la
Comisión entregó en Casa de Gobierno al presidente Alfonsín
el informe final de su investigación, donde la misma repudia el terrorismo en
general pero que su misión no es la de investigar sus crímenes sino
estrictamente la suerte de los desaparecidos, llegando a la conclusión de que
la desaparición de personas existió, que no fueron casos aislados, y que por lo
menos hasta esa fecha hubo 8961 desaparecidos. Cifra que aún hoy en día sigue
en discusión pero, a raíz de investigaciones realizadas posteriormente y de apariciones
de nuevos testimonios se acerca a los 30.000 personas desaparecidas, cifra que
defienden y defiendo particularmente, todos los organismos de derechos humanos
del país y del extranjero. Ese día, Ernesto Sabato, manifestó que «en nombre de
la seguridad nacional miles de ciudadanos fueron secuestrados y pasaron a
formar parte de una categoría fantasmal: los
desaparecidos. Desde el momento del secuestro la víctima perdía todos los
derechos, se la privaba de toda comunicación con el exterior, se veía sometida
a suplicios infernales y a sus
familiares se les negaba que estuviera encarcelada.»[3]
Ese informe también sirvió para el histórico Juicio a las Juntas que condenó a los responsables del genocidio
perpetrado en Argentina durante esos siete años y fue leído por millones de
personas en el mundo.
CONTEXTO NACIONAL, LA CAÍDA DE ISABEL
El
sueño de pacificación que se había iniciado aquel 17 de noviembre de 1972
cuando Juan Domingo Perón regresa después de casi dieciocho años de exilio,
sumado al abrazo, días después, con el líder radical Ricardo Balbín, se vio
interrumpido ese 1º de julio de 1974 cuando, anciano y cansado, muere el
presidente Perón dejando en manos el poder en su vicepresidente, y también
esposa, María Estela Martínez más conocida como Isabelita. La crisis económica, la triple A con López Rega y su
afán de eliminar el avance de la izquierda en el país. En materia económica el
lopezrreguismo se planteó someter al Ministro de Economía José Ber Gelbard,
quién a pesar de durar en su cargo fue reemplazado por Gómez Morales, quién
renuncia a comienzos de 1975 por el agravamiento de la situación económica
siendo sustituido por Celestino Rodríguez, el recordado autor del Rodrigazo, donde las medidas incluyeron una devaluación superior al
100%, el aumento de los precios del combustible del 175%, de las tarifas
eléctricas el 75% y de otros servicios públicos. Fueron desplazados dirigentes
como Tosco del gremio metalúrgico, Salamanca de los mecánicos y Óngaro del
gremio gráfico. Las medidas tomadas por el nuevo ministro, generaron muchas
protestas obreras ya que el ministro se negaba a dar aumentos superiores al
38%, por lo que la CGT
anunció un plan de lucha consistente en huelgas generales, movilizaciones y
reclamos salariales exorbitantes para desestabilizar al gobierno. El plan
resultó exitoso y precipitó la caída de López Rega, quién fue destituido en
julio de 1975. La presidente aceptó los aumentos salariales y ratificó las
paritarias. La Cámara
de Senadores nombró presidente del cuerpo a Italo A. Luder, con esta
designación el titular de la
Cámara de diputados, Raúl Lastri, yerno del Brujo, perdía su puesto en la sucesión
presidencial. Rodrigo fue sucedido en economía por Antonio Cafiero quién
tampoco consiguió mejorar la situación económica del país.[4]
En este contexto, el radicalismo propone a través de Balbín conformar un
gobierno de unidad nacional. La propuesta es rechazada por el justicialismo y
se incrementa el clima golpista. A mediados de marzo de 1976, y frente a la
gravedad de las circunstancias, Ricardo Balbín, como líder de la oposición, se
dirige al país por la cadena nacional de radio y televisión, donde expresa que
«algunos suponen que yo he venido a dar soluciones y no las tengo. Pero la hay.
La unión de los argentinos para el futuro de los argentinos». Y parafraseando a
Almafuerte concluyó, «Todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de
la muerte.»[5] Pero quizás, en esa
manotazo de ahogado que se les dio a los partidos políticos de expresarse ante
la grave situación que vivía el país, sea el discurso de Oscar Allende el más
contundente al decir que «señalo al paso que todos los gobiernos militares que
nos rodean más allá de las fronteras, son gobiernos aliados con las
corporaciones multinacionales y con la filosofía y la práctica de la
dependencia. Y recuerdo que desde una alta tribuna militar un teniente general
sostuvo, no hace mucho, que cada vez que los militares toman el poder en la Argentina resulta que no
solucionan ningún problema y agravan los existentes. Hablo en nombre del
Partido Intransigente, el que ha crecido con mayor ímpetu y envergadura
ideológica en el último tiempo. Hay que levantar al país. Podemos y debemos.»
Finalmente, Balbín, el día del golpe expresó que «cualquiera sean las
circunstancias, que el pueblo mantenga su serenidad. No todo se pierde, ni todo
se gana. El pueblo es lo fundamental, creo que tienen que vivir en paz y la
tienen que buscar. De modo tal, que lo único que yo pido como una circunstancia
en esta emergencia de la que todos hablamos es que estemos serenos y tranquilos
esperando los acontecimientos para que no tengamos más desgracias». Quizás
Balbín y el resto de los dirigentes desconocían lo que venía, el atroz
genocidio comandado desde el aparato estatal que dejó 30.000 desaparecidos,
millones de exiliados y un país en quiebra.
[1] Raúl Alfonsín, Memoria Política. Transición a
la democracia y derechos humanos. Primera Edición. Año 2004. Página 39.
[2] Raúl Alfonsín, Memoria Política. Transición a
la democracia y derechos humanos. Primera Edición. Año 2004. Página 40.
[3] Ernesto Sabato, discurso de entrega de informe
en Casa Rosada, 20 de septiembre de 1984.
[4] http://www.todo-argentina.net/historia/civmil/isabel
[5] http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/b/balbin.php
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