ANGELELLI MÁRTIR Y AHORA BEATO



Asesinado por la dictadura en agosto de 1976, su beatificación reconoce que fue un mártir junto a otros dos sacerdotes y dos laicos.


Por Washington Uranga

El próximo sábado la provincia de La Rioja será escenario de la beatificación del obispo Enrique Angelelli, asesinado por la última dictadura militar el 4 de agosto de 1976. El hecho implica la aceptación por parte de la Iglesia de la muerte martirial del obispo riojano, condición que también se le reconoce a los sacerdotes Gabriel Longueville, y Carlos de Dios Murias, y al laico católico y militante campesino Wenceslao Pedernera, todos ellos colaboradores directos de Angelelli también asesinados. Los actos estarán encabezados por el obispo riojano Dante Braida y participará como representante del papa Francisco el cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

El reconocimiento que ahora se hace implica que la Iglesia pone a Angelelli y a sus colaboradores como ejemplo de vida para los católicos y para la sociedad. Ocurre después de un largo proceso que en lo judicial tuvo un hito fundamental el 19 de julio de 1986 cuando el juez Aldo Morales estableció que la muerte del obispo fue un homicidio premeditado. Años después, el 4 de agosto de 2014, el Tribunal Oral Federal de La Rioja condenó a los militares Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella como autores intelectuales del homicidio.

En lo eclesiástico el proceso también enfrentó obstáculos, dificultades y resistencias por parte del episcopado argentino. Fue el anterior obispo de La Rioja, Marcelo Colombo, quien puso todo su empeño para activar la causa de la canonización en los tribunales romanos y encontró en el papa Francisco un aliado para que el reconocimiento martirial se hiciera efectivo el año pasado.

Durante la semana santa que culmina, el actual obispo de La Rioja, Dante Braida, recordó que “Angelelli buscó que la Iglesia renueve su compromiso por los más pobres buscando un desarrollo integral de los mismos siendo ellos mismos protagonistas de ese crecimiento”. De los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias dijo que “ambos dieron la vida juntos, por el anuncio y vivencia del Evangelio, como parte de una comunidad concreta”.

Por iniciativa de Braida se conformó una comisión multisectorial para preparar el homenaje incluyendo a representantes eclesiásticos junto a la Secretaría de Cultura de la provincia, organismos defensores de los derechos humanos, sindicatos, Organización de ex Presos Políticos, y la Universidad Nacional de La Rioja, entre otros.

Si bien los actos centrales se realizarán durante toda la semana en La Rioja, la beatificación de Angelelli y sus compañeros mártires supone una movilización de gran parte de la Iglesia Católica en toda la Argentina. Un grupo de obispos católicos que se encuentran en estos días en Roma en la visita “ad limina” para reunirse con Francisco, harán su propia celebración en el Vaticano el domingo 28 de abril.

La Editora Patria Grande, que en 1977 publicó un libro con poemas del obispo Angelelli, reeditó ahora aquella obra con un prólogo del arzobispo Marcelo Colombo, vicepresidente de la Conferencia Episcopal. En el texto el ahora titular de la arquidiócesis de Mendoza sostiene que “atrás quedan los silencios, las cobardías y las negaciones de quienes no supieron entender el mensaje de Enrique Angelelli o aceptaron fácilmente la taimada y ‘tranquilizadora’ versión del accidente casual”.

El escritor y teólogo Oscar Campana publicó también un libro titulado Su sangre en el lodo. Enrique Angelelli, mártir riojano (Editorial San Pablo), en el que recoge no solo la vida del obispo y sus principales enseñanzas, sino el testimonio de muchas personas que lo conocieron y compartieron su vida. Se consignan allí las palabras de uno de los principales biógrafos de Angelelli, el cordobés Luis Baronetto (autor de Vida y martirio de Monseñor Angelelli) quien afirmó que “no es fácil matar a un obispo en un país católico. Y Angelelli, siempre fiel a la Iglesia Católica, prefiguró una Iglesia pobre y cambió su lugar en la sociedad, colocándola como ‘sirvienta’ (Pablo VI) de los oprimidos”. Y agrega que “ni sus pares del episcopado lo toleraron, salvo excepciones”.

wuranga@pagina12.com.ar

Fuente: Página 12

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