Abel Romegialli, fundador de La Helvética en 1904 |
Después de
pasar un caluroso verano, la humedad del otoño se hacía sentir en las polvorosas
calles cañadenses. El 30 de abril en la pequeña sede de la Comisión de Fomento,
donde actualmente se encuentra nuestro Concejo Deliberante, se reúnen los
elegidos por el gobernador Freyre para ser miembros de la misma. El Dr. Teófilo
Queirel, recuperado de un problema de salud que había preocupado a la
población, asume como nuevo presidente de la Comisión. Augusto
Schnack continúo siendo tesorero, Juan B. Bessone es elegido vocal y Tomás
Gausset sigue como secretario.
El mismo
Queirel, un médico arribado a Cañada de Gómez en 1895, es el primer presidente
del entonces Centro Social, que desde 1909 es el reconocido Club Social, que
fuera fundado el 5 de junio de 1904 en el Salone
XX de Settembre. Treinta y tres días después se inauguró su sede en Lavalle
1034, el resto de la primera comisión directiva estuvo integrada además de
Quierel por Leoncio Sanz como vicepresidente, Víctor Miranda fue el secretario,
Evaristo Giordano prosecretario, Augusto Schnack tesorero, finalmente el grupo
de vocales fue integrado por Octavio Koller, Amado Borráz, Federico Meyer,
Eugenio Vázquez, Félix Nicoli, Federico Mau y Felipe Morales. La primera sede
fue en la casona alquilada a Margarita Repiso, viuda de Miguel Guerra, aquel
escribano y docente que fuera Juez de Paz y padre de Ángel Guerra, titular de
la fábrica de hielos y gaseosas.
Un mes antes
que germinara el Social, nació otro
de los clubes tradicionales de Cañada, el Apache.
Y así fue que Delfín Carballo Araya, un histórico dirigente de la política
local preside la primera comisión directiva del Club Atlético América, fundado
el 1º de mayo, acompañado por Ricardo Berella, Justo F. Peralta, Fernando
Marciana, Mariano Acuña, Manuel Meliar, Arturo Suárez, Manuel Solís, Francisco
Belén, José Basset, Tomás Amaya, Ángel Ceriani, Pedro Costa y Maximiliano
Domínguez. Cabe agregar que como institución deportiva contaba en su principio
con una importante biblioteca popular.
En su casa
ubicada en Lavalle al 1300, nace un 1º de marzo de 1904 Rudecindo
Nicasio Santucho, popularmente recordado con su apodo de Romano. Aquel niño que jugara en los baldíos de ese Pueblito Las
Flores, como se conocía al barrio, llegaría a ser multicampeón nacional e
internacional de atletismo representando a nuestro país. Tema que trataremos
cuando lleguemos a las ricas y fabulosas décadas de los veinte y treinta.
Cuando
finalizaba la década de 1890, Abel Romegialli, un inmigrante que ya había
trabajado en importantes fábricas de Buenos Aires, leyó un aviso de la Curtiembre Beltrame
de Cañada de Gómez que requería un operario y al ser elegido para ese puesto se
incorporó a su personal. Aquel hombre nacido un 13 de abril de 1858 en
Mendrisio, sobre la región del Cantón Ticino, en la entonces Confederación
Helvética, decide a comienzos de 1904 emprender su propio taller. Fue asó que construye
un galpón de ciento veinte metros cuadrados por calle Necochea entre Quintana y
Pellegrini. Así nace la histórica Helvética. En sus comienzos la producción consistía en
gasógenos, cocinas económicas, herrería de obra y todo lo concerniente a
trabajos mecánicos. Dos años después ingresa su hijo Ricardo Cónsul, quién
junto a uno de sus hermanos, Hugo, adquieren en 1911 un terreno sobre el
flamante Bv. Centenario, dando inicio de esa manera a décadas de profundos y elogiosos
crecimientos tanto en lo económico como en lo social. Siendo una de las empresa
más grandes de Sudamérica en el rubro de acoplados.
El 18 de
octubre de 1904 la
Curtiembre Beltrame le solicita permiso a la Comisión de Fomento para
la construcción de cañerías subterráneas para el traslado de aguas servidas. El
Dr. Queirel envío dicha solicitud al Ministerio de Gobierno. La misma fue
aprobada por la provincia y por la
Comisión local el 20 de marzo del año siguiente. La obra
consistía en doscientos cincuenta metros lineales de cañerías que comenzaban
por calle México y cuatrocientos por calle Lavalle. Por su parte Camilo
Pellicia, después de ganar la licitación, comenzó a encargarse del
mantenimiento del alumbrado público donde por dicho trabajo cobraba $2,30 por
cada farol.
El 11 de
marzo de 1905 los usuarios de Hospital se quejaban por las condiciones del
mismo, expresando que la falta de un pabellón que se destinara exclusivamente
al tratamiento de las enfermedades infecto contagiosas, también la pobreza del
arsenal de cirugía en el que faltan instrumentos y aparatos indispensables como
así también la falta de un servicio médico acorde. La comisión de damas que
administraba el nosocomio estaba integrada por Margarita Vda. de Guerra,
presidenta y acompañada de Felisa Ergueta, Juana B. de Ardigó y F. Fernández. Si
hablamos de vecinos, también por esos días los cañadenses comenzaron a sentirse
un poco seguros por el accionar policial, que logró hacer «desaparecer a la
gavilla de rateros que juzgó a nuestro pueblo como fácil campo de acción para
realizar sus hazañas»[1]. El 15 de
junio de 1905 es designado Comisario Inspector de la Comisión de Fomento el
siempre presente Elías Bertola, pero a los pocos días el mismo Bertola es
designado secretario del Juzgado. El cargo de Comisario finalmente recayó en
José Fernández quién ocuparía la bacante de Isaac Giménez, acusado por la
prensa de autoritario.
En una fría mañana de junio del ´05, apenas asomado el
invierno crudo de aquellos años, llega a nuestra ciudad un español que vino a
cambiarle la cara a nuestra Iglesia. Estamos hablando del Padre Mateo Llodrá.
Seguramente en el corto camino que debía recorrer hasta el antiguo templo junto
a su equipaje este nuevo cura no tenía idea con que pueblo se encontraría. Mateo
Llodrá era un sacerdote nacido el 26 de julio de 1867 en San Lorenzo, provincia
de las Baleares y Obispado de Mallorca. Era hijo de Jaime Llodrá y Margarita
Nadal. Según puede leerse en Tribuna del 27 de enero de 1929, cinco días
después de su fallecimiento que el Padre Mateo «llegó a la Argentina en el año
1898, donde vivió con gran satisfacción cumplirse sus más grandes deseos de
abrazar la carrera eclesiástica. Actúo por primera vez en Recreo y seguidamente
en Ataliva, Clusellas, Susana, Llamby Campbell, llegando a nuestra ciudad para
radicarse definitivamente en 1905.» Elías Bertola en sus Apuntes describe al
sacerdote como
«Tipo característico de cura. Sin ser lumbrera es muy vivo,
muy amable y desinteresado que cumple su misión de carácter contraído
únicamente a los altos deberes que le impone la Iglesia. Con su
pachorra y filosofía y como buen pastor ha sabido con mucho tino rodearse de un
selecto lote de ovejitas finas, de ovejas de pedigrée y hasta de algunos
ovejunos gordos...»[2]
También cuenta que en el mismo tiempo que el Padre Mateo
llegaba a Cañada el Obispo de la
Provincia autorizaba la conformación de una Comisión de Damas
para el nuevo templo. Suponemos que el Obispo debe haber sido Monseñor Juan
Agustín Boneo, quién fuera el primero de la flamante Diócesis de Santa Fe de la Vera Cruz creada en
1898. Durante el mes de octubre de 1906 se produjo un robo sacrílego, que
obligó a Monseñor Boneo a clausurar el Templo durante tres días en señal de
duelo, convocando a procesiones en repudio de lo ocurrido e invitando a una
celebración de apertura que se realizaría con una marcha que comenzaría en la Capilla San Antonio
hasta llegar al Templo. Bajo la administración del Padre Mateo se construyó el
nuevo Templo, como hoy lo vemos ubicado, recordemos que el anterior era un gran
salón con dos torres que miraba a la Plaza San Martín donde actualmente se encuentra
el Atrio San Juan Pablo II. Cinco días antes de los festejos del Centenario
patrio, Monseñor Boneo conformó junto al Padre Mateo la Comisión Pro Templo
junto a destacadas figuras del ambiente local. Fue también obra de Llodrá la
creación del Colegio San Luis Gonzaga, institución educativa fundada en 1916 y
que albergaba un buen marco de niños que estudiaban bajo la atenta mirara del
“Señor”. Cabe recordar que donde hoy es el Atrio se encontraba cerrada con
rejas, quedando un pequeño patio ligado a la institución. Además de ser el fundador de la escuela, fue
director espiritual de las congregaciones del Corazón de Jesús, Liga de
Adoración, Hijas de María, de la
Virgen del Caravaggio y de la Cofradía del Corazón de
María.
Continuando con el año 1905, el 24 de diciembre se celebró
en la Iglesia Evangélica
Metodista el cierre del año escolar. Es preciso recordar que esta institución
era una de las cuatro escuelas que contaba el pueblo junto a la Italiana , la Alemana y la
San Antonio de Padua. Volviendo a la
escuela evangélica, los docentes que estaban a cargo de la directora Antonia R.
de Camusso, era las Stras. Hansen, Usinger y Börnholdt.
En aquella Cañada que contaba con un Rudesindo Freyre que
dejaba su cargo de jefe departamental para ser senador provincial y en su
reemplazo ingresa Primo Bellotti, otra de las quejas de los vecinos era la
cantidad de vagos sueltos, «no es
cierto muy edificante el espectáculo que ofrece la cantidad de muchachos que a
toda hora del día vagan por las calles del pueblo. Creemos que debería
procederse enérgicamente contra esa costumbre...»[3]
Cerrando el primer lustro del Siglo XX, ese año durante el
mes de agosto fallecía a los 70 años don Ignacio Besson, quién formó parte de
los primeros trece colonos franceses que arribaron en 1867 «para romper por
primera vez con la azada la corteza agreste de los campos de Moreno, para los
que llegaran contratados por su propietario. Es de hacer notar que en la época
de esa primera colonización todavía no había sido iniciada la del F.C.C.A. por
lo que tiene una considerable importancia simbólica aparte de la consiguiente y
por cierto meritoria visión de aquellos agricultores extranjeros a quienes la
fe en el porvenir les hizo dejar definitivamente su propia patria para volcarse
con sus esposas y sus hijos, y con todos sus implementos de labranza en estas
tierras totalmente desconocidas. Don Ignacio María Besson; fue uno de ellos,
llegó a los campos Moreno, en este Distrito, en el 1867, rodeado de su numerosa
familia, compuesta por su esposa y sus hijos Ignacio, Serafín, María,
Francisco, Teresa y Alfonsina. Puestos de lleno a la labor, los Besson no
limitaron la misma al cultivo de los campos Moreno, sino que rápidamente fueron
adquiriendo para su propio patrimonio los campos La
Abundancia de 200 cuadras y La
Favorita de 273 cuadras.»[4]
En 1905 se escuchó por primera la canción folk, escrita por Thomas
S. Allen, llamada Los Sonidos del Canal Erie, que decía Puente bajo, todos abajo; puente
bajo porque estamos llegando a una ciudad; Y siempre conocerás a tu vecino; Y
siempre sabrás tu amigo...
[2]
Apuntes
históricos de Cañada de Gómez, Elías Bertola. Ed. 2003. Municipalidad de Cañada
de Gómez.
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