LA CAÑADA DE LOS GÓMEZ 1919

Antigua sede de la Escuela Almafuerte, Bolívar e Iriondo, c. 1923
El verano de 1919 sorprendía a los argentinos con una huelga realizada por los obreros de los Talleres Metalúrgicos Vasena quiénes reclamaban una jornada laboral de ocho horas y el pago de horas extras. La misma se extendió a otras fábricas de la Capital Federal. Los enfrentamientos entre obreros y patrones se venían agravando desde 1914 en varios sectores del país, en gran parte debido a que la grave situación económica reinante como la desocupación y una inflación creciente que afectaba el poder adquisitivo de los trabajadores. El número de huelgas creció enormemente entre 1917 y 1919, donde el radicalismo en el poder «intentó mediar en los conflictos, resolviendo en muchos casos a favor de los reclamos sindicales, provocando la irritación de los sectores conservadores, porque este tipo de medidas contrastaba seriamente con las tomadas por los gobiernos oligárquicos que precedieron a Yrigoyen»[1]. 
En la empresa Vasena los conflictos comenzaron en diciembre del año anterior, donde los obreros fueron ninguneados por los directivos y propietarios de la misma generando una huelga de unos dos mil trabajadores quiénes tomaron la metalúrgica pero fueron dispersados por la fuerzas policiales. El 7 de enero de 1919 fueron más directos los obreros, armaron piquetes que impedían la llegada de materia prima a la fábrica. A las tres y media de la tarde fueron atacados por falsos conductores de transportes causando cuatro muertos y unos treinta heridos. Las edades de los fallecidos oscilaban entre los 18 y los 42 años. Esto originó que muchos obreros de otras industrias se sumaran a la causa, y el 9 de enero Buenos Aires estaba paralizada después fallar las negociaciones del día anterior. Ese día el presidente Yrigoyen remueve al jefe de policía que estuvo al mando durante la masacre del 7 de enero y «puso a cargo de la misma al ministro de Guerra Elpidio González, más apto para presionar a Vasena y al sindicato para que llegasen a un acuerdo. Pero por otro lado, previendo una evolución negativa de los acontecimientos, Yrigoyen se comunicó con su fiel amigo el general Luis J. Dellepiane, al mando de la II División de Ejército apostada en Campo de Mayo»[2]. Entre las primeras medidas de Dellepiane fue la de apostar ametralladoras en las puertas de la fábrica Vasena. Mientras se hacía el cortejo fúnebre de los cuatro obreros asesinados el día 7, se originan nuevos choques con las fuerzas de seguridad, el resultado de los mismos, al menos 39 obreros asesinados. «Las violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas del gobierno fueron generalizadas. En Cabrera 3275 una patrulla conjunta militar-policial, ingresó disparando a la vivienda de las familias Viviani y Di Toro pasaron, matando a la niña Paula Viviani de 13 años, y a David Di Toro, de 21 años. Poco después las ambulancias retiraron los cadáveres y los soldados detuvieron a dos hermanos de las víctimas»[3], Los días siguieron siendo crueles hacia el pueblo trabajador, también se resgitró hasta ahora la única matanza de personas pertenecientes a la colectividad judía. Diferentes historiadores, han sostenido que fue uno de los primeros actos de terrorismo de Estado cometidos por el gobierno radical presidido por Hipólito Yrigoyen, junto con​ los fusilamientos de miles de huelguistas en la Patagonia trágica de 1921 ocurridos también bajo su gobierno. El saldo total fue de unos 800 muertos nunca identificados: ancianos, mujeres, niños, hombres. Hubo también decenas de desaparecidos, miles de heridos, y más de 50.000 detenidos[4], entre los informes de la época se destaca el realizado por la embajada de Estados Unidos que realizó una cuantificación precisa, contabilizando 1356 muertos[5], por su parte la embajada de Francia informó que habían muerto 800 personas y 4000 habían sido heridas[6].

Mientras tanto en nuestra pampa chica, las noticias se recibían con algunos días de atraso a través de los medios gráficos rosarinos, o bien en el boca a boca que los ferroviarios traían desde Buenos Aires. En el mes de febrero Ángel Pagani renuncia a su cargo de tesorero comunal y es reemplazado por José Garino. Ante la falta de respuesta del Consejo de Educación, la Comuna cañadense se cargo de solventar la luz eléctrica de la Escuela Normal a cambio de no girar el aporte mensual proporcional y correspondiente a la entidad provincial que nucleaba las escuelas. Se autorizó la apertura de una nueva casa de tolerancia, esta vez la de Rita Alonso, una de las más concurridas en los años veinte. Por su parte se renovó el alquiler de la vivienda perteneciente a María F. Vda. de Weber como Lazareto, en una suma de $35 mensuales. Se frustró la construcción de un puente sobre el arroyo en la calle Paraguay por el alto costo de la obra. 


La Logia Bernardino Rivadavia adquiere el 6 de mayo de 1919 una parcela de tres metros y medio de fondo y siete de frente en el Cementerio local. Es preciso decir que hemos tratado de averiguar donde es este lugar en el Camposanto local y no hemos podido encontrar ese dato que si figura en las actas comunales. 


En la segunda edición de Historiando mi Escuela, un importante libro editado por la Biblioteca Pablo A. Pizzurno sobre la vida institucional educativa de Cañada de Gómez podemos ver que en este año nace la Escuela Almafuerte, donde según expresó el citado colegio

«La creación de la escuela, fue un importante logro que se alcanza el 1º de agosto del año 1919, producto de un arduo proceso, para brindar así educación a los niños de esa zona. Debemos reconocer la generosa y atinada orientación de la Señorita Aurelia Tochetti y el acompañamiento de las maestras Nélida Neahaus y Joaquina Borraz, quienes se incorporan a esta magnífica obra a comienzos de 1920, con verdadera vocación y mucho amor. Así queda formado el primer cuerpo docente.El local donde comenzó a funcionar, se hallaba ubicado en calle Rawson pasando Iriondo, contaba con tres aulas, una cocina y un baño.»[7]

Un hecho donde un cañadense fue un protagonista importante, fue lo ocurrido con el ex presidente Victorino de la Plaza cuando regresando de la provincia de Córdoba después de estar presente en los actos por el 50º aniversario del Código Civil Argentino, se descompuso en su viaje. La Capital del 3 de octubre nos dice que 

«Después de la velada realizada en su honor, el martes, el doctor de la Plaza, acompañado por su secretario privado, señor Carranza, tomó el tren del F.C.C.A., ocupando un coche reservado como lo había dispuesto la comisión de festejos. Cuando el convoy que conducía al doctor Victorino de la Plaza, se aproximaba a Las Flores, el secretario, señor Carranza, fue advertido por el personal de servicio que el doctor de la Plaza se encontraba descompuesto en su camarote, lo cual una vez comprobado, desde Las Floreas se comunicó telegráficamente a fin de que algún facultativo aguardase en la estación al enfermo. En este sitio se encontraba el doctor de la Plaza, sobrino del extinto, quien resolvió seguir viaje al lado de su tío impidiendo la resolución de bajarse en la estancia que tenía aquel. El mencionado facultativo trabajó con energía aplicando al enfermo algunos métodos clínicos de que se pudo disponer, para contrarrestar el mal que se hacía más agudo por minutos.En vista de la gravedad del mal que aquejaba al doctor de la Plaza, ostensiblemente visible, los acompañantes dispusieron telegráficamente la preparación de un tren expreso para que a la llegada a Cañada de Gómez estuviese listo para enganchar al coche donde viajaba. En el punto indicado se tomó el expreso siguiendo marcha a gran velocidad en dirección a Rosario, a donde ya se había telegrafiado anunciando la presencia para la hora de llegada de un facultativo de reconocida competencia científica. Llegado el doctor de la Plaza a la estación Sunchales, concurrió el doctor Martelli, quién practicó un detenido exámen clínico al paciente. El resultado del mismo no pudo ser más desconsolador, acusando su veredicto una suma gravedad.»[8] 

Juan Pérez

Victorino de la Plaza falleció a los cuarenta minutos de su llegada a Capotal Federal, a las 00.40 horas del 2 de octubre. Pero el cañadense protagonista de esta historia es Juan Pérez, un maquinista del FCCA, y en una foto que tenemos de él en el Museo Histórico Municipal Elías Bertola junto a un escrito de su hijo, también llamado Juan, recordó aquella jornada expresando como condujo la máquina su padre llevando al ex presidente gravemente enfermo que «Consultado mi padre si estaba en condiciones de hacerlo, dio su conformidad (…) a pocos kilómetros había cruzado el regulador (máxima velocidad) sin ningún cambio y con vía libre en todas las estaciones llegó a Rosario donde lo esperaba otra máquina con personal para Buenos Aires. Había realizado el viaje en poco más de 3 horas.»[9] 

El 6 de noviembre de 1919, el pueblo recibe la sorpresiva noticia del fallecimiento de su presidente comunal Juan Nicoli. Su última acta en la Comisión Directiva había sido el 12 de septiembre, lo que nos hace pensar que una enfermedad afecto seriamente su salud hasta el final de sus días. Se declaró dos días de duelo en el pueblo. Al día siguiente Colombo Olivieri ingresa como vocal a la Comisión Comunal, Marcelino González asume la vicepresidencia y Rosendo Casañas reemplaza al malogrado Nicoli en la presidencia comunal. El día 9 de octubre Evaristo Giordano deja su puesto de secretario, siendo Ricardo Berella su sucesor a pesar que a los dos meses decide irse en ingresa en su lugar Antonio Fossati. Fu así, que Casañas decide convocar a elecciones locales para el 2 de noviembre para el período 1920-1921. El 16 de diciembre aparecen nuevos casos de peste bubónica y Casañas ordenó la desinfección del pueblo y se les prohibió a las casas fúnebres de Sironi Hnos. y de Otto Altman a realizar servicios fúnebres a fallecidos por la peste. 

Pero nadie se esperaba lo que iba a suceder… El 31 de diciembre de 1919, a las 15.30 horas, se reunieron los miembros salientes de la Comuna con los elegidos entre los Mayores Contribuyentes. La Comisión entrante estaba integrada por Ignacio Bessón, Walter Voegeli, Luis Rey, Guido Cella y Erico Augsburger pero se encontraron con la férrea oposición de Manuel Brignardello, presidente de la Junta de Mayores Contribuyentes se negó a poner en funciones a los nuevos miembros alegando que no reconocía el resultado por no haberse reunido la Junta. Esta decisión hizo que los elegidos en las elecciones del 2 de noviembre se retiraran de la reunión y dejaran acéfala a la Comuna. Automáticamente Rosendo Casañas envío un telegrama al Gobernador Cepeda notificando de lo ocurrido y esperando órdenes sobre cómo seguir adelante la Comisión Comunal. 

El 6 de octubre Miguel Goleo sustituye a Julio Peña en la Jefatura Política del Departamento Iriondo. Según Bertola, Peña desempeñó en forma «prestigiosa algo diplomática pero sin protocolo. Se encontró en el período álgido de las huelgas, que el buen tino y muchos discursos salvaron en gran parte la situación.»[10] Por su parte de Goleo, «siguió en el período de las huelgas, saliendo del paso a empujones... Fue un Jefe muy atareado en asuntos latas… Pasó como un cometa sin casi vérsele la cola al cometa.»[11] 

Terminamos así el último año de la década del diez, año en que en Buenos Aires Boca Juniors gana el Campeonato Oficial de la Asociación Argentina de Football, Racing de Avellaneda el Campeonato de los disidentes agremiados en la Asociación Argentina Amateur de Football y Rosario Central ganó la Liga Rosarina en la recordada Copa Nicasio Vila. 

Entre los nacimientos más célebres, Delfor Cabrera el 2 de abril en Armstrong y el 7 de mayo nace María Eva Duarte en la zona rural de Junín. Mientras tanto el 22 de noviembre en Buenos Aires fallece Francisco Pascasio Moreno, el Perito…


[1] https://www.siemprehistoria.com.ar/la-semana-tragica-yrigoyen-y-los-conflictos-obreros
[2] Archivos del Museo Histórico Municipal Elías Bertola
[3] Silva, Horacio Ricardo (2011). Días rojos, verano negro. Libros Anarres. pp. 194-195
[4] Idem. p. 237
[5] Bilsky, Edgardo J. (1984). La Semana Trágica. Biblioteca Política Argentina., p.135
[6] Pinie Wald (1987 [1929]). Pesadilla. Buenos Aires: Ameghino.
[7] Historiando Mi Escuela, Segunda Edición, Biblioteca Pablo A. Pizzurno, año 2014
[8] La Capital, 3 de octubre de 1919
[9] Testimonio de Juan Pérez. Archivo del Museo Histórico Municipal Elías Bertola
[10] Elías Bertola. Apuntes históricos de Cañada de Gómez. 1923. Reedición año 2013
[11] Idem

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