EL NUNCA MÁS CAÑADENSE... ACÁ TAMBIÉN PASÓ... Última parte


Que difícil se hace hoy escribir el final de esta historia. En realidad no puedo terminarla. A medida que íbamos publicando semanalmente las notas iban apareciendo nuevos casos, nuevos testimonios. La mayoría de ellos deberán mantenerse en secreto a pedido de las víctimas porque aún tienen miedo, y no es poca cosa, ya que en plena democracia el Estado Argentino se están viviendo situaciones muy parecidas a la de esos tiempos.  

Y digo que es el final y no es el final, porque falta agregar testimonios muy ricos y muy tristes a la vez. Por ejemplo el de Luis, un odontólogo cañadense que estuvo detenido en Rosario cuando era estudiante universitario. Seguramente en el libro estará. Pero también me falta seguir indagando sobre el testimonio de una mujer que vio cerca del horario de cierre del cementerio llegar un camión militar con siete cajones que dejaron en una fosa común. Pero a su vez, otra persona me comenta que es cierto que vinieron cuerpos NN en la dictadura a Cañada de Gómez, pero fueron enterradas en el predio donde se encontraba el basural, allá por Ruta Nacional Nº 9 hacia el oeste de la ciudad. Otro caso fue el ocurrido con otra vecina cañadense, esta vez en manos de la Triple A, hecho que no aceptó brindarlo públicamente.

Esta historia que comienza a gestarse el 24 de marzo de 2015 cuando en Casa del Bicentenario la Municipalidad de Cañada de Gómez conmemoramos con música, poemas y una disertación de quién esto escribe de los sucedido entre los años 1976 y 1983 en nuestra ciudad. La idea era hacer para el 40º aniversario del golpe un video que plasmara el testimonio de todas las víctimas cañadenses en la última dictadura cívico-militar.  Sin lugar a dudas uno de los alentadores y mayores colaboradores en el desarrollo de este trabajo fue el compañero y amigo Roberto Garín, que día a día venía con sus documentos, fotos, testimonios a enriquecer el material. Y gracias a él fui ubicando a todos los sobrevivientes o familiares de aquellos cañadenses que sufrieron torturas, detenciones y persecuciones.

Por eso quiero agradecer a Elsa Salomón, Osvaldo Valfosca, Juan Carlos Vadora, María Rosa Barbaressi, Juan Carlos Gabriel, Ricardo García, Jorge Peloni, José Antonio Ramaciotti, Hipólito Bergamaschi, Roxana Polla, Roberto Besso, Omar Pravisani, Norma Giordano, Mario Chiappino, Leonidas Noni Ceruti, Maira Siri, Eduardo Politi, Mario Neira, Familia de Armando Giordano, Horacio Brasca, a Mariano Paciaroni,  a Diario Estrella y a la Intendente Municipal Dra. Stella Maris Clérici por la enorme colaboración de todos en la construcción de esta historia jamás contada en su totalidad.

Desde 1983 en adelante hemos vivido idas y vueltas acerca de la reparación histórica de los hechos ocurridos en esa etapa negra de Argentina. Comencemos por el Juicio a las Juntas Militares iniciado en el recordado Decreto 158 del 15 de diciembre del ´83, cinco días después de que asumiera como presidente Raúl Ricardo Alfonsín, donde ordena someter a juicio sumario a los nueve militares de las tres armas que integraron las juntas militares hasta la Guerra de Malvinas en 1982,  siendo ellos Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya. La Causa 13/84 como se la recuerda históricamente tuvo sentencia el 9 de diciembre de 1985 cuando la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, integrada por los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos Arslanián, Jorge Valerga Araoz, Guillermo Ledesma y Andrés J. D’Alessio siendo fiscales Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo, condenaron a cinco de los militares acusados y absolviendo a cuatro. Videla y Massera fueron condenados a reclusión perpetua con destitución. Viola fue condenado a 17 años de prisión, Lambruschini a 8 años de prisión, y Agosti a 4 años y 6 meses de prisión, todos con destitución. Graffigna, Galtieri, Lami Dozo y Anaya fueron absueltos.

Los juicios no quedaron sólo en las Juntas, las innumerables causas iniciadas por familiares y organismos de Derechos Humanos sobre la desaparición de personas fueron creciendo día a día. Todo este trabajo tuvo sus frutos hasta que el Presidente Alfonsín envía al Congreso la Ley de Punto Final, sancionada el 23 de diciembre de 1986, donde se pone un límite de tiempo para la acusación y el procesamiento de acusados de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura, lo que deja fuera de proceso a miles de policías y militares. Cuando llega la Semana Santa siguiente, estamos hablando del Levantamiento Carapinta de 1987 encabezado por Aldo Rico, se acelera la otra ley proyectada por el gobierno radical que era la Obediencia Debida, sancionada el 4 de junio de ese año que consagraba la teoría de que los oficiales de rango inferior y suboficiales de las Fuerzas Armadas y de seguridad actuaron en la represión ilegal forzados por los mandos superiores. Resumiendo, miles de responsables de violaciones a los derechos humanos quedaron a salvo dándole al poco tiempo la primera derrota electoral al oficialismo en las elecciones legislativas. El mismo Alfonsín dijo en España, el 16 de julio de 2003, que actué de acuerdo a la ética de responsabilidad y no a mis convicciones, pero estoy orgulloso de haber logrado la democratización de Argentina.[1] Cabe agregar que durante el mismo gobierno fueron juzgados también los responsables de los grupos armados civiles.

Al asumir Carlos Saúl Menem, el 8 de julio de 1989, firma el 7 de octubre del mismo año cuatro decretos indultando a 220 militares y 70 civiles. Los mismos fueron los siguientes, 1002/89, 1003/89, 1004/89 y 1005/89 que indultaba a todos los jefes militares procesados que no habían sido beneficiados por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, excepto el ex-general Carlos Guillermo Suárez Mason, que había sido extraditado de los Estados Unidos; a líderes y miembros de los grupos guerrilleros y otras personas acusadas de subversión, entre ellas personas que se encontraban muertas o desaparecidas; a militares uruguayos; a todos los participantes de las rebeliones militares carapintadas de Semana Santa y Monte Caseros en 1987 y de Villa Martelli en 1988 y a los ex-miembros de la Junta de Comandantes Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo, condenados por los delitos cometidos en la conducción de la Guerra de las Malvinas. Cuando finalizaba el año 1990, más precisamente el 29 de diciembre, Menem sanciona seis decretos más, siendo ellos  2741/90, 2742/90, 2743/90, 2744/90, 2745/90, 2746/90  indultando a los ex miembros de las juntas de comandantes condenados en el Juicio a las Juntas de 1985 Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Viola, y Armando Lambruschini; a los militares condenados en crímenes de lesa humanidad Ramón Camps y Ovidio Riccheri; a Mario Eduardo Firmenich, líder de la organización Montoneros; a Norma Kennedy, procesada por malversación de fondos públicos; a Duilio Brunello, condenado a inhabilitación absoluta y perpetua por el delito de malversación de fondos públicos; al ex-ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz procesado por participación en los delitos de lesa humanidad (secuestro y torturas) contra Federico y Miguel Ernesto Guthein y al ex militar Guillermo Suárez Mason por delitos de lesa humanidad.

Todas las leyes que perdonaron esas atrocidades y que pusieron final al camino de justicia fueron declaradas anticonstitucionales y derogadas a partir del año 2003 con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia de la Nación. Los represores, aquellos que sobrevivieron al tiempo, volvieron a las cárceles. Fueron juzgados más de 300 responsables del terrorismo de Estado y al día de hoy se han recuperado 125 nietos de los 400 que se piensa fueron robados al nacer.

Estimados lectores, no fue fácil escribir esto. Compartí las lágrimas, los silencios y el miedo de cada uno de los entrevistados. Recordé a mi abuela, una mujer que había sufrido la detención de su hijo sin saber si volvía. Tuve muchos abrazos de quiénes me felicitaron y en mis espaldas tengo los ladrillos de quiénes me pegaron al caminar para que esta verdad no se sepa. Quiero decirles que con cada piedra que pusieron, hemos construido un mural de la memoria en el Museo de la ciudad, para que nadie se atreva, como sucedió durante tres décadas, ocultar la verdadera historia de Cañada de Gómez.

Mientras seguimos reclamando justicia por Julio López, por Santiago Maldonado y repudiando la represión en democracia. Me despido como lo hicimos en el video, con la letra de Teresa Parodi, Aún Caminan Conmigo.

Aun caminan contigo,
Aun caminan conmigo,
Los que nunca se fueron,
Los que nunca se han ido.

Hasta el fin de los tiempos,
Los desaparecidos,
Los compañeros nuestros,
Nuestros seres queridos.

Van contigo y conmigo.
No contaban con eso,
No han desaparecido,
No pudieron con ellos,
Ni pudieron contigo.

Aun están con nosotros,
Todavía más vivos,
Nunca desaparecen
Los desaparecidos.

Ellos saltan las rejas,
Ellos salen del río,
Y derriban los muros,
Van contigo y conmigo.
Más allá del silencio,
Más allá del olvido,
Los compañeros nuestros,
Nuestros seres queridos.

FIN



[1] Raúl Alfonsín, "Iberoamérica: la democracia amenazada", encuentro realizado en  la Universidad Complutense de Madrid, 2003.

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