MORTALIDAD GENERAL
En el estudio de la evolución de
la mortalidad general, agrupamos a las defunciones en dos clases de índices;
los de mortalidad genérica, vale decir número de muertos por año y por mil
habitantes sin discriminación alguna y los de mortalidad especifica en que
consideraremos los grupos de afecciones, edades de los muertos, etc.
Hay dos hechos muy llamativos
en el análisis de este aspecto de la demografía. En primer lugar, la
disminución de la mortalidad general y, en segundo, el cambio que se produce en
el predominio de las diferentes causas de muerte.
La disminución de la mortalidad
general es un hecho universalmente constatado: las probabilidades de vida han
aumentado mucho y en un lapso relativamente breve se ha duplicado casi la
duración de la vida humana, que para nuestro país y en la actualidad se puede
fijar en sesenta y cinco años más o menos.
Las causas de aquella
disminución son especialmente atribuibles a conquistas logradas por la higiene
y la Medicina Preventiva, especialmente en sus luchas contra las enfermedades
infecto contagiosas, que, en épocas pretéritas diezmaban a la humanidad.
Bastaría para fijar bien este concepto estudiar lo que ha pasado con la viruela
en el reducido medio que estudiamos. Afección absolutamente erradicada con una
muy simple medida inmunitoria, causó en Cañada de Gómez 52 muertes entre los
años 1901 y 1912 y desde entonces, hasta la fecha, el monto de la mortalidad se
ha reducido a cero. Algo parecido ha sucedido con la difteria, cuya vacunación
lamentablemente no ha sido aún practicada por la totalidad de la población
infantil: entre 1901 y 1925 dejó un saldo de 64 defunciones y entre 1926 y 1950
solo 34.
Cabe agregar, con respecto a la
difteria, que el último año con mortalidad es el de 1946, figurando en blanco
desde entonces.
Los años de más alta mortalidad
para nuestra ciudad fueron 1901 y 1918: el primer arrojo 186 defunciones para
una población de 6.454 habitantes y el segundo 302 defunciones para 10.363. Los
índices fueron idénticos: 29 por mil en ambos casos.
Si analizamos las causas de
muerte en estos dos años de tan alta mortalidad, veremos que, en 1901, nos
encontramos con fallecidos de menos de un año
(sin incluir los nacidos muertos que fueron 9) y 120 de más de un año de
edad. Las causas fundamentales fueron, en todas las edades las edades, diarrea
y enteritis con 35 defunciones; bronquitis, neumonía y bronco neumonía con 51 y
luego un extenso número de causas sin predominio de ninguna de ellas.
En 1918, como volverá a ocurrir
en 1919, la alta mortalidad está condicionada por la pandemia gripal, por la
fiebre tifoidea y por las enteritis. Por gripe y sus complicaciones, mueren en
todas las edades 33 personas; por fiebre
tifoidea 38; por diarrea y enteritis 84y
hay, además, una elevada mortalidad por tuberculosis pulmonar (24), y por
muerte violenta (13).
Los años de menor mortalidad
son todos los que transcurren a partir de 1945, en que los índices oscilan
entre el 7 y el ocho por mil.
Como se ve, y puede apreciarse
en el gráfico respectivo, la de la mortalidad general es una curva de franco
descenso, armónico y sin altibajos, salvo el correspondiente a 1918, que ha de
figurar en cuanto estudio de mortalidad de haga, en el mundo entero. Si
estudiamos las tasas agrupadas por quinquenios, veremos que el de más alta
mortalidad fue el comprendido entre 1906-.1910 con un indic3e del 26,23 para
llegar al 1946-1950 con 7,4.
Si comparamos nuestras cifras
con las de toda la provincia y con las de las ciudades de Santa Fe y de Rosario,
veremos que debemos considerarlas como altamente satisfactorias. En efecto
considerando los dos últimos quinquenios (1941-1945) y (1946-1950), tenemos
que, para toda la provincia las tasas fueron de 8,8 y 7,9; para la ciudad de
Santa Fe de 11,7 y 11,7; para Rosario de 10,4 y 10,3 y para Cañada de Gómez los
índices arrojaron 9,6 y 7,4.
Es elemental, pero importante,
consignar que esta tan satisfactoria baja de la mortalidad general, está
condicionada, en primer lugar por el descenso de la mortalidad infantil, ya
estudiado, por la desaparición casi absoluta de esos grandes factores de muerte
que eran las enfermedades infecto
contagiosas en general y, luego, por las causas que regulan este fenómeno, en
todas las colectividades: progresos higiénicos y preventivos, inmensos
progresos terapéuticos en el capítulo de los antibióticos y las drogas sulfa,
más alto nivel de vida, mejor asistencia medica, etc.
Este notable decrecimiento de
las defunciones, muere mucha menos gente en 1950con 16,000 habitantes que en
1901 con poco más de 6,000, es lo que explica que la población siga creciendo a
ritmo discreto, a pesar de la notable disminución de los nacimientos. Este
hecho nos ha de llevar fatalmente al envejecimiento de la población que no se
renueva, sino que sigue viviendo.
El otro aspecto interesante de
la mortalidad general, es la evolución que han ido sufriendo con el tiempo las
principales causas de muerte. Como puede verse en el cuadro el cuadro que insertamos a continuación y los
diagramas circulares que corresponden al mismo asunto, hemos elegido tres años
intermedios, 1901, 1925 y 1950 para considerar en ellos cuales han sido las
causas predominantes de letalidad.
Observamos que, en 1901, más
del 31 por ciento fallecieron por afecciones del aparato respiratorio, sin
incluir tuberculosis, fueron 61 los que murieron por tal grupo de enfermedades,
entre las que predominaron las bronquitis, neumonías y bronco neumonía de todas
las edades. Las afecciones del aparato digestivo, que representaron el 24,1 por
ciento son fundamentalmente las consabidas diarreas y enteritis y las que
constituyeron la tercera causa, infecto contagiosa con 11, 15,8 %, están
constituidas por viruela, sarampión, meningitis, fiebre tifoidea y tétanos
infantil.
Como puede apreciarse, en este
primer año estudiado no tienen mayor significación la tuberculosis pulmonar, el
cáncer y las afecciones cardiovasculares.
En 1925, toma el primer lugar
el grupo de las afecciones del corazón y de los vasos que ya no ha de dejar su
predominio: su frecuencia es del 23,5%. En segundo lugar las del aparato
digestivo predominando siempre las enteritis y ya el cáncer ocupa un lugar de
privilegio con 13 defunciones y el 7,7 % del total.
En 1950 ratifica su inmenso
predominio el grupo de las afecciones cardiovasculares que producen 68 defunciones y el 40,9 por ciento del
total. Todas las demás se desdibujan, salvo el cáncer que siguiendo su ritmo
ascensional provoca 27 defunciones que corresponden al 16, 2 por ciento de la totalidad.
Esta evolución del predominio
de cusas de muerte en normal y el habitual en todos los sitios estudiados ya
que, desde hace muchos años las enfermedades del corazón y de los vasos ocupan
en toda la humanidad civilizada el primer lugar entre las causas de muerte y el
cáncer el segundo.
Vamos a estudiar ahora, con
algún detalle cuatro grupos de causas de muerte, las producidas por fiebre
tifoidea, tuberculosis, cáncer y afecciones cardiovasculares.
FIEBRE TIFOIDEA: apenas se
observa el cuadro y gráfico correspondientes que acompañan a este capítulo se
verá que el índice más alto de mortalidad por esta afección se registró en 1918, con 38
defunciones y una tasa del 36,66 por diez mil habitantes y, en 1912 con 17
fallecidos y tasa del 19,31.
Estas dos epidemias hacen
epidemias hacen que las cifras de los quinquenios 1911-1915 y 1916 aparezcan
abultadas y sean las únicas que alteren el ritmo siempre decreciente de la
afección.
Pero lo que parece realmente
extraordinario es el proceso regresivo que se establece a partir del año 1921
en que los índices de mortalidad decrecen en forma vertiginosa: del 14,46 de
1916-1920 al 3,16 del quinquenio siguiente, siendo este índice el más alto de
los últimos veinticinco años.
En la historia epidemiológica
de la fiebre tifoidea se observan cuatro años (1938, 1939, 1946 y 1950) sin
ninguna defunción.
Resulta interesante observar el
gráfico relativo a la mortalidad por esta afección, que se inserta a
continuación; es poco frecuente ver una línea de tendencia tan franca, de
descenso en este caso que semeja casi una vertical, comprendida entre los años
1920 y 1925. Cualquiera pensaría desprevenidamente que corresponde años
posteriores a la instalación de servicios de provisión de agua potable pero no
es así, sino a los inmediatamente anteriores, lo que significa que, para
nuestra zona, el fenómeno de Mills y Reincke, en lo que a fiebre tifoidea se
refiere, no tiene significación, no así en otras afecciones como lo hemos visto
en el capítulo correspondiente.
Demás está decir que todas las
defunciones, a partir del año 1931, de instalación de provisión de agua,
corresponden a zonas no servidas por este servicio, sino a la suburbana y
rural. Cabe agregar que, en los últimos veinte años, no ha revestido el
carácter epidémico, tratándose siempre de casos aislados o esporádicos.
No intentamos, para esta
afección, hacer un paralelo con cifras de la ciudad de Rosario, por la
circunstancia de que esta última ciudad presenta en las estadísticas una alta
morbilidad, de casos autóctonos sino de la población hospitalaria del más
diverso origen, procedente de esta y otras provincias.
TUBERCULOSIS: esta temible y
temida afección ha seguido en nuestro medio un franco proceso regresivo, tal
como ocurre en todos los ambientes con buena cultura sanitaria. Como podrá
apreciarse en las tablas y gráficos correspondientes, el año 1918, que fue de
más alta mortalidad general, lo fue también para esta afección. Murieron 24
personas por tal causa y es probable que la pandemia gripal haya terminado con
muchos enfermos bacilares. A partir de entonces el descenso es franco y de una
tasa de 19,71 por diez mil habitantes registrada en el año 1906-1910, llegamos
a la de 2,94 en el último quinquenio 1945-1950. Podrá apreciarse en el grafico
correspondiente que la curva de la mortalidad por tuberculosis es muy
semejante, en su descenso a la de la fiebre tifoidea.
CANCER: el cáncer y otros
tumores malignos en general, presentan en Cañada de Gómez la misma tendencia en
el aumento de sus tasas de mortalidad que en toda la humanidad.
Hasta 1914 son muy pocas las
defunciones que se anotan por tal causa, para iniciarse después una línea de
francos ascenso solo interrumpida en el último quinquenio y, específicamente en
el año 1948 que es de baja mortalidad con 16 casos y una tasa del 8,55 por diez
mil. El de más alta mortalidad fue 1941 con 31 defunciones y un índice del
19,41.
La localización del cáncer y
otros tumores no ofrece en esta ciudad ninguna característica llamativa, salvo
para el cáncer de pulmón, entidad que no aparece nunca en los diagnósticos de los
primeros treinta años de nuestro estudio y cada vez con mayor frecuencia en los
últimos. Entendemos que esto, como muchos
otros casos de esta afección, se debe a un mejor diagnostico por la
posesión de mejores medios para realizarlo.
CARDIOPATIAS: los decesos por
afecciones cardiovasculares ocupan el primer lugar entre nuestras causas de
muerte, siguiendo una característica que es universal, pero lo que llama la
atención es su muy pronunciado aumento en los últimos años hasta el punto de
tomar para sí casi todo el panorama de la mortalidad, como puede observarse en
los respectivos diagramas circulares que acompañan a este trabajo. En el año
1950, último estudiado, este grupo de afecciones represento el 40,1 de la
mortalidad general incluida la infantil,
mientras que en 1901 solo significaron el 5,5 por ciento.
Las principales afecciones del
corazón y de las arterias están representadas, en los últimos años, por
miocarditis (24 decesos en 1950), hemorragias cerebrales con 15; sincopes
cardiacos, son otro diagnostico aclaratorio con 15, asistolias con 6 y
endocarditis.
Parecería ser que, también en
nuestro ambiente, se cumple fatalmente con la ley del equilibrio biológico que
explica el Profesor Albornoz a sus alumnos: desde el primer momento que las enfermedades infecto
contagiosas van perdiendo su
significación, las crónico degenerativas aparecen en escena para ocupar su
lugar. Dicho sea esto, sin desconocer que una serie de factores tales como el
pronunciado alargamiento de e la vida, el nuevo ritmo que hemos impreso a esta,
etc., condicionan es6e cambio en la patología.
BREVE
SINTESIS EPIDEMIOLOGICA
Después de realizar una prolija
investigación en archivos locales y consultas con viejos vecinos, hemos podido individualizar
las siguientes epidemias, que tuvieron alguna significación:
En 1886-188, apareció una
epidemia de Cólera que, al parecer causo gran mortandad. Eran los primeros años
del pueblo y se instaló Barraca sanitaria para atender los enfermos; se lee en
una publicación local que los muertos fueron enterrados en el cementerio de la
población, en una fosa común y sin identificarlos. Todo el que pudo hacerlo se
dirigió a otros lugares y, siempre según la publicación que comentamos, los
muertos eran llevados a su última morada en el único carro recolector de
basuras. El lazareto local fue visitado por el Gobernador de la Provincia Dr.
Don José Gálvez.
En 1894-1895 aparece una
segunda epidemia de cólera; el único medico local se ausenta y actúa entonces
el Dr. Arsenio de la Colina, auxiliado por un prácticamente y un Delegado
Sanitario. No hay otras referencias a esta epidemia.
En 1919 se registran dos casos
de muertes por Peste de Oriente, siendo esta la única referencia que hemos
podido encontrar sobre tal episodio. En el lapso 1901-1950 no hemos
individualizado otros fallecidos por tal afección.
La Fiebre Tifoidea ha revestido
carácter endemo epidémico en esta zona, pero de ella ya nos hemos ocupado
oportunamente.
La Poliomielitis ha tenido
alguna significación por las secuelas que hemos podido observar pero solo hemos
encontrado, en el total de nuestra búsqueda dos casos de fallecimientos por tal
causa.
La Gripe epidémica, causo 16
muertes en 1918 y 37 en 1919, presentándose con características formas bronco
pulmonares.
Cabe agregar, para terminar con
este capítulo, que las Amebiasis son parasitosis que se presentan con
extraordinaria frecuencia en esta zona. Por nuestra experiencia personal nos
animaríamos a sostener que nos menos de un 75 por ciento de la población esta
parasitada, habiendo muchas formas asintomáticas y otras con los habituales
trastornos de la afección.
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