La derecha nacional y las mismas mañas


Un personaje muy importante de la historia argentina, escribió que la táctica de acusar de corrupción a los opositores políticos comenzó en la Argentina con la Primera Junta de Gobierno, de 1810.


Sí, sí, el primer gobierno patrio fue acusado de  corrupción por la Asamblea del año 13, que tenía otro signo político. Les hizo juicio por corrupción a todos, incluso a Mariano Moreno que ya estaba muerto.

Todos los días salía en la prensa un nuevo cargo contra algunos. A Juan José Castelli, el llamado orador de la revolución, y que en esos meses agonizaba por un cáncer de lengua, lo acusaron y procesaron por haberse quedado con dineros ajenos en Alto Perú ¿le resulta familiar el método?

Lea con atención, porque estoy seguro que no se imagina lo que sigue. El insospechado, y nunca antes (ni después) cuestionado don José de San Martín, se lo acusó de abrir una cuenta en forma irregular en Londres con fondos “non santos”. ¡A San Martín! Y eso que entonces no existían Comodoro Py, ni Bonadío, claro.

A Hipólito Yrigoyen, cuando lo derriban del gobierno (no podían decir que lo derrocaban porque no hacía lo que ellos pretendían), como justificación lo acusaron de un montón negociados: que se había quedado con fondos públicos, que no había cumplido con sus deberes de funcionario, etc., etc.
Eso pasó la primera vez que lo metieron preso a Yrigoyen. Lo único cierto, es que cuando salió de su segunda prisión, fue a vivir a la casa de la hermana: no tenía un solo peso para mantenerse. Murió enfermo y despreciado por la mayoría del pueblo.

Claro que eso de acusar es un mecanismo que se pone en marcha cuando el personaje cuenta con respaldo, cuando necesitan debilitarlo con sospechas para dejarlo fuera de batalla, cuando es peligroso para los que realmente mandan (seguro que esto también le parece muy actual). Cuando ya deja de ser una amenaza para el poder, se lo deja de investigar, y los juicios quedan en la nada. El objetivo no es la justicia, sino el interés político de eliminar los opositores.

En 1930 el senador Villafañe aseguró que el Yrigoyenismo estaba compuesto por 110.000 prontuariados en la sección Robos y Hurtos, 60.000 pederastas y 50.000 que vivían del juego y la explotación de mujeres (todo parecido a los dichos de Durán Barba, Carrió y Morales, es pura casualidad).

Lo mismo ocurrió con Juan Domingo Perón, que además de abuso de menores, fue procesado por una infinidad de delitos económicos. O los funcionarios que le fueron leales, como Ramón Carrillo, ministro, gran sanitarista y diseñador de un sistema de salud pública ejemplar y que impulsó la construcción de la mayoría de los hospitales. Murió  en la pobreza, enfermo y enormemente calumniado.

Seguramente está intrigado con el autor del libro que dice todo esto. No fue un periodista de 6-7-8, ni uno oficialista u opositor, fue un ex presidente argentino, hoy respetado como un modernista y elogiado por Macri, don Arturo Frondizi, y lo escribió en 1964. El libro de su autoría es “Estrategia y táctica del movimiento nacional”, el capítulo cuatro, se titula: “La corrupción: pretexto para derribar gobiernos populares”. ¡Qué parecido también a lo que pasó en Brasil con Lula y Dilma! ¿no?


En 1962, los militares derrocaron a Frondizi y lo llevaron preso a la isla Martín García, también a él le imputaron muchísimas acusaciones de corrupción. Allí, escribió este libro.


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