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El Biberón, murga cañadense del año 1920 |
El carnaval data de muchísimos años antes, más precisamente en el Siglo XVIII. El mismo fue introducido en Buenos Aires por los españoles. En un principio era una celebración pagana pero de origen cristiano, vinculada a los días previos a “limpiar la carne”, que desemboca en la prohibición religiosa de consumirla durante los cuarenta días que dura la cuaresma.
Esta festividad era distinta según los sectores sociales: en tiempos de la Colonia, los sectores populares participaban en los bailes de máscaras que se realizaban en el teatro de La Ranchería, mientras que los sectores pudientes lo hacían en la Casa de Comedias.
Como en la actualidad, el carnaval también ocupó el espacio público: bailes y juegos con agua inundaron las calles, lo que eran “costumbres bárbaras” para las clases altas, que se oponían al festejo.
Entre 1829 y 1852 -durante la primera y segunda gobernación de Juan Manuel de Rosas- se censuró por decreto hasta 1854, año en que el gobierno de Buenos Aires autorizó la realización de bailes de máscaras y juegos de agua nuevamente.
En 1869, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, se promueve el primer corso oficial de la Ciudad de Buenos Aires. Fue el propio Sarmiento quien, tras un viaje por Montevideo, Río de Janeiro, Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Cuba, queda maravillado por la idea del anonimato de los disfraces como forma de borrar, por un instante, la desigualdad de clases sociales.
En el siglo XX la influencia de los inmigrantes italianos y españoles fue resignificando el carnaval, donde tomaron protagonismo las murgas, que comenzaron a bailar y tocar en los corsos.
En 1976, durante la dictadura cívico-militar, se eliminó al carnaval del calendario oficial de festejos y se detuvieron sus manifestaciones callejeras. En 1983, desde la vuelta a la democracia, regresó el festejo, a pesar de que sólo habían sobrevivido una decena de murgas.
En el año 2010 se restituyeron oficialmente los feriados nacionales del lunes y martes de carnaval y regresaron los festejos masivos en las calles de todo el país.
Los Carnavales Cañadenses
Las primeras citas históricas sobre estos festejos en Cañada de Gómez, aparecen en la autobiografía de Francisco Trujillo donde expresa recordar los coches adornados con flores por la familia Alegro en el año 1911. También en el párrafo corresponidente al año ´17 expresa que «¿Quién olvidó aquellos corsos de antaño, con sus palcos recubiertos de flores y los carros y coches adornados; a la gran “Cañonera” que paseó como estando en un mar de ensoñación; al cisne que Bressa un año llevó nadando alegre sobre un lago azul; a los cien “Locos de Media Estación” que en comparsa las guitarras tocaron bajo lluvia espesa de serpentinas y tronar de palmas cuando pasaron?»
Por lo que se puede apreciar en esos textos, es que los disfraces, los instrumentos musicales, el agua y las carrozas sobresalían sobre las calles Lavalle y Ocampo. Lugares históricos donde todo un pueblo se agolpaba en los festejos, donde por un par de noches desaparecían las diferencias de clases.
Las comparsas más reconocidas de la Cañada de anteño, fueron Los Locos de Media Estación, Los Fieles, Estrella de Oriente, Los Marinos, los Caballeros de la Corte, los Dandys Alegres, Las Golondrinas, Las
Margaritas, Las Bailarinas, Los
Alegres Pierrots, Los Cu-Curar, Los Africanos, Los del Biberón y Los
Chanchos Rengos; ésta última estuvo vigente durante muchísimos años.
En los años ´40 y ´50 se hicieron famosos los carnavales en los clubes. En los ´70 aparece el gigante Gulliver donde ya los festejos empezaron a formalizar alrededor de la Plaza San Martín.
En un testimonio que Adelia Sánchez que le hiciera a Carlos Faúl, recuerda aquellos carnavales.
Adelia en la niñez, a los tres años, fue mascota de la “Juventud Unida”, que era dirigida por Cándido Franghi. Hizo carros en los carnavales, carros de vendimiadora, un camión de florista, carros de paisana, luego hizo la murga y aparte de la murga trabajaba en un comedor donde formó un conjunto folclórico a beneficio de los niños del comedor del Club Arroyito. Era celadora y por eso le correspondía hacerlo ella.
Además expresa que «enseñarle a los chicos llevaba su tiempo, aproximadamente un mes y un poco más para marcar los pasos, para prepararles la ropa. Su marido los ayudó en la construcción de sombreros, además vigilaba a los chicos en el corso. La ropa la hacia la señora María Siminari y las telas se compraban en Casa Filafilo donde siempre se les hacía algún que otro descuento. En los corsos ella trabajaba, armaba kioscos, primero en la sede del Club América y después en la sede del Club Everton. El lugar para el kiosco se lo brindaba la Municipalidad; ellos lo adornaban con flores y ahí vendían globos, papel picado y algunos caramelos, que los compraban de don Adolfo Strajelevich y cuando tenían tiempo viajaban a Rosario porque era más barato. Los primeros carnavales partían desde la calle Sarmiento hasta San Martín, siempre por Lavalle.»
Otro recuerdo que tiene Adelia fue el del gran murgero Cachón:
«A Cachón le gustaba la murga y él hizo una murga que se llamaba “Bataclanas” que eran todos hombres vestidos de mujer. Era una murga muy linda que tuvo la suerte de ganar el primer premio en el año aproximadamente 1937 o 1937. Después hizo otras murgas pero luego comenzó a decaer porque tenía una enfermedad muy mala que lo llevó a la muerte.»
Luego de la muerte de Cachón, Adelia, comenzó a realizar murgas por su propia voluntad. Habló a los chicos del barrio y familiares formando así los Chanchos Rengos en homenaje a Cachón, que a todas las murgas les ponía ese nombre después de aquella recordada Bataclana. Cuando se organizó la murga de Corchera iban a ensayar a casa de familias y después iban por las calles. Luego sus hijos salieron en las comparsas y ella, ya retirada un poco de esto les enseñó las cosas que ensayaban en la Maestranza donde estaba Dardo Córdoba que tocaba la guitarra y sus hermanas que una tocaba el acordeón. Esta fiesta se realizó en el Parque donde Adelia fue invitada de honor. En las comparsas todos los años había premios para el primero y segundo puesto. Era un premio para todos.
A los Chanchos Rengos les dieron como premio 500 pesos de antes, que tuvieron que ir a recibirlos al Club Olimpia. Este dinero se empleó para alimentar a los chicos que participaron en la murga porque tenían hambre y eran todos chicos pobres. Luego tuvieron otros premios, por ejemplo cuando salieron de floristas les dieron una medalla por el segundo lugar, que se le regalaron al camionero que los llevaba y que era Scodelari. Cuando salieron de vendimiadores recibieron otras medalls que se la dieron a Mellado que era quién puso una camioneta para llevarlas. Las carrozas estaban compuestas por diez o quince chicas. En algunas murgas Adelia participó con su marido donde él ayudaba a dirigir. Algo para destacar de Adelia es que ella tiene guardados muchos recuerdos de todo estos carnavales como por ejemplo la ropa que usaba, el estandarte que los identificaba, los distintivos, una medalla que le habían otorgado por una de las carrozas y muchas cosas más.
Para finalizar, quiero citar a los integrantes de la murga El Biberón, foto que comparto en esta nota, los mismos son de izq a der. Arturo Ausburger, Serafín Burgos, José Laguna, Walter Neuhaus, Luis Crivelli, César Ribotta, Víctor Ricca y Emilio Ausburger.